Capítulo 14

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PASADO 13

3:28pm

—Nada, nada. Solo era un chiste. —Muestra una sonrisa con dientes apretados—. Vos sabéis, me las doy de que soy el mejor prospecto de la cuadra ja, ja, ja.

—Jaa, jaa. Si bueno, vos no estáis en la lista de candidatos.

«Na' más sois la lista completa».

Salomón se aclara la garganta y soba sus muslos con más fuerza. Los músculos de sus hombros y brazos saltan con los movimientos pero no los admiro por mucho rato al recordar que tiene radares para detectar buzas profesionales.

—¿Cómo vais? —pregunto ante la aparición de venas que sobresalen por su cuello.

—Aquí, pasándola chévere con mi vecina favorita. Cero humillación ni nada. Todo muy divertido.

Aprieto mi puño contra mi boca para no reírme.

—¿Qué puedo hacer pa' ayudarte? ¿Me pongo a lanzar alaridos otra vez?

—Este... —Su voz se quiebra—. Sí, porfa.

—Bueno, no te vayáis pa' ningún lado —bromeo mientras me levanto y Salomón levanta su cara para fulminarme con rayos láseres.

Sin su ayuda no llego al borde del piso, pero hago mi mejor esfuerzo de pegar gritos hacia el hueco. Hago otro remix de los clásicos «auxilio», «ayuda» y añado «hasta cuando no nos van a parar bola». Pero esa improvisación es precisamente lo que nos precipita hacia la catástrofe. Porque en vez de llamar la atención a nuestros vecinos desprevenidos, le da risa a Salomón.

—Noooo, Valeriaaaa. —Salomón se retuerce hasta caer de lado sobre el suelo, su cabeza encima de una bolsa plástica de supermercado.

—¡Perdón! ¡Perdón! —Me arrodillo a su lado—. Aprieta como nunca has apretado en tu vida.

—Deja de sonar como que te queréis reír.

—Estoy más seria que un tiro —miento por su bien—. Voy a gritar cosas serias ahora.

—Okay. —Su voz sale como un hilito.

Me desgañito por un buen rato. De vez en cuando hago pausa para respirar y también para chequear a Salomón. Se logra sentar de nuevo con sus piernas cruzadas a nivel de las rodillas. Respira tan rápido como una mujer en trabajo de parto.

Qué lástima que no tengo una cámara para preservar este momento para la historia. Generaciones futuras se lo perderán.

Ahora me toca hacer ejercicios de respiración a mi para no reírme.

—¿Qué es este escándalo ladilla? —Llega una tercera voz.

—¡Aquí! ¡En el ascensor! ¡Somos Valeria y Salomón! Llevamos no sé cuántas horas encerrados en el ascensor que no funciona. —A estas alturas casi no me queda voz y mis palabras salen roncas y agolpadas las unas sobre las otras.

Otro set de zapatos se acerca.

—¿Los hijos de la Machado y los Rodríguez? —Contesta una voz querrequerre que reconozco muy bien.

Normalmente este vecino regañón me hace sentir como una niñita de primaria a la que la maestra la tiene castigada, pero en este momento siento que me desmayo de alivio.

—¡Sí! —exclamo—. Señor Olegario, ¿le puede avisar a nuestros papás de la situación?

—¿Y Salomón por qué está sin camisa?

Eso es lo menos importante pero lo conozco. Es como un perro que no deja ir el hueso.

—La mía se rompió y Salomón me dio la suya. Pero de verdad necesitamos ayuda, llevamos muchísimas horas aquí.

Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora