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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto

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Capítulo 12

Entonces, está decidido. Bajarás de esta montaña olvidada de Dios y entrenarás en nuestra casa durante el invierno". Yasu estaba en el patio, con la bolsa llena de pergaminos, listo para volver a casa.

"Yo no llamaría a esta casa olvidada de Dios", refunfuñó Sora, apoyándose en el poste de la escalera.

"Da igual", sonrió a los dos gennin sentados uno al lado del otro en las escaleras. "Así que os veré a los dos dentro de unos meses. Nori os enseñará taijutsu. Mientras tanto, nosotras podemos trabajar en genjutsu y Sora cuidará de Miki".

Sora resopló. "Deja a la niña conmigo, que voy a quitarle esos kimonos que siempre lleva y a ponerle ropa de juego adecuada".

Yasu sonrió. "No harás nada de eso. Está monísima con kimonos".

Abrió los brazos y, poniendo los ojos en blanco, Sora fue a darle un abrazo a su vieja amiga.

"Cuídate", susurró Yasu.

"Tú también. Dale recuerdos a Nori y a Miki", le susurró Sora.

Yasu se apartó y empezó a caminar por el patio hacia la puerta. Volviéndose, saludó a Naruto y Hinata. "Nos vemos pronto". Abrió la puerta de golpe y se coló por ella.

Sora sacudió la cabeza y se agachó a recoger su taza de té. "Sinceramente, la mujer...", se interrumpió mientras tomaba un sorbo de té.

Luego se puso a dar saltitos, jadeando mientras se llevaba la mano a la boca. "Caliente", jadeó.

Naruto se revolcaba en el suelo de la risa. Sora levantó la vista y lo fulminó con la mirada. "Naruto..."

"¡Ja, ja! Te he pillado bien!" La señaló y siguió riendo. "¡Te he puesto guindilla en el té mientras abrazabas a Yasu!". De repente se dio cuenta de que Hinata le estaba sacudiendo el hombro y diciendo su nombre.

"¿Eh?" dijo mirándola.

"¡Corre!" dijo ella.

Estaba tan ocupado riéndose que no vio el vapor que salía de las orejas de Sora. De repente se dio cuenta de que lo mejor era correr. Rápido.

Subió las escaleras y entró en la casa, con Sora pisándole los talones.

"¡Maldita sea, Naruto! Te voy a matar!", gritó.

Hinata negó con la cabeza y siguió sorbiendo su té.

La Gran Guerra de las Bromas había comenzado.

Sora odiaba escribir informes. ¿Por qué tenía que hacerlos? ¿No le bastaba con ocuparse de ellos? Además, Obaa-chan no paraba de quejarse de los informes que escribía. Eran demasiado cortos. No eran lo suficientemente detallados. No llegaban cada mes como había prometido.

Sinceramente, la mujer se quejaba de todo. Aún así, habían pasado dos o tres meses desde su último informe. ¿Había enviado uno desde la última gran pelea entre ella y Naruto? No lo creía.

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