6. Te ves alegre.

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 Aziraphale vio a Dudley caminar hacia su mesa y se quedó metódicamente quieto. Había olvidado cómo se suponía que actuaba normalmente. Dudley pareció no notarlo y empezó a hablar mientras le dejaba los papeles sobre el escritorio. Aziraphale miró los papeles con gran fijación y cuando Dudley le preguntó por los mensajes que venían de la Tierra, Aziraphale no respondió.

 Dudley lo miró a la espera de una respuesta, pero Aziraphale ni siquiera estaba al tanto de que le había preguntado algo. Dudley se extrañó, Aziraphale siempre le prestaba atención.

– ¿Hay algo que te preocupe?

 Nuevamente Aziraphale no escuchó y Dudley empezó a pensar que había hecho algo mal, que lo había ofendido y que ya no querría volver a hablarle.

– ¿Hice algo que te molestara? ¿Es porque hablo mucho? Uriel siempre dice que hablo mucho. Gabriel también lo dice, todos lo dicen.

 Aziraphale podía estar un poco (bastante) absorto en sus preocupaciones, en sus deseos, pero la voz angustiada de Dudley llamó a su compasión.

 Sacudió la cabeza efusivamente.

– ¡Nada de eso, Dudley! Eres el único ángel con quien me agrada hablar aquí, lo lamento. Es que... Un mensaje que llegó de la Tierra me dejó preocupado – inventó Aziraphale.

 El alivio de Dudley fue gigante. Su sonrisa también.

– Oh, con que era eso. Déjame ver, tal vez pueda ayudarte.

 Dudley se apresuró a inclinarse para leer el mensaje en el rectángulo. Aziraphale no llegó a impedirlo.

– Mh. No es nada más que el Padre Nuestro... – dijo Dudley apartándose.

 Aziraphale intentó pensar algo lógico para decir.

– Y... ¿no crees que es ambiguo?

– Millones de personas lo dicen, en la misma situación que ese hombre, es una tradición, nada de qué preocuparse – dijo Dudley con una sonrisa, inmensamente feliz de poder ayudar a un ángel con la experiencia de Aziraphale.

– Sí, pero...

– Nada de eso – dijo Dudley seleccionando "Desestímese" – Problema resuelto ¿Estás mejor?

 Aziraphel sonrió y en el fondo se sintió un poco mal de que Dudley fuera tan fácil de engañar.

– Gracias Dudley, esa fue una gran ayuda.

– ¡No hay de qué! Avísame ante cualquier otro problema. Ahora me voy así continúas ¡El trabajo apremia! – dijo y se fue al trote, como siempre.

 Cuando Aziraphale estuvo seguro de no escuchar el roce de la falda de Dudley al caminar, con mucho cuidado rebuscó en los papeles, buscó en los sobres marrones con su manos torpes y sus dedos que parecían enredarse para impedirle actuar con el sigilo y la agilidad que necesitaba. Y la encontró. La sostuvo entre sus dos manos y miró hacia todos lados, temiendo que alguien lo viera. Abrió el sobre con tal cuidado que parecía que de ello dependía la continuidad del universo. Y desplegó el papel. Sonrió. El papel, salpicado de las letras de Crowley. Aun sin haber leído una palabra, Aziraphale estaba muy feliz.

"Uno hubiera creído que Dios le pondría más esmero si la idea era mantenernos separados, pero le daré la bienvenida a esa incompetencia.

No te culparé, porque yo tampoco noté que era tu letra.

Es bueno saber que estás bien. Yo estoy en Redacción, que es simplemente estar en un cajón, escribir lo que te piden, responder cartas, redactar, y llevar al buzón las que son para enviar, las que no son para enviar las tiro al piso, son basura.

Letter - Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora