Dios todo lo sabe. Eso es un hecho. Puede decir muchas cosas, porque le encanta hablar, pero siempre sabe todo, lo que es cierto, lo que no y lo que es un poco cierto y un poco mentira. Así, cuando supo que Crowley y Aziraphale habían ultimado todos los detalles de su decisión, los hizo aparecer ante ella.
Para Crowley y Aziraphale fue inmediato. Un segundo se sonreían el uno al otro satisfechos con las manos aún entrelazadas, y al siguiente volvían a estar frente al ventanal, frente a la Tierra, y, más importante, frente a Dios.
Se soltaron las manos y Aziraphale se alisó las arrugas del saco antes de enfrentar la mirada profunda de Dios.
– ¿Y bien? – dijo Dios con una sonrisa que marcó las más perfectas curvas en sus redondas mejillas. Más perfectas que las de Aziraphale, pensó Crowley; y eso era mucho decir, agregó para sí mismo. Muchísimo.
– Primero queremos hacer un par de preguntas– dijo Aziraphale en tono claro.
– Suena justo, pero no antes. Primero me dicen que decisión tomaron y luego las preguntas. No pueden retractarse.
Crowley y Aziraphale intercambiaron una mirada.
– Está bien– dijo Aziraphale.
– Decidimos irnos. Lejos de la Tierra, lejos del Cielo y del Infierno– dijo Crowley haciendo ademanes muy explícitos con sus manos, como para que no quedaran dudas de que querían irse.
– ¡Oh! ¡Maravilloso! – exclamó Dios con los ojos empequeñecidos de alegría, pero luego, sin darle tiempo a Aziraphale para compartir su alegría con alivio, sus finos labios dibujaron una severa línea de seriedad– Las preguntas, ahora– ordenó con voz neutral.
– ¿Hemos decidido bien? – preguntó Aziraphale.
– Luego se enterarán. Pregunten. Dos preguntas dijeron. Empiecen con la primera– dijo uniendo sus manos en gesto expectante, sus cejas rubias se arquearon en consonancia.
– ¿La humanidad será indudablemente destruida?
– Sí. Nada ni nadie que sepa de lo humano puede permanecer allí. Ustedes tampoco. Esa es una de las versiones de lo que debe ser dicho, pero es más o menos verdad, en los términos que ustedes pueden comprender. No quiero humanos en mi creación, vendiendo sabiduría, vendiendo amor, vendiendo tiempo, vendiendo salud, vendiendo vida. Los hice diversos, como yo misma– dijo a la vez que su figura se volvía esbelta y su cabello negro y rizado–, y ahora los ves predicando la muerte, el odio hacia los que les son distintos, sin siquiera notar que con eso validan su propio maltrato. Tergiversaron el amor, y por eso causan destrucción. La humanidad será destruida. Nada de la Tierra quedará relacionado a ella.
– ¿Eso significa que cuando vuelvas a crearla no podremos volver? – preguntó Aziraphale.
Ella negó.
– Ustedes saben demasiado de humanos, actúan y hasta piensan similar a ellos. No puedo dejarlos allí.
– Esa no contaba como segunda pregunta– se apuró a aclarar Crowley.
Dios rió y sus hombros rechonchos se tambalearon– No la conté así– dijo y cuando acalló su risa su cabello negro y lacio se acomodó sobre sus hombros.– ¿Quieren hacer la segunda pregunta?
– Sí– dijo Aziraphale– Hay un ángel llamado Dudley, no sé si lo recuerdas, era Mensaj–
– Claro que le recuerdo, yo recuerdo a todos y cada uno de ustedes.
– Bueno... Dudley fue enviado a batalla hará unas horas y yo me preguntaba si acaso pudieras decirme qué le ocurrió, por lo menos hasta cuando el tiempo seguía corriendo ¿Dudley sigue... existiendo?
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Letter - Ineffable Husbands
Fiksi PenggemarAziraphale y un escritorio. Crowley y un cajón. Y tuberías, claro. Dios siempre tiene algún plan. //Segunda parte de una porquería que escribí hace poco: "Phone call". - Inicio: 15 de setiembre de 2023 - Finalización: 12 de noviembre de 2023 - A...