Prólogo.

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Shadow había estado actuando extraño
desde que se había ido Maria.

Parecían los comienzos de su llegada. Lo había ignorado por completo y se había estado escondiendo en varios lugares. El Doctor Gerald y el Doctor Ivo lo habían estado buscando y sólo encontraron el anillo dorado.

—Esta deprimido.—

Fueron las palabras del abuelo. No sabia el significado real, pero... No se escuchaba bien...

No se había rendido en buscarlo, pero parecía que Shadow le seguía los pasos.

La manta estaba perfectamente doblada.

Su bowl con comida estaba intacto.

Las almohadas no estaban mullidas, pero... ¿Donde?

Alzó sus orejitas. Intentando escuchar algún sonido.

Nada.

—Shadow, no puedes hacer esto...—

Se estaba poniendo triste, quería que el azabache estuviera a un lado suyo, quería que estuvieran abrazados y mimarse.

—También la extraño, idiota...—

Un puchero se formó en sus labios y las lágrimas amenazaban con correr por sus mejillas. Suspiró e intento calmarse. Tenia que encontrar al azabache...

Aunque...

Giro hacia la cama de la rubia. Rápidamente fue hasta haya y escaló la colcha con cuidado.

Miro de un lado a otro, nada, ni una bolita como con la manta del abuelo.

—¿Shadow?—

Logro ver una pequeña agitación en la almohada, fue hasta haya y se metió entre esta y la cama.

—Shadow...— Veía dormir al erizo hecho bolita en si mismo. Llevaba la sudadera que le había regalado y su rostro se hundía entre la sabana de la cama. Sus orejas caídas y si miraba fijamente sus ojos...—. Tienes ojeras...

Sabia que no estaba durmiendo segun la exigencia de su cuerpo, desde antes del viaje de la chica, había estado más ansioso de lo habitual. Los dorsos de sus manos volvían a tener lugarcitos pelones donde se rascaba con las garras.

Sonic olio las sábanas, era el aroma de Maria.

—No se... Como ayudarte, pero...— Se acerco al azabache y lo abrazo, acurrucado lo en su cuerpo lo más que le permitiera la posición en la que había estado el contrario.

De alguna manera, Shadow también lo abrazo, ocultando su rostro en su pecho. Sonic podía sentir algo húmedo.

—Espero que esto te reconforte...—

No era como cuando dormían juntos. No había sonrojos, ni ronroneo. Sonic lo sentía más íntimo.

Mi pequeño amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora