14. ¿Entendiendo?

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"A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad."

-Star Wars: Episodio I -
La amenaza fantasma


—La gran Alyson Smitt le ha rechazado la camiseta a Matt Hemmings —canturrea Leia entrando por la puerta de mi pequeño hogar

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—La gran Alyson Smitt le ha rechazado la camiseta a Matt Hemmings —canturrea Leia entrando por la puerta de mi pequeño hogar.

—No me lo recuerdes. —Gimo tapándome la cara con un cojín.

—Nadie, nunca ha conseguido verle sin camiseta y tú. —Me señala con el dedo de forma acusante —. Le has negado el gesto.

Entrecierro los ojos, dándole la espalda a mi ahora, irritante amiga.

¿Por qué nunca se quitaba la camiseta como el resto de sus compañeros? Está fuerte, lo único que puede ocultar aquella prenda es una perfecta y definida tableta. Quizá algún tatuaje del que se arrepiente o una mancha de nacimiento demasiado grande y que le causa complejo. No se me ocurren más razones por las que un chico tan atractivo y creído como Matthew no deja que el mundo le contemple embelesado ese perfecto cuerpo. ¿Qué otra cosa puede ser?

—Lo que está claro es que tiene gran interés en ti. —Leia rompe el silencio, subiendo los pies a la mesa que está justo delante del sofá.

Frunzo el ceño, porque aunque sus palabras me dan una especie de esperanza y me encienden las mejillas, no puedo evitar rechazar ese pensamiento, sabiendo que no puedo dejarle acercarse más de lo estrictamente necesario. Lo único importante es la apuesta y tengo que desechar otros posibles que me hagan sentirme vulnerable y abierta a que me hieran nuevamente.

—¿Por qué debería de tenerlo?

—Alyson. —Me mira, como si fuera una pregunta estúpida la que acabo de formular —. Eres la persona más interesante que conozco.

Suelto una carcajada irónica mirando los calcetines de aguacates que tengo puestos

—Si me conociera profundamente se le quitaría...

—Quizá le haría tenerlo más, ¿no crees?

Recuerdo el beso dulce que había dejado en mi mejilla y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Realmente se ponía tonto cuando bebía.Camino hasta el frigorífico, sacando el zumo y llenando las dos tazas, metiendo un paquete de palomitas de mantequilla en el microondas. Mientras veo como gira pienso en lo realmente jodida que estoy desde que la mirada azul se cruzó en mi camino. Pero no pienso admitirlo ni delante de un tribunal.

Aquella mañana de domingo nos la pasamos hablando de banalidades del instituto, comiendo palomitas y bebiendo zumo de naranja. Las nuevas parejas formadas que según ella no va durar mucho, de los cuernos, las rivalidades entre algunos chicos o las peleas recientes. Me cuenta que una chica ha dejado recientemente el curso por "motivos familiares" pero que el rumor de que está embarazada pulula por todo el centro. Me dice que a pesar de todo, el nombre más resonado es el mío, ganándome un odio para nada comprensible desde que Matt gritó mi nombre en la cafetería del instituto.

—Desde que apareciste Matthew no es el mismo. Sale de fiesta a menudo, bebe, falta a clases, hay gente que dice que hasta le han visto fumando.

—Vamos. —Me levanto del sofá de mala gana —. Ahora voy a ser yo la mala influencia.

—Solo creo que ahora puede vivir como un adolescente normal —susurra—. Eso es lo que ha cambiado.

—¿Cómo que ahora?

Ella no responde. Quizá ni ha escuchado mi pregunta, porque se levanta y enciende el altavoz, poniendo "Princesses don't cry" de Carys, nuestra canción. Baila acercándose a mí con los brazos extendidos, cogiendo mis manos y obligándome a bailar con ella. Me muerdo el labio reprimiendo una sonrisa y accedo sin rechistar. Y en cuestión de segundos, el salón queda invadido de la calidez de nuestras risas.

Estoy demasiado saturada cuando me tumbo en la cama pasadas las once de la noche, por fin se ha ido Leia a su casa

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Estoy demasiado saturada cuando me tumbo en la cama pasadas las once de la noche, por fin se ha ido Leia a su casa. Debería haberme duchado, pero en vez de eso me dedico a cotillear el perfil de Instagram de Matthew. Tiene varias fotos suyas y algún que otro video haciendo covers de canciones demasiado buenas. Una cuenta con muchos seguidores, demasiados likes y comentarios. Realmente es un chico popular, cosa que no me extraña en absoluto. Siento cierto remordimiento dentro. La expresión vacía cuando susurró las palabras carentes de emoción "Una pena" me revuelven por dentro. Si hubiera aceptado no se la habría quitado, no delante de tanta gente. Me froto la sien de forma desesperada. Soy yo la que está saboteando la maldita apuesta. Consciente o inconsciente cuando él se acerca, yo huyo. Y sé perfectamente por qué. Porque mis sentimientos van más allá de querer destrozarle como debía ser en un principio. Ya no quiero hacerle daño.

Matt, ¿lo hago para protegerte a ti o para protegerme a mí misma?

Quizás muy en el fondo, no quiero saber la verdad. Mi mente es un completo caos. Recuerdos fragmentados, pesadillas sin sentido y ningún progreso en recordar lo vivido. Muchas imágenes borrosas, conversaciones incompletas y lagunas en la extensión de mi fracturado cerebro. Pero todo eso forma parte de algo, ¿el qué?

¿Hay algo más duro que mi relación con Andrew?

Andrew.... Algo resuena en mi cabeza, pero solo es ruido blanco, como el de una radio sin sintonizar.

Llegados a este punto, no creo que haya algo peor a los meses que mi ex me tuvo encerrada en esa cabaña. Donde dejé que me volviera prisionera a causa de una amor no correspondido y que solo existía de mi parte. Después de varios años, entendí que para él no fui más que una marioneta con la que jugar a sus juegos estúpidos y maquiavélicos tan alejados del amor que a día de hoy me asusta como mi yo del pasado pudo caer en esa trampa. Me pregunto si en un futuro seguiré igual de ciega como para caer de nuevo en algo así. Algo que no me merezco y de lo que casi salgo sin vida.

¿De qué tengo tanto miedo?

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora