Capítulo 13

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PASADO 12

3:09pm

No sé por qué me puse a pensar en la futura boda de Salomón porque justo en eso es lo que sueño cuando me quedo dormida. Estoy en la última banca en la iglesia, viendo la boda de Salomón con la Catira Regional. A medida que la ceremonia avanza, mi banca retrocede hasta que, cuando se dan el beso, estoy tan lejos que parecen dos hormiguitas.

Me despierto con un «nooo» atorado en la garganta y con el corazón golpeando mi pecho con más fuerza que un tambor de Barlovento.

Un dolor en el cuello me obliga a enfocarme de nuevo en la realidad. Mi cama es suave y mullida así que ahí no es donde yazco. Froto mis ojos y...

La verdadera pesadilla es la realidad. Sigo atrapada en el ascensor.

Una respiración rápida que no es la mía me llama la atención. Salomón sigue sentado en su rincón pero no duerme. Tiene sus manos contra su cara.

—Este, ¿estáis llorando?

—No —masculla detrás de sus manos.

—¿Y entonces qué te pasa, calabaza?

—Nada. —Remueve sus manos. Sus mejillas y su pecho se ven más oscuros de lo normal, pero tiene una pierna levantada y no me deja pesquisar si la causa de la aflicción está en sus pantalones otra vez.

—¿No me digáis que otra vez se te paró el muerto?

—¿Qué? ¡No! —Si hubiera una foto bajo la definición de «horror» en el diccionario, sería de Salomón en este momento.

—Ah, bueno perdón. Es que estáis respirando raro y te veis como un semáforo. —Hago como que tengo que frotarme los ojos otra vez para ocultar que mi cara se está volviendo un farol también.

—No es por eso. Es que, este, me empecé a sentir un poco mal hace rato.

Es como si me hubieran volcado un balde de agua fría encima.

—¿Qué tenéis? ¿Qué puedo hacer?

—Nada. No hay nada que hacer.

—Salomón, si me vais a vomitar encima por lo menos avísame a ver si me da chance de voltearme.

Un alarido de risa sale de su boca hasta que la aprieta firmemente.

—Por favor no me hagáis reír —masculla entre los dientes.

Mis ojos se abren como huevos hervidos.

—No me digáis...

—No te lo digo. Es más, ni lo penséis. Aquí no pasa nada. —Sacude su cabeza con fuerza—. Todo está bien. Podemos esperar hasta mañana si nos toca.

—Confieso que me quiero reír o poner a llorar, pero no quiero que me den ganas de ir al baño a mí tampoco así que no voy a hacer ninguna de las dos.

—¿Podemos pensar en literal cualquier cosa menos en ir al baño?

—En la escala del uno al diez, ¿qué tan peor es esta urgencia respecto a la anterior?

Si las miradas mataran la de Salomón me fulminaría.

—Bueno, bueno. —Con muy poca sutileza, agarro el pote de jugo de naranja que ha permanecido entre nosotros y lo pongo detrás de mí. Aunque fue muy noble en mantenernos sin sed, ahora ha causado otra crisis.

—¿Qué estabais soñando que te quejabas como si te quisieran quitar un pedazo de torta?

Vaya, sin saberlo ha dado con el clavo.

Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora