Naruto - Lazos de Nuestro Destino ✔️

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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto

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Capítulo 1

Naruto se sentó en la barandilla y contempló la noche. El paisaje formaba un patrón abstracto de luces y sombras, la luz de la luna rebotaba en la nieve de las montañas y luego desaparecía en las grietas. Intentó recordar si algo de todo aquello le había parecido diferente cuando llegó aquí hacía casi tres años, pero no se decidía. Podría ser la montaña, pero también podría ser él.

Tenía que volver mañana.

Oyó una puerta que se abría y cerraba tras él y sintió el suave movimiento del aire provocado por su presencia. Ella pasó junto a él y dejó algo en el suelo. Apartó los ojos del paisaje y la miró.

Estaba arrodillada en el suelo con un kimono, las mangas recogidas y el largo pelo negro azulado recogido en una cola baja. Empezó a preparar el té con calma, moviendo las manos con movimientos lentos y certeros, mezclando el agua y el té, y luego batiéndolo hasta formar una espumosa espuma verde. Se levantó y le tendió una de las tazas.

"Toma, Naruto-kun -dijo, con voz tranquila y suave, pero sin el tembloroso borde de nerviosismo que había tenido antes.

"Gracias, Hina-chan", dijo él, cogiendo las dos tazas, que parecían diminutas en sus grandes manos, para que ella pudiera subirse a la barandilla junto a él. Ella se bajó las mangas antes de acercarse ligeramente a él y tomar de nuevo el té con una sonrisa de agradecimiento. Se sentaron uno junto al otro en silencio durante unos minutos, con el té caliente en las manos, hasta que Naruto finalmente no pudo soportarlo más.

"¡No estés tan nerviosa, Hina-chan! Todo va a salir bien. No veo la hora de volver y demostrarle a ese Sasuke quién es el mejor. Jejeje, voy a patearle el culo en los exámenes jounin. Nadie podrá vencerme, ¡el próximo Hokage!". Miró a Hinata. Ella le dedicaba una media sonrisa, pero él podía ver la duda en sus pálidos ojos. Su cara decía claramente: "Sé lo que estás haciendo, y te lo agradezco, pero no está funcionando".

En los últimos tres años habían aprendido a leerse el uno al otro casi a la perfección.

Él le sonrió con pesar, dándose cuenta de que ambos sabían lo que estaba pasando. Se terminó el té de un trago y luego pasó una pierna por encima de la barandilla para dejar la taza en el suelo. Cogió a Hinata y tiró de ella por la barandilla hacia él, hasta que quedó apoyada contra su pecho. La abrazó con fuerza y miró las montañas por encima de su cabeza.

"Esto no me gusta", dijo haciendo un mohín. Seguía teniendo tendencia a comportarse como un niño cuando se enfrentaba a demasiadas emociones contradictorias.

Hinata suspiró y enterró el costado de su cara en el hombro de él. La única persona con la que habían tenido contacto en los últimos tres años era El Quinto y las cartas que habían recibido no habían sido nada esclarecedoras. Tres años era mucho tiempo, suficiente para que hubieran podido ocurrir muchas cosas.

Hinata frunció el ceño contra el hombro de su amado. Sin duda, les habían pasado bastantes cosas.

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