Capítulo 10: Plan de escape

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–No puedes seguir aquí – le dijo Mihawk al pasar un rato los dos abrazados. – tienes que irte o te descubrirán.

–Que lo hagan, no me importa más nada – contestó ella escondiendo su rostro todavía más en el cuello del contrario.

–Nos colgaran a ambos, vamos – le dijo alejándola y buscando su mirada– hay que pensar mejor las cosas, ve a descansar.

–Estamos aquí por tu culpa para empezar y tu afán de querer devolverme a la marina.

Mihawk trató de reírse por lo bajo pues no quería alertar a nadie, luego la miro a los ojos y sin dejar de sostenerla por la cintura, le dijo.

–Quise saber lo que te tenía atada a la marina, pero ahora veo que nada te retiene.

–Idiota... claro que me retiene, esta es mi vida. No conozco nada más.

–Mientes, sé muy bien que conoces otra forma de vivir, siendo una pirata – subió una mano hasta la mejilla de ella para acariciarla con delicadeza – soy el más fuerte, no va a pasar nada mientras te quedes a mi lado.

Azuline entonces lo pensó detenidamente, la marina le había ofrecido techo y comida cuando no tenía nada, cuando solo era una huérfana que vagaba por las calles y ser sacada de esa situación se lo debía al vicealmirante Garp, se había ganado el respeto suficiente para convertirse en una teniente y lo había perdido cuando no pudo utilizar ninguna clase de Haki, convirtiendo su vida en un infierno por los hombres y mujeres de más alto rango. Descubrió tarde lo que el gobierno y la marina estaban haciendo con los piratas que no podían atrapar y la corrupción generada. A pesar de todo esto, ella siguió siendo fiel a su puesto, entonces pensó que ya era momento. Este era el punto final a esa lealtad ciega.

–Entonces ¿Qué pretendes hacer para escapar? Yo pensaba llevarte antes del amanecer a alguno de los botes para que volvieras a Kuraigana.

–Primero lo primero – la calmó – vuelve a donde sea que te hayan asignado, tengo que recuperarme un poco de ésta herida y me va a llevar unos días al menos, no llegaremos a Loguetown al menos en dos semanas y cuando lleguemos...

–Cuando lleguemos te mandaran directamente a ejecutar – le expresó angustiada.

Mihawk terminó subiendo su otra mano para tomarla de los costados de su rostro, tratando de transmitirle seguridad.

–Eso no va a pasar ¿Me oyes? Saldré de ésta... – le dijo y luego sonrió agregando – Saldremos juntos y te mostraré partes del mundo que no hayas visto nunca.

Azuline asintió repetidas veces sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos, lágrimas que fueron detenidas por Mihawk a medida que bajaban. Luego se dieron un corto beso de despedida y Azuline salió de la celda dejándolo solo con sus pensamientos. Por suerte, Mihawk tenia un plan bajo la manga y es que no le habían sacado el den den mushi del bolsillo de su pantalón, por lo que rápidamente marcó al único número al que estaba conectado.

–Mihawk ¿Por qué me llamas? – dijo una voz somnolienta por el intercomunicador.

–No me vas a escuchar decir esto nunca más, pero necesito tu ayuda y la de tus amigos los sombreros de paja.

–Escucho. – contestó Zoro poniéndose muy serio.

Cuando Azuline estuvo fuera del área de las celdas y no vio señales de los soldados que habían estado antes, suspiró aliviada. Hubiera sido un problema que alguien los escuchara, sin embargo, estaba confiada en que nadie había estado rondando, así que se dirigió de vuelta al camarote asignado, con el botiquín todavía en mano, ya que no quería que sospecharan de haberle dejado herramientas punzantes a Mihawk.

Una vez que Salió a cubierta pudo visualizar a los dos guardias que habían huido del miedo antes, por lo que se acercó hasta ellos.

–Soldados – les dijo tranquila.

–¡Si, teniente! – se pusieron firmes al escucharla.

–No sé dónde dejar esto ¿Podrían guárdalo o indicarme el camino?

–Con gusto yo lo guardaré, teniente – le dijo el más bajo de ambos, sonriendo contento de recibir una orden de la heroína.

–Muchas gracias, soldado...

– Cabo Fuzzy Blaze, teniente. – le respondió.

– Gracias, Cabo Blaze.

Le entregó la caja y cuando se estaba por retirar de ahí, tuvo la mala suerte de cruzar miradas con el vicealmirante, quien le sostuvo la mirada hasta que ella hizo el saludo militar.

– ¿Qué hacen ustedes dos aquí? Tenían que vigilar al prisionero. – les dijo enojado, acercándose a los tres.

Estupendo, más problemas pensó Reese. De inmediato se interpuso entre los cabos y el vicealmirante para hacerle frente a este último.

–Lo siento mucho, vicealmirante, les pedí que me dejaran curar a Dracule Mihawk o de otra forma no va a resistir hasta el juicio en Loguetown. Fue mi culpa. – hizo una reverencia a noventa grados.

–Está bien, fue buena decisión – elogió Garp, palmeándole la espalda. Cosa que hizo que Azuline volviera a ponerse recta.

–Gracias, Vicealmirante. – le contestó con una sonrisa.

–Retírese – señalo a Azuline y luego miró a los hombres – y ustedes dos, ya vuelvan a su puesto, cabos.

–¡Si, señor! –exclamaron ambos haciendo el saludo militar, retirándose a su puesto en las celdas.

Azuline por fin estaba en el camarote, pero no estaba en lo absoluto tranquila sabiendo que Mihawk no la estaría pasando bien allí abajo, sobre todo por la herida en su hombro. Intento acostarse en la cama para dormir, aun llevaba uno de los vestidos que Mihawk le había dado de Perona, que o bien se los había olvidado o los había dejado a propósito, por lo que se decidió por ir en busca de un nuevo uniforme de la marina, al menos como despedida en esas dos semanas que pasaría en el mar junto a ellos.

De vuelta a los pasillos, se encontró con Koby, por lo que lo detuvo al paso.

–Sargento Koby ¿Podría ayudarme nuevamente?

–Dígame, teniente. ¿Qué necesita? – le sonrió sincero.

–Quisiera saber si hay algún uniforme que me quedé, no puedo andar con este vestido para siempre.

–¡Claro! En la bodega hay uniformes de sobra, sígame, con gusto la guió.

–Gracias, sargento.

–No hay problema, nada me hace más feliz que ayudar a la heroína de este barco. – le contestó dándose la vuelta para poner rumbo a la bodega.

Tuvieron que bajar un piso solamente, ya que en el segundo se encontraban las celdas. Se recorrieron cuatro pasillos, hasta dar con una puerta al final del último y Koby la abrió sin más ya que no tenía cerrojo. Tanto el pelirosa como ella entraron a la habitación y se pusieron a buscar.

Después de revolver cofres y barriles, Koby fue el primero en encontrar lo buscado.

–¡Los encontré! – le dijo alzando un pantalón azul – tenga, teniente.

–Gracias – le contestó sonriendo sin dientes y luego miró a la prenda – ¿quizás haya uno más grande? no va a entrarme éste.

Una vez que encontraron un uniforme que le fuera a ir bien, Koby la acompaño de nuevo a su camarote y Azuline le agradeció el gesto de ayudarla, sintiendo pena de traicionar un corazón tan bueno como lo era el de aquel chico, más no se arrepentía, estaba a punto de tomar las riendas de su vida por primera vez en treinta y ocho años.



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Entre el deber y la espada -Dracule Mihawk x Oc-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora