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"Molestias"

A veces pienso que te odio porque tienes todo eso de lo que yo carezco y que me parece tan imposible de soportar. Pero luego me doy cuenta de que son justamente esas cosas las que adoro de ti.

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[...]

Estaba soñando de nuevo.

Esa era la única explicación que tenía. ¿de que otra manera podría explicar que el estuviera aquí?.

Vestía esos tradicionales trajes de sacerdote, mientras jugaba con las burbujas, su cabello negro y extraño flequillo resaltaban junto sus orejas perforadas.

¿Flequillo?, fue curiosos que en su rimer encuentro le dijo por ese apodo, aunque el solo sonrió diciéndole anciano por su cabello blanco.

Ambos actuaban como mocosos mimados, aunque a diferencia suya, el había actuado de manera más educada y cordial con los superiores.

Pero no había forma de que el estuviera aquí. No después de que...

— ¿No hay forma de que esté aquí, cuando me mataste? ¿Es eso lo que piensas Satoru?— sonrió cerrando sus ojos.

— Si, debo estar soñando...que molestó— suspiro molestó mientras miraba el cielo claro y nubes blancas.

— ¿Te da miedo? ¿Que me convierta en un horrible fantas que te persiga todas las noches?— esa voz le resultaba molesta.

Incluso muerto, este hombre le seguía causando problemas, ya tenía suficiente lidiando con el desastre que causó con sus seguidores.

— ¿Te arrepientes, Satoru? De haber matado a tu único amigo—.

Sus constantes palabras eran tan fastidiosas, deseaba poder moverse y gritarle que no le importaba. Pero su cuerpo era pesado, como si estuviera cayendo en una neblina borrosa.

Si, el había sido su mejor amigo, el único que había tenido.

Era un hecho que jamás podría cambiar.

Pero también era una de las personas que más odiaba. Fue la única persona que logro herirlo, que lo traiciono al abandonar su camino como hechicero y rebelarse.

Incluso si odiaba a los superiores, tampoco quería descargar esa ira con las personas normales.

Sentía como si estuviera mirando así mismo, escondiéndome detrás de un velo oscuro, lo que hacía que mi entorno pareciera algo borroso y grisáceo.

Mientras flotaba en el aire, reconoció los rostros borrosos de las personas frente a él.

Su amigo, Suguru.

La chica que no pudo proteger, Riko.

Su profesor, Yaga.

¿Hasta cuándo seguirían molestandolo? ¿No podían abandonar el mundo físico y ahora vivirían sus días apareciendo en sus sueños?.

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