Felix anduvo a lo largo del lateral de la mansión Lindworthys, refunfuñando para sus adentros todo el rato.
-De todas las cosas estúpidas que podía hacer. Dejarlo que me arrastrara fuera del salón de baile a un jardín desierto. Debería haber sabido que algo así iba a pasar-.
Felix hizo una pausa, admitiendo para sí mismo a regañadientes, lo muchísimo que había disfrutado del beso de Hyunjin.
-Muy bien, lo disfruté- gruñó. -¿Y a dónde me ha conducido? A merodear como un ladrón, esperando encontrar una entrada lateral que puede que exista o puede que no. Mis zapatos se están mojando, casi seguro que me he roto el dobladillo del traje con el rosal, y él no siente el menor deseo de casarse conmigo-.
Felix se congeló. Dios querido, ¿qué acababa de decir? Gracias a Dios, estaba hablando consigo mismo. Tembló y apretó los labios.
-Olvida ese pensamiento, Lee Felix- se ordenó torciendo la esquina de la parte de atrás de la mansión. En realidad, no quería casarse con Hyunjin, ¿verdad? Era imposible. Siempre había pensado regresar a Boston y asumir el control de la compañía de su padre. Cuando se casara, sería con algún agradable caballero americano que se sentiría feliz de dirigir la compañía junto con él.
¿Pero y si no lo encontraba nunca? ¿Y merecía la pena buscarlo cuándo tenía a un muy atractivo británico justo aquí y ahora?
Felix suspiró cuando el recuerdo de Hyunjin y los pocos minutos robados invadieron su mente. Era hora de ser razonable, decidió. ¿Realmente había alguna buena razón por la que ni siquiera debiera considerar la idea de casarse con Hwang Hyunjin, el "Oh –Tan –Altivo" duque de Hwang?
Bueno, en primer lugar, él era extraordinariamente apuesto. ¡Aparte de eso!
Bueno, además, nunca le hablaba con desdén. Demasiados caballeros se dirigían a las mujeres y a los donceles como si ellos fueran alguna clase de especie inferior, cuyo cerebro no estuviera totalmente desarrollado. Hyunjin siempre lo trataba como si lo considerara tan inteligente como él.
Que lo era. Pensó Felix silenciosamente asintiendo con la cabeza. También se sentía muy cómodo en su presencia. Cuando estaban juntos,
nunca sintió que tuviera que esconder su verdadera personalidad bajo una capa de artificio e ilusión. A él parecía gustarle Felix tal y como era.
Y tenía un delicioso sentido del humor, notablemente similar al suyo. Le gustaba burlarse despiadadamente de él, pero nunca con maldad, y era capaz de aceptar una broma igual a las que Hwang hacía. La vida con Hyunjin no sería aburrida, eso era seguro.
Y, desde luego, él era extraordinariamente apuesto.
Felix gruñó cuando casi pasó de largo la puerta lateral. Iba a tener que dedicar un poco más de tiempo a esta idea.
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Passion Splendide -Hyunlix-
Roman d'amourPoco antes de la fiesta en que será presentado en sociedad, Felix sale a dar un paseo vestido de criado para que nadie lo reconozca. El atrevido pelirrojo ya ha decidido que no quiere casarse y que rechazará a cualquiera que se le acerque. Pero un a...