A ciegas

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Buscar pareja en línea es como una ruleta, no sabes qué te va a tocar y si resultarás ganando o deberás volverlo a intentar. Ella lo entendía, o trataba de hacerlo, pero no soportaba la idea de prepararse con esmero para el encuentro y terminar llevándose una desilusión tras otra.

Veinte citas en lo que iba de la semana y ya había sido plantada, rechazada y hasta acosada por uno que otro idiota al que tuvo que presentar a su amigo, el martillo, y después, golpear. Las sorpresas eran la gracia de las citas a ciegas, pero Nobara no podía evitar regresar cabizbaja a su habitación, abatida por la desesperanza.

—¿Es por qué no soy atractiva? ¿Tú crees? —preguntó y, al no recibir respuesta, propinó un golpe en el brazo del muchacho que le seguía el paso—. ¡Fushiguro, te estoy hablando!

—No comprendo por qué te preocupa tanto tu apariencia —éste contestó, parco como era habitual.

—¿Acaso a ti no? —Nobara se llevó las manos a las caderas—. ¡Soy una chica fuerte a la que le gusta verse linda y vestirse a la moda! ¿Qué hay de malo en cuidar de mí? Solo me molesta que no valoren el esfuerzo.

Megumi la observó con la profundidad de sus ojos azules. Nobara vestía un conjunto recién estrenado, traía el cabello alisado y despedía un fresco aroma a perfume y jabón. Él la había acompañado a recorrer tiendas para escoger ropa de temporada, incluso fue partícipe de su ritual de maquillaje al sostenerle el espejo para que ella se pintara los labios, por lo que era consciente de cuanta dedicación había de por medio.

—No valen la pena —le dijo—. Ninguno de esos idiotas.

Nobara bajó la cabeza ocasionando que sus cabellos cortos le taparan el rostro.

—Fushiguro, abrázame.

—¿Qué?

—Abrázame —Nobara alzó la mirada. Megumi notó que sus párpados estaban oscurecidos por rimel corrido—. No estoy pasando por mi mejor momento.

Aunque dudó por un instante, finalmente, el recuerdo de Tsumiki lo incitó a estirar los brazos y envolverla para proporcionarle calidez. Se sentía extraño, Megumi ni siquiera sabía si lo hacía bien. Quizá la estaba lastimando, pero Nobara no se quejó ni se esforzó por quitárselo, solo hundió la cabeza en él.

—¡Hasta que los encuentro, chicos!

Entonces, la voz de Yuuji provocó que la soltara.

—¿Qué haces acá, Itadori? —Nobara preguntó sin alejarse de él.

El muchacho sonrió, proyectando un brillo que rivalizaría con el sol.

—Vine a darte a apoyo en tu cita — replicó, emocionado, incluso más que ella—. Por cierto, ¿dónde está...?

Nobara miró a Megumi.

—Fushiguro —le dijo llamando la atención de ambos—. Él —Lo tomó de la mano—, es mi cita.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora