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Renjun no recordaba esa parte de la ciudad. Demasiado glamour y gente de etiqueta por todas partes. Hubiera deseado estar en cualquier otro sitio.

Ning entró en el parking del restaurante y aparcó en cuestión de segundos. El aire olía a gasolina y eso no pareció gustarle demasiado.

—Vamos —espetó—, no quiero acabar colocada aquí abajo. El olor es demasiado fuerte…

La calle estaba llena de gente caminando en ambas direcciones. Cuando entraron al restaurante, una agradable sensación cálida les envolvió el cuerpo.

Renjun estaba estupefacto. Todo lo que sus ojos estaban viendo era espectacular, algo que no había visto antes.

—¿Sorprendido? —preguntó Ning.

—Ya lo creo —logró decir—. ¿Has estado aquí más veces?

Nora asintió con una pizca de orgullo.

—Un par de veces —admitió—. Ya sabes que estos últimos seis meses he cambiado en algunos aspectos. —Levantó la cabeza y asintió al camarero que le estaba haciendo señas para que le acompañasen—. Vamos, nuestra mesa está más al fondo.

Ningning mantenía el ritmo del camarero, pero Renjun le seguía algo rezagado. Se sentía  incómodo con esa ropa y sobre todo con las miradas que algunos de los comensales de las mesas adyacentes le dirigían. Lo hacían sentirse como una especie de objeto.

Sin querer, y cuando ya creía que los nervios se estaban disipando, dio un pequeño traspié. Tropezó y se hizo daño en el pie derecho. Bajó la mirada y vio que el zapato se había movido ligeramente. Se agachó rápidamente para ajustárselo bien, cuando entonces creyó percibir el tono de voz algo alterado de Ning. Aún agachado en el suelo, escuchó atentamente. A pesar del ruido que reinaba allí, Renjun no se estaba confundiendo. Por alguna razón,  Ningning estaba muy alegre.

Con el corazón incrementando su pulso, Renjun volvió a ponerse de pie y dio unos pasos más. Tal y como esperaba, Ning estaba hablando con alguien, pero lo que no se podía haber imaginado era con quién. Cesó inmediatamente de caminar. El corazón le dio un gran vuelco dentro del pecho y el miedo atroz volvió a invadirlo.

No podía estar pasando, o eso era lo que quería creer. Justo en su campo de visión, donde alcanzaba a ver la mesa que Ningning había reservado, había alguien más, a su lado. Un hombre alto, fuerte y... elegante. Volvía a verle de nuevo, sin ninguna intención de hacerlo… El mundo se paralizó y él más todavía. Sintió cómo sus extremidades se engarrotaban y congelaban. El nudo que se originó dentro de su garganta lo estaba ahogando.

En ese preciso instante, Ningning se volvió y no encontró a Renjun a su lado. Miró en ambas direcciones y no logró dar con él hasta que sus ojos volvieron por el camino que había recorridos segundos antes. Impaciente, efectuó un sutil movimiento de cabeza para indicar que se acercara. Renjun ni siquiera se inmutó. Es más, no podía mover ni un músculo del cuerpo. Creía que de un momento a otro sufriría un ataque al corazón.

Por instinto, el calor que sintió en sus venas provocó que se diera la vuelta, planteándose nuevamente una rápida huida.

Sin ninguna otra opción, divisó la puerta del baño y fue directamente hasta allí. Cerró la puerta con fuerza y comenzó a respirar demasiado rápido y fuerte. Se sujetó con ambas manos al lavabo para no caerse e inclinó la cabeza, cerrando los ojos y diciéndose así mismo que eso no era más que una pesadilla y que tarde o temprano despertaría, pero no.

No pasó demasiado tiempo hasta que escuchó una voz tras la puerta del baño. No era ningún desconocido, por supuesto. Ning echaba literalmente chispas.

Los ángeles también lloran [ADAPTACIÓN JAEMREN - NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora