Capítulo 4: Convivencia.

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Azuline ahora sabía que no era una mansión donde estaban sino un castillo, aunque no lo recorrieron del todo, pues era enorme, Mihawk le contó que había estado deshabitado por años y que él se lo había apropiado... como buen pirata pensó ella.

–Así que son dos pasillos, una escalera y otros tres pasillos para llegar al comedor. Entiendo – comentó Azuline cuando llegaron hasta el lugar indicado.

–Eso es... aprendes rápido, marino. – le contestó Mihawk.

–No me digas así si no quieres que te diga guerrero del mar. Tengo nombre. – le dijo en broma.

–Tienes razón, Reese. – éste le respondió mientras la ayudaba a sentarse en el sillón doble.

–Nunca me hubiera imaginado que el temible Mihawk fuera a darme la razón... aunque para empezar nunca había llegado a pensar que te conocería. Sin embargo, aquí estamos.

–No voy a negar que soy temido. Ahora ¿Cómo nunca te vi con el vicealmirante? – se sentó en su sillón de siempre junto a la mesa que por lo general tenía una botella de vino y copas como era el caso.

–bueno, para empezar, nunca estoy al lado del vicealmirante. Soy teniente desde hace casi veinte años... al menos lo era.

–¿A qué edad fue eso? – preguntó interesado en el tema, cruzándose de piernas y colocando sus manos juntas sobre estas.

–A los dieciocho años – le contestó nostálgica.

–Eras muy joven, sorprendente que ascendieras a teniente.

–Lo soy, no llego a los cuarenta años – respondió orgullosa de ello.

–¿Dices que al llegar a los cuarenta no serás más joven? Entonces que me queda a mí. -jugó un poco con ella, pero no pareció captar la broma.

– ¿Qué edad tienes?

– Tengo cuarenta y tres años. – respondió sin darle importancia.

–¡Oh! Lo siento mucho, no era mi intención decir que los cuarenta ya es edad de abuelo. Yo tengo treinta y ocho, estoy a nada de cumplir los cuarenta – se rió nerviosa.

A Mihawk le causó gracia que Azuline tuviera el reparo de decir algo como eso, cuando para él, era claro que había bromeado. Volvió a reírse esta vez suavemente.

–Tranquila, no estoy ofendido. Simplemente quería...– vio la cara de confusión en su acompañante y movió la cabeza en señal de negación – no importa. ¿Te apetece cenar?

–Tengo un poco de hambre la verdad, pero ya te has dado muchas molestias por mí. Déjame compensarte algo al menos. Mis brazos funcionan bien – movió su brazo hacia arriba y sintió dolor en su omóplato lo que la hizo soltar un chillido de dolor.

–Por supuesto, estas en excelentes condiciones. – ironizó Mihawk.

–Al menos déjame cortar algunas verduras o carne. Lo que sea.

Dracule se lo pensó unos momentos, suspiró y asintió con la cabeza. En el poco tiempo que llevaba de conocerla se había dado cuenta que su terquedad era insuperable. La ayudó a ponerse de pie y la dirigió a la cocina donde la sentó en un taburete frente a la mesada. Busco los ingredientes en las alacenas y depositó en frente de Azuline los vegetales a cortar y un cuchillo.

–Veamos qué tan buena eres con un arma blanca – sonrió de medio lado y se dispuso a ir por la carne para asar.

–Si lo dices así suena muy extraño – arrugó su rostro con disgusto.

Entre el deber y la espada -Dracule Mihawk x Oc-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora