Capítulo 7

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Por cierto el personaje de Madison es basado en Maddy de Euphoria... solo una anécdota

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El Fuego

(...)

POV Roberta

Solo había pasado una semana desde que llegó Juan y ya le tocaba volver con su mamá.

Era la solución a la cual pudimos llegar a un acuerdo, claro todo por palabra de nuestros abogados.

No quería verlo ir pero tenía que hacerlo. Me asustaba la idea de que se quedara con él y no lo volviera a ver pero eso era una idea absurda. Ya quedó sellado que cambiaríamos cada semana y ya no se podía dar marcha atrás o habría consecuencias con la ley y con la corte.

Por sugerencia de nuestros abogados, Madison y yo comenzaríamos a comunicarnos por una aplicación llamada Papás Unidos donde solo se podía hablar sobre los niños involucrados. Todo lo demás era automáticamente documentado y luego borrado.

Tenía una junta con ambos mi abogado y mi investigadora para revisar bien mis documentos y evidencia. Ya no les faltaba nada en llegar.

Mia se ofreció para cuidar a Juan mientras tanto lo cual le agradecía demasiado y le recompensaría después.

Ya amaba la relación que tenían. Era como juntar a dos niños. Se la pasaban en risas y carcajadas y eso me encantaba. Mia siempre fue una chica muy tierna y ese lado sobresale cuando está con Juan.

El timbre sonó y rápidamente fui a atender.

Pase por la sala viendo como Mia y Juan construían una pista de carritos, algo lo cual Mia simplemente había traído a casa pensando que a Juan le gustaría.

Abrí la puerta y dejé entrar a mis invitados.

Ambos miraron hacia la sala viendo a los habitantes.

Llegamos a mi despacho y tomamos asiento.

-Disculpa la pregunta personal pero... ¿es su novia?—preguntó mi abogado mirándome seriamente.

Negué.

-Es familia.

Él asintió.

-Bien, sabes que no sería bueno que tuvieras a otra mujer aquí y más estando tu hijo.

-Lo sé pero Mia es familia, es su tía así que no tienes porque preocuparte.

Él volvió a asentir.

-Bueno comencemos—dijo mi investigadora.

Mi equipo consistía de mi abogado, el gran Christopher Von Uckermann y mi investigadora, la increíble Zoraida Gómez.

Uckermann trabajaba en mi ramo de casos familiares y especializaba en divorcios. Gómez trabajaba para una compañía privada pero su departamento estaba muy involucrada con mi bufete. Ella era una de las mejores y averiguaba cosas que ni siquiera existiría en el meta verso. Confiaba en plenamente en ambos.

Ambos abrieron sus maletines y yo saqué los documentos de evidencia que tenía.

-Antes de que comencemos a revisar todo, tengo algo nuevo que enseñarles—habló Zoraida.

La miré seriamente.

Sacó unas fotos y me las dio.

Eran de mi esposa y un hombre sentados afuera de una cafetería.

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