🔥VIII🔥

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-¿Seguro que no quieres quedarte en el hotel? (dijo mirándome con las cejas levantadas)

-La pregunta más bien sería, ¿quieres tú quedarte en el hotel? (dije poniéndome frente a él)

-Me encantaría (dijo poniendo sus manos en mi cintura)

-¿Y qué te gustaría hacer? (dije llevando sus manos al borde de la toalla)

-¿Quieres la verdad? (dijo sonriendo provocandome)

-Claro que sí (dije mordiendome el labio)

-Me gustaría quedarme en el hotel y comerte entera (dijo abriendo un poco mi toalla)

-¿Y yo a ti no? (pregunté sonriendo)

-Quizás tengas tiempo después, pero primero me encargaré de conocer cada centímetro de tu piel (dijo mirándome a los ojos)

Sonreí ante su mirada y cogí su mano, hice que soltara la toalla haciendo que esta cayera al suelo quedando así completamente desnuda frente a él. Mordiéndose el labio bajó la mirada para admirar mi cuerpo, acariciando mi cintura sonrió y volvió a subir su mirada a mis ojos. Lo miré con algo de vergüenza y entonces posó sus manos en mi cintura para acercarme a él y hacer que me sentara encima suyo apoyando mis rodillas en la cama. Puse mis manos sobre sus hombros y él me miró una vez más sonriendo, pero esta vez su mirada gritaba lujuria y excitación. Poco a poco me acerqué a él y en pocos segundos nos fundimos en un necesitado beso, beso que poco a poco subió la temperatura, más de lo que ya estaba si era eso posible y sin dejar de acariciar mi cuerpo nos dió la vuelta dejándome tumbada sobre la cama y él encima de mi. Empezó a besar cada parte de mi y creo que podríais imaginaros lo que vino después, acarició cada parte de mi cuerpo, besó cada centímetro de mi piel y sació el hambre que tenía de mi. Al acabar, más que extasiada lo miré sonriendo y sin más dilación hice exactamente lo mismo. Primero me deshice de su ropa, lo miré sonriendo y mordiéndome el labio acaricié cada rincón de su piel, tras recogerme el pelo para que no me molestara lamí cada parte de su cuerpo saciando mi hambre. Cuando ambos estuvimos satisfechos nos quedamos tumbados en la cama, abrazados y aún desnudos, cosa que no importó a ninguno de los dos. 

Rumbo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora