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"¿Lástima?"

«La parte más difícil de mi trabajo es ser amable con la gente estúpida»

[...]

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[...]

— ¡¿No sabes lo que es el autocontrol?!— Utahime bloqueo los labios del chamán juntando sus manos y colocándolas en los labios de Satoru que amenazaba con besarla.

El no tuvo la idea de contenerse cuando estaban los chicos presentes y ese hombre detestable. Ahora que ambos estaban solos

— Nunca me he frenado a mi mismo en cuanto a mis instintos, además aquella vez dijiste que podía hacer lo que quiera ¿No te estás contradiciendo a ti misma?—.

Debido al que estaban en un piso alto y apartado nadie podía observar con claridad la escena de Satoru intento acercar sus labios al rostro de Utahime y como está luchaba con sus dos brazos para alejarlo.

— Eso y esto son situaciones muy distintas, de cualquier manera tengo una reputación que mantener— ella no podía permitir que se esparciera un rumor de aquel había dormido con alguien. Ya que su escusa para no atender clientes nocturnos se arruinará.

¿No tuviste ya un amante? ¿Cual es la diferencia?, podía imaginar las palabras que le dirían mientras intentaban convencerla de que realizará aquellos actos.

Además ella sabía lo que es la vergüenza, a diferencia del idiota delante de ella que no parecía importarle que estaban a plena luz del día.

— ¿Entonces está bien si vamos a un lugar apartado?—.

— ¡Ya dije que no!—.

— Entonces debes aguantar Uta-chan, ya que es tu culpa— Satoru se declaró inocente, podía ser egoísta aquella idea, pero fue el quien sufrió de los constantes sueños que lo atormentaban en la noche en especial cuando probó sus labios y disfruto de rozar su piel.

El no era un monje vegetariano, ¿Cómo podría controlarse después de probar un delicioso trozo de carne?. El no estaba tan loco para hacer tales actos a luz del día en público, sobretodo porque no quería que nadie más viera a Utahime, solo quería demostrar su dominio sobre ella.

Sobretodo al observar sus adorables reacciones, ¿Era demasiado inocente o testaruda para ser una Cortesana? Definitivamente lo era, pero ver sus mejillas calientes y sus temblorosos labios le pareció tan tierno que no se percató de la pequeña presencia que estaba detrás de él.

Solo cuando el dolor fue suficiente para despertarlo de su ilusión, se percató de la pequeña mano que jalaba su cabello.

— ¡Gojo-sensei!— la risa y alegría del pequeño contrastaba con la sorpresa de los adultos que observaban el mechón de cabello que sostenía en su mano.

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