• Capítulo 28

356 41 1
                                    

A Jay le daban miedo las atracciones. No se negó a venir con nosotros, pero por su expresión pude notar que no le hacía mucha gracia la palabra “montaña rusa”.

Era sábado por la mañana, me sorprendió que tuviéramos que salir tan temprano, pero pensándolo bien, me di cuenta de que sería mejor, ya que no habría tanta gente. Además, Will me había afirmado que el parque de atracciones estaba bastante lejos, por lo que era mejor ir en autobús que en moto.

—¿Dónde se ha metido Ricky?— Pregunté.
—Este niño… Siempre llegando tarde.— Murmuró Jay.
—Mira, ahí está.— Intervino William.
Los dos miramos hacia donde estaba señalando.
—Perdón, es que no me ha sonado la alarma.— Se excusó él.
—¿Al menos sabes lo que es un despertador?— Preguntó Will sarcásticamente.
Ricky le sacó la lengua. Subimos al autobús y fuimos detrás de todo para poder sentarnos juntos.

Después de unas tres aburridas horas de trayecto, por fin llegamos a nuestro destino.
Me dolían las piernas, ya que se me habían entumecido de ir tanto rato sentado y casi me caigo al salir del bus, por suerte Will me agarró.
Los cuatro nos quedamos contemplando el parque de atracciones desde afuera.
—Hacía tiempo que no venía, ¿Soy yo o esa atracción es nueva?— Dijo Ricky emocionado señalando la montaña rusa más alta.
—Ya lo averiguaremos.— Respondió Will.—Venga, vamos a comprar las entradas.—
—Sí, qué ilusión.— Añadió Jay en tono sarcástico.
Le agarré de la mano y pareció suavizar su expresión, pero sé que seguía teniendo miedo.

Cuando ya estuvimos dentro, empezamos a discutir sobre donde deberíamos subirnos primero.
—Que sí, que yo me acuerdo de que las atracciones de agua eran las mejores.— Afirmó Will.
—¡Pero si son para bebés!— Espetó Ricky.
—¡No lo son! Además, son las únicas que no te dejan sin cervicales.
—Vaya, eso tranquiliza mucho…— Susurró Jay.
Me daba un poco de pena, así que propuse:
—Creo que deberíamos ir a las de agua, suena bien.—
Todos se me quedaron mirando.
—¡Ves! Además, hace calor.— Dijo William dándome la razón.
—Si queréis después podemos ir a las otras atracciones también, tenemos todo el día…—
—Bueno… Supongo que tenéis razón. —Reconoció Ricky. —No hace falta que nos subamos en la atracción más potente nada más entrar. Jay no podría aguantarlo, se está haciendo mayor…—
—¡¿Me estás llamando viejo?!— Espetó Jay.
William y yo no pudimos contener la risa.
—¡Te recuerdo que solo eres dos años menor que yo, renacuajo!— Siguió diciendo. —Y te demostraré que puedo aguantar esa atracción, venga, ¿A cuál quieres subirte? Te acompañaré.—
—Oye, no creo que sea una buena idea…— Intervine.
—Tranquilo, no me pasará nada.—

Dicho así, Ricky y Jay se dirigieron a una de las atracciones más famosas del parque.
Will y yo nos quedamos un rato esperando, pero al ver que tenían que hacer mucha cola para entrar y que la cosa iba para largo decidimos subirnos en otra atracción de mientras.

—¿Entonces esta es tu preferida?— Pregunté a Will mientras nos sentábamos a una especie de vagón con forma de barca.
Él asintió con la cabeza. Entonces la atracción empezó a funcionar y me di cuenta de que no iba muy rápido… De momento.
Estábamos subiendo una cuesta y cuando estábamos arriba de todo vi que abajo había una especie de piscina a la que íbamos de cabeza. Bajamos a toda velocidad y el agua lo salpicó todo. Por poco me quedo sordo de lo mucho que gritó Will.

Acabamos empapados, parecía que hubiéramos salido de una lavadora sin ciclo de centrifugado.

—Creo que no ha sido muy buena idea subir sin un chubasquero.— Murmuró él.
—Ya, ahora entiendo por qué los vendían en la entrada.— Respondí.

Después de tratar de secarnos con pañuelos de papel (también mojados) que tenía en mi bolsa, decidimos rendirnos y simplemente quedarnos esperando al sol.

