CAPITULO 23

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"Esto es fabuloso" chillo Weds, al
ver las luces de la feria delante de
ella mientras Enid terminaba de
estacionarse correctamente.

"Lo sé, me encantan las ferias e
imagine que te gustaría venir...
llevan un par de días aquí"

"Es genial, me gusta" asintió Weds,
sonriéndole a Enid.

"Entonces... vamos" dijo Enid,
saliendo del auto.

Weds se acercó a Enid y tomo su
mano, entrelazando sus dedos.
Caminaron hasta el interior de la feria.

Los ojos de Weds brillaban, igual
que los de Enid. Eran un par de
niñas que tenían a su disposición
una gran cantidad de atracciones
y estaban ansiosas por estar en las
mayorías.

Weds quiso probar su fuerza, así
que decidió darle al martillo con
la finalidad de ganar el enorme
peluche de unicornio color purpura
para Enid. La ojinegra sorprendió a
todos los que se encontraban cerca
del juego al lograr que el platillo
subiera hasta lo más alto.

"Toma" Weds le extendió el enorme
peluche, sonriéndole tímidamente.
Enid tomo el peluche con su brazo
izquierdo, y con el derecho acerco
a Weds hasta su cuerpo y le dio un
profundo beso.

"Gracias, Weds" suspiro la rubia,
sobre los labios de Weds.

La ojinegra asintió, embobada por
aquel beso que se habían dado.
Rápidamente, Enid las guió entre
la feria, sosteniendo con su brazo
derecho el enorme peluche, y
teniendo su otra mano, entrelazada
con la de Weds.

Se detuvieron frente a una caseta,
y Enid decidió que era su turno
ganar algo para Weds. El juego
consistía en derribar aquella
pirámide construida con latas, que
seguramente tenían una trampa,
como la mayoría de los juegos en las ferias. Pero, Enid estaba decidida en obsequiarle algo a la linda ojinegra.

Gracias a que de pequeña jugaba
softball, y tenía un buen brazo para
lanzar, Enid consiguió ganar un pequeño peluche de Koala, y
se lo entrego a Weds, quien sonrió
tiernamente, y le dio un beso en los
labios.

Pasaron alrededor de una hora y
media entre juegos y divirtiéndose.
Riendo de las cosas que hacían y
sintiéndose feliz de estar juntas.
Weds rebosaba de felicidad al saber
que tenía la libertad de tomarle
la mano a Enid, y de que podía
besarla, aquello para ella era un
sueño hecho realidad.

Después de acabar con casi todas las atracciones, las chicas decidieron irse a un lugar más cómodo. Regresaron al auto y Enid manejo a la colina a la que Weds la había llevado en su primera cita.

Salieron del auto y la rubia coloco
una manta sobre el capo de su auto,
para después subirse junto a Weds y abrazarse, observando la luz de
las estrellas, y la imponente Luna,
sobre ellas.

"¿Sabes algo?" preguntó Weds,
continuando con las pequeñas
caricias sobre la cabeza de la
rubia.

"¿Qué?" preguntó Enid.

"Eres tan hermosa, como la Luna..."
suspiro Weds "En un principio me
eras inalcanzable, y ahora estas
aquí, conmigo... y eso se siente bien,
poder tenerte entre mis brazos...
Enid, tu brillas, para mí, tu brillas
como la Luna, y eres única, única
ante mis ojos... y simplemente,
eres la luz que necesito para que
alumbres mi camino... tu eres la luz
que me hace sonreír..."

Enid había decidido que era hora
de callar a Weds, así que rápidamente se colocó a horcajadas
sobre ella, y la beso dulcemente.
Poco a poco, sus lenguas se fueron
encontrando, y entrelazándose.

"Te amo, Weds" suspiro la rubia.

Weds sonrió, su felicidad era aquella mujer, y siempre lo seria, y el que ella le dijera que la amaba, era lo que más deseaba.

"Yo también te amo, Ens" asintió
Weds.

Y se besaron, demostrándose con
esa simple acción todo el amor que
sentían la una por la otra.

Pronto, Enid estuvo de regreso
entre los brazos de Weds, dejándose
abrazar y acariciar por la ojinegra,
mientras su cabeza descansaba
sobre el pecho de Weds y sentía el
palpitar de su corazón. En ese momento, empezó a sonar una
canción en la radio. Era una dulce
melodía y ellas se sintieron tan
identificadas.


Sus ojos se encontraron y ambas se
sonrieron, para después entrelazar
sus labios en un dulce beso.

"Enid, se mi novia" pidió Weds
a centímetros de los labios de la
rubia.

"Claro que si" asintió la rubia,
enredando sus brazos alrededor del
cuello de la ojinegra y uniendo sus labios.

ELLOS NO SABEN NADA DE NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora