El amor debe vestirse de rosa, y no de un rojo vivo. Para Tin el retener a Can a su lado, será de vital importancia, en su afán de tener su propia felicidad, será duro e imposible de aceptar ante los ojos de su familia, lo inelegible como su pare...
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A solo una hora del reencuentro en ese hotel, Pete preparó la habitación. Ricos manjares, una botella selectiva de una bebida baja en licor, rosas y velas dan una suave fragancia que impregna toda la habitación, dejándose sentir un paraíso selecto entre tanto glamour.
Él estaba muy nervioso, le había extrañado tanto, se sentía perdido e incompleto sin él.
Para Pete, Ae era el causante y proveedor al sembrar en su corazón, una prematura primavera con dulces amaneceres, provocando un ansia incontenible en su espera, manifestándose como sí, el tiempo le jugara en retroceso, para hacer eterno el deseo de un tardío contacto.
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Sin poder contenerse decidió llamar a Can, para saber si se había concretado la cita con Ae;
¡Todo está listo! –Responde.
Solo debes preocuparte por hacerlo feliz, y que tu reencuentro sea favorable para tu relación, él pronto te verá, y ya no habrá– ¡más nada que temer!.
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Decidió prepararse para su amante, sus prendas de vestir también fueron selectivas, para una ardiente y deseosa entrega.
Su ajuar consistía, en un conjunto de Albornoz y pantalones cortos con capucha para hombre, su pijama de noche y una bata de vestir confeccionada en los más finos hilos persas.
