PASADO 17
6:58pm
Me abalanzo hacia mi clóset y lo abro de par en par. ¿Qué me pongo? O más aptamente dicho, ¿qué me pongo que haga que Salomón caiga de rodillas? Pero tampoco que me mande a la cárcel por indecencia.
Paso mi mano tras la ropa guindada. Esta camisa es muy larga. Esta muy ajustada. Esta no hace buena forma. Este vestido ya no me queda, tengo que dárselo a Valentina. Esta blusa le gusta a mami pero a mí no. Esta otra me gusta a mí pero a ella no. Saco esa y la acomodo sobre la cama.
Es una camisa marrón de una tela con textura a rayas que da bastante calor, y por fortuna para mami casi no me la pongo por eso. Lo que me gusta de ella es que es stretch y cuando me la pongo se ajusta a cada curva sin ocultar nada. Aunque tiene cuello alto y llega a la cadera, escandaliza a mi mamá. Esta es la propia.
¿Qué me pongo abajo? Dentro del clóset tengo una repisa con pantalones y faldas doblados. Pesquiso cada uno hasta que doy con el clavo. Una falda de jean a la cadera pero larga, que en teoría pasa el control de calidad de Violeta González de Machado. Creo que es porque no se ha dado cuenta que la falda se abotona alante de abajo a arriba, y en la parte de abajo no tiene botones por un buen trecho. La acompaño con unas sandalias marrones de plataforma que me van a ayudar en el cometido.
Me cambio la ropa en tiempo récord y me tardo un poco más en ponerme un maquillaje sencillo. Una sombra en los ojos apenas unos tonos más oscura que mi piel, máscara y un brillo en los labios que los hace ver más gruesos de lo que son. No quiero aparentar que hice gran esfuerzo, pero tampoco me quiero aparecer en la casa de Salomón toda sarrapastrosa como me vio todo el día de hoy.
Por último me echo un spray de perfume y me planto frente al espejo. Es una buna armadura.
El plan es tocar la puerta de su casa y pedirle a su papá o su mamá que me deje hablar con Salomón un mento. El truco es no entrar al apartamento para que él se vea obligado a salir. Le agarraré de la mano para que me siga por las escaleras y ahí mismo lo voy a besar con guáramo. Con todo lo que llevo guardado por años.
—¿Pa' dónde vais? —pregunta mi mamá desde la sala frente al televisor.
—Este, voy a devolver algo un momentico.
—¿Tiene que ser a esta hora?
—Sí, es rápido.
Ojalá no. Ojalá no sea un beso rápido.
Pero el programa en la televisión tiene que estar bueno porque no rechista más y me deja salir. Tranco la puerta con la llave observando el ascensor de reojo. Creo que he tenido suficiente por hoy de esa máquina.
Agarro las escaleras y en un tris estoy llamando al timbre del hogar de los Rodríguez Rincón. Respiro profundo varias veces mientras espero.
Obviamente todo va a cambiar hoy. Eso es algo que he temido por años. Pero ya no aguanto más. Necesito ser libre, parafraseando a Salomón hace unas horas. Necesito sacarme esto que llevo atorado en mi pecho desde hace tanto tiempo que no recuerdo cuándo fue que me enamoré de Salomón.
Y si él no siente lo mismo pues... finalmente tengo que salir adelante. Cualquiera de las dos cosas será buena para mí.
—¿Valeria? —Llega la voz apagada de la señora Gabriela a través de la puerta.
—Sí, hola.
Oigo las llaves y el pasador hasta que abre la puerta.
—Adelante, mija. ¿Todo bien?
—Sí, bien. Pero necesito hablar con su hijo un momento. —Me quedo plantada afuera.
Quizás ella adivina un poco mis intenciones porque entrecierra los ojos.
—¿De verdad todo bien? ¿Él no se portó mal contigo, no?
—No, no. Para nada. Todo bien. —Sacudo mis manos—. Es solo un momento.
—Ah, bueno, es que él no está. —Pero antes de que el balde de agua fría termine de vestirse sobre mí, ella agrega—: Salió a las áreas comunes porque se siente claustrofóbico.
—Chévere, entonces lo voy a buscar.
—'Ta bien, y aprovecha pa' decile que la cena está lista. Si queréis te hago un plato.
—No, gracias. Justo acabo de comer. —Sonrío y sacudo la mano en despedida y me deja ir sin más.
Dos veces trastabillo por las escaleras en mi prisa por bajar a las áreas comunes, y solo la providencia me ataja. Hago una pausa cuando llego a la entrada del edificio y porque me doy cuenta que he empezado a sudar. Me acomodo el pelo y la ropa y salgo hacia los jardines en busca de Salomón.
Yo sabía que hoy iba a ser un día especial desde la mañana. Solo que no me hubiera imaginado que iba a ser el día en que finalmente besara a este chamo.
Hay una brisa caliente que remueve las hojas de las palmeras plantadas en jardineras que sirven como bancas. Rodeo varias, mi corazón saltando cada vez que creo que una sombra puede ser él. Así llego casi a la entrada de la residencia y lo consigo, sentado en una jardinera en los brazos de otra chama.
Inhalo con tanta fuerza que les llama la atención. Salomón, estando de frente a mí, es el primero que nota mi presencia. Se separa de la chama con tanta fuerza como lo hizo de mí hace unas horas.
—Valeria...
Doy una vuelta y con más energía de la que me pensé capaz, corro por toda la residencia como si me persiguieran unos malandros.
—¡Espera!
Ni loca. Ni me detengo ni le contesto. Un sollozo emerge de mi pecho y lo contengo ahí. La puerta del edificio quedó entreabierta para mi fortuna, así que no disminuyo mucho la velocidad. Entro y la cierro con fuerza.
Salomón venía varios metros atrás y mientras forcejea con la puerta yo presiono el botón del ascensor rápidamente. Tengo que cubrir mi boca para que no escuche que estoy llorando. Sus llaves hacen ruido como campanas mientras abre la puerta. Pero al fin tengo suerte porque el ascensor llega antes de que Salomón termine de entrar.
De prisa, aprieto el botón de mi piso y hasta empujo las puertas para que se cierren más rápido. Entre la pequeña rendija veo a Salomón entrar al lobby. Sus ojos consiguen los míos y da un paso.
Pero es muy tarde. Esta vez el ascensor se cierra antes de que él pueda atravesar su pie. Y con el cierre de sus puertas, yo cierro mi corazón de una buena vez por todas. Al final de cuentas todo lo que sube tiene que bajar, así como la han hecho mis esperanzas.
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Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)
عاطفيةValeria y Salomón son vecinos de toda la vida que no se soportan... hasta que se quedan atrapados en un ascensor. *** Valeria es odiosa y Salomón es mujeriego. Si no fuera porque sus mamás son amigas, ella no lo querría ni ver en pintura (aunque en...