A lo lejos vimos a Ricky sosteniendo a Jay, que parecía que se había bebido una botella de whisky él solo, tratando de andar hacia nosotros.
—¿Estáis bien?— Preguntó William.
—Sí, bueno, mm… Jay se ha mareado un poco.—
—¿Un poco?— Pregunté viendo como no se aguantaba de pie por sí solo.
Entonces agarré a Jay para quitarle la carga a Ricky.
—¡Se le han volado las gafas de sol, deberías haberlo visto!— Se rio el menor.
—Pensé que iba a morir…— Dijo Jay abrazándome para no caerse.
—Ven, vamos a sentarnos.— Respondí reprimiendo una risa.
Los cuatro fuimos a unos bancos que había al lado de unos arbustos.
—¿Y vosotros porque estáis así?— Preguntó Ricky mirando como goteábamos.
—Pues… Hemos ido a una atracción de agua mientras os esperábamos.— Explicó Will.
—¡Yo también quería ir!— Replicó él.
—Bueno, podemos volver a subirnos…— Respondió. —Aunque sería mejor comprar chubasqueros primero.—
—Pero así no es divertido.— Dijo Ricky haciendo un puchero.
—Si coges una pulmonía, sí que no va a ser divertido.— Lo regañó William.
—Yo creo que me irá bien refrescarme un poco.— Intervino Jay de repente.
Había estado tanto tiempo callado que supuse que se había dormido, o desmayado.

Al final decidimos ir a otra atracción de agua que no salpicara tanto, esta consistía en vagones de dos en dos, pero una persona iba detrás de la otra. Al ser una atracción bastante lenta no tenía muchas medidas de seguridad. William y Ricky se sentaron delante de todo y en el vagón de atrás me senté junto a Jay, que insistió en ir detrás de mí por alguna extraña razón.

Cuando se puso en marcha sentí el pequeño traqueteo de los raíles. Jay me abrazó por detrás y me quedé bastante confundido. «¿Qué está haciendo?» Pensé. «Está muy cerca, abrazándome de esta manera puedo sentir su entrepierna…» Me ruboricé.
—Jay, ¿Qué van a pensar si se giran?— Dije en voz baja.
—Están distraídos, si no haces mucho ruido no se enterarán.— Me susurró al oído.
—E-espera, qué…?—
Él deslizó la mano por dentro de mi camiseta y empezó a tocarme a su gusto.
—J–Jay~ a-aquí no…— Dije con la respiración un poco agitada.
—Dices eso, pero, sin embargo, no me intentas detener.— Se rio.
—Estúpido.— Murmuré.
Él siguió deslizando su mano hasta llegar a mi miembro. Empezó a masajearlo por encima del pantalón y en ese mismo instante el vagón de la atracción se inclinó hacia delante y fuimos en picado, directos al agua.

Refrescarme me fue bien para devolverme a la realidad, aunque Jay, en cambio, no parecía muy contento. Me recordó a un gato mojado, era bastante tierno, pero lo que acababa de hacer no era muy inocente por su parte.
«Debo reconocer que con el pelo mojado se ve más bien todavía, si es que eso es posible…» Mi mirada se desvió un poco más abajo y me di cuenta de que Jay tenía un pequeño problema con su entrepierna, aunque yo tampoco me salvaba. Nos miramos y parecimos entendernos a la perfección.

—Oye chicos, ¿Por qué no vamos a la casa del terror?— Propuso Ricky sonriente cuando salimos de la atracción.—Será interesante.—
—Yo creo que sigo sin encontrarme muy bien…— Respondió Jay mirándome de reojo. —Será mejor que me quede aquí, ir vosotros.—
—Es verdad, no me acordaba de que te da miedo hasta tu sombra.— Añadió Ricky para molestarlo. —Es por eso que no quieres entrar, ¿No?—
Jay apretó la mandíbula reprimiendo un insulto.
—Yo me quedaré con Jay, no soy muy fan de las casas de terror.— Dije.
—Oye, no me dejéis solo con él.— Insistió Will. —Yo tampoco quiero entr- —
—No, tú te vienes conmigo.— Interrumpió Ricky. —¡Luego nos vemos, par de gallinas!—
Se fueron juntos, Will medio arrastrado por Ricky, y los perdimos de vista.
Jay y yo nos dirigimos al baño a toda prisa como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. Cuando llegamos espeté:
—¿Por qué has hecho eso en la atracción?— Lo reprendí. —Imbéc- —
Juntó sus labios con los míos sin dejarme acabar la frase.

𝐈𝐭'𝐬 𝐎𝐮𝐫 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 ▪︎ Jᴀʏᴡᴏɴ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora