37. Jugando con fuego

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"Toda mudanza, desosiega el alma."

-Miguel de Cervantes


Al abrir los ojos sigo en el suelo, pero esta vez mi cabeza reposa sobre las piernas de Matt

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Al abrir los ojos sigo en el suelo, pero esta vez mi cabeza reposa sobre las piernas de Matt. Al ver mi mirada fija en él, su expresión cambia, pasando de la angustia al  alivio. Su mandíbula tensa y sus labios apretados cambian a una sonrisa torcida y liviana algo fingida.

—¿Estás bien? —susurra con los ojos  vidriosos, en un hilo de voz que denota que en cualquier momento puede quebrarse y empezar a llorar.

—De puta madre. —Me incorporo totalmente recuperada y acaricio su mejilla, achinando los ojos sonriente, haciéndole comprender que realmente estoy bien.

No es la primera vez que me pasa, aunque sí hacía mucho tiempo desde la última vez.

Aún recuerdo ese día como si fuese ayer. El miedo a que me ocurriera de nuevo se disipó gracias a la ayuda de mi terapeuta, la cuál,  de forma empática y nada agresiva me ayudó a lidiar con mis emociones, explicándome punto por punto, las causas de esto y la manera de prevenir otro suceso así.

Me explicó que una emoción tan grande como el miedo podía ocasionar una bajada de la presión arterial, motivo por el cual podría llegar a una pérdida del conocimiento de apenas unos minutos , del cual me recuperaría rápidamente.

Debido a la hiperventilación, que aumentaba la cantidad de oxígeno en sangre, provocaba una sensación de asfixia, hormigueo de las extremidades  así como también del mareo y el vértigo, pudiendo en algunos casos, acabar en una pérdida leve de la conciencia.

—Venga, que hay que ir a comer —le digo al rubio de forma suave cuando sigue en la misma posición en la que me lo encontré cuando abrí los ojos.

Él se muerde el labio,  incorporándose y me levanta el dedo pulgar, cosa que me hace reír, liberando la tensión que debe sentir dentro.

—¿Segura que estás bien? —La pregunta me hace mirar su perfil mientras camina lentamente a mi lado.

—Si, de verdad, es solo...

—¿Ansiedad? —Asiento, intentando quitarle importancia para no recordar el mensaje anónimo que aún descansa en mi móvil —. Tiene que ser... —Hace una pausa, mordiendo el piercing de su labio —. Jodido.

—A veces no puede evitarse.

—Puedes contarme lo que sea —susurra poniéndose delante de mí y posando sus manos en mis hombros —. De verdad, Alys. Me importas mucho y no.... No quiero que te sientas así nunca, por nada. Quiero ayudarte.

Le abrazo con fuerza, hundiendo la cabeza en su pecho y él me devuelve el gesto.

Permanecemos largos minutos así, en silencio, mientras mi alma se apacigua y se llena de tranquilidad, dejando que su aroma a One Million se impregne en mi ropa. No necesito nada más.

Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora