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Ni en la peor de sus pesadillas habría podido toparse con algo semejante, por eso huyó tan rápido como pudo. Renjun estuvo a punto de perecer si no fuera porque algo dentro de él lo obligó a reaccionar, arrinconado como un animal salvaje, saltándose todas las reglas posibles. Aún el corazón le latía como un loco dentro del pecho, mandando a todo su cuerpo oleadas de sangre en llamas, ya que sentía un calor prácticamente insoportable, asomándose en su piel y sin ninguna intención de marcharse. No se lo pensó dos veces para salir disparado, rápido como una bala. Sintió que era una cuestión de vida o muerte, por eso optó por el camino fácil, saliendo por la ventana de su antiguo cuarto, sintiéndose un extraño en la que un día fue su casa.

Las imágenes se sucedían en su cabeza a una velocidad de vértigo, relatando hasta la actualidad su vida pasada, en concreto, su tormentosa e imperfecta vida personal. ¿Qué había hecho para merecer algo así? Si el destino existía, había trazado un plan para vengarse de él de la peor de las maneras.

El viento cortaba su cara con afán mientras seguía su incansable marcha hacia ningún sitio en particular. Hacía un frío de muerte pero no podía reparar en algo tan trivial como eso. Apenas había tenido unos pocos segundos para ejecutar su plan de escape, así que mucho menos habría podido coger algo de abrigo.

Cuando sentía que las fuerzas se estaban consumiendo en los músculos de sus débiles piernas, su marcha se volvió progresivamente más lenta, hasta que al final ni siquiera pudo dar un paso tras otro. Cayó al suelo sobre las rodillas, salpicándose el cuerpo con el agua de los charcos diseminados por todas partes. La lluvia caía con fuerza y estaba empapado hasta los huesos, pero en momentos tan sombríos como ese bien poco le importaban los resfriados o la sensación de sentirse profundamente calado. Seguía mirando con ojos inexpresivos en todas direcciones, temeroso de que en cualquier momento pudieran atraparlo, y entonces ya no podría volver a huir. Su cuerpo se encontraba ausente, todo lo contrario que su mente, que se afanaba en asimilar lo que acababa de ver en la isla. ¿Era cierto? Sí, sus ojos no podían engañarlo, y la distancia que les separaba no había sido suficiente para dejar algún rastro de duda. Era una
desgracia y al parecer no tenía arreglo. Era lo que más deseaba, pero el pasado que una vez enterró acababa de volver de golpe a su vida, abriendo bruscamente viejos recuerdos y grandes heridas que habrían desestabilizado a cualquiera y, lógicamente, él no era la excepción.

¿Cómo podía explicarse un momento como aquel? Renjun ni siquiera tenía palabras. Todo había sucedido demasiado rápido y las preguntas estaban en busca de alguna respuesta que tuviera cabida en la realidad. Y lo peor de ese infierno resultaba demasiado evidente. ¿Qué iba a hacer después de esa tremenda colisión e impacto emocional ¿Adónde iba a ir? Estaba claro que no podía volver, a menos que tuviese valentía para afrontar lo que se le venía encima, y desde luego ese no era el caso, porque le resultaba imposible concebir la sola idea de retroceder en sus pisadas y aparecer por allí como si nada le importase realmente, ya que su cuerpo le había pedido enérgicamente que huyera, pero era inevitable pensar en su familia, sobre todo en Ning.

¿Qué pensaría ella?

El silencio que emanaba cada rincón de ese páramo desierto no lo ayudaba lo más mínimo. Al contrario, se esforzaba por no caer rendido ante el miedo. Acababa de volverse como un chiquillo, indefenso ante el mundo y totalmente incapaz de volver a empezar su camino, evitando tropezar con la piedra más grande.

Años atrás prometió no volver a verle; olvidarle había sido lo más doloroso que había tenido que hacer en toda su vida, pero se obligó a sí mismo a seguir adelante, ignorando por completo sus sentimientos. Ahora se había dado de bruces con un futuro que no lo quería ni regalado. Es más, con esas condiciones ni siquiera quería seguir disponiendo de un futuro próximo.

Los ángeles también lloran [ADAPTACIÓN JAEMREN - NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora