Capítulo 8

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Las Estrellas y Una Botella de Vino

En la noche

POV Narradora

El sol ya se había escondido y apenas hace una hora o dos Roberta había mandado al pequeño Juan devuelta a su madre.

Tuvo que tomar un tiempo a solas para recomponerse. Ya comenzaba a sentir la ausencia de su hijo y no era la única, Mia también sentía su ausencia. Extrañaba oír sus pasitos corriendo por la casa y sus carcajadas resonando en los pasillos.

Juan estuvo por poco tiempo pero ya se había acostumbrado. Nunca había vivido con un niño y esta se le hizo una experiencia placentera. Tal vez era porque Juan era una alegría para tener cerca o tal vez era porque sus instintos maternos comenzaban a despertar.

En fin ambas lo extrañaban y la presencia de su otra madre las preocupaba.

Aún había tanto que cubrir sobre la situación y la pelirroja ya estaba pensando en cómo buscar una solución.

-¡Vístete Barbie!—gritó la pelirroja desde su cuarto.

Mia frunció el ceño y se paró de su cama para luego ir hacia su puerta.

-¿Por qué o qué?—se asomó por su puerta encontrándose con la mirada de la pelirroja desde su propia puerta.

-Porque sí.

-¿Qué pasó con "quieres salir"?—se burló.

Roberta rodó los ojos divertida.

-Solo vístete.

-¿Con qué o qué? ¿A dónde vamos?

-Es una sorpresa. Ponte algo elegante pero no tan elegante.

Mia asintió y cerró su puerta.

Aquel cosquilleo conocido volvió a hacerse presente en el estómago de Mia.

Estaba demasiada risueña al saber que saldría con la pelirroja.

Optó por ponerse un vestido negro algo abierto del pecho con destellos y el cual se ajustaba perfectamente a su cuerpo, mostrando sus hermosas curvas.

Su maquillaje era suave pero mantenía su elegancia y hacía el color de sus ojos sobresaltar.

Tomó su bolso y esperó hasta que la pelirroja llamara a su puerta.

Roberta en otra mano también estaba lista. Ella vestía en un traje gris oscuro, tan oscuro que parecía negro. La camisa de botones que llevaba por debajo era blanca como la nieve haciendo su pecho resaltar y para el pañuelo en su bolsillo optó por uno de color azul celeste. Le gustaba la idea de que combinara con los ojos de la rubia.

Fue hacia la puerta de la rubia, la tocó y esperó algo nerviosa.

Mia abrió la puerta y ambas se miraron por lo que parecía una eternidad, hipnotizadas por la apariencia de la otra.

Roberta fue la primera en romper el trance al aclarase la garganta.

-Te ves muy bien—habló extendiendo su mano.

Un leve sonrojo apareció en las mejillas de la rubia.

-Gracias—dijo tímidamente mientras tomaba su mano.-Tú no te quedas atrás—sonrió.

Roberta también sonrió.

-Gracias Barbie, eso viniendo de ti significa demasiado. ¿Tú halagándome? Ha de ser un sueño—rió.

Mia también rió.

-Tonta—le dio un golpecito en el brazo.

La pelirroja volvió a reír.

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