Noche loca

2K 224 17
                                    

Yuuji y Aoi continuaron bailando encima de la mesa, saltando en cuclillas como si fuesen bailarines cosacos, mientras Panda y Toge aplaudían al compás de un remix de Conga! que encontraron aleatoriamente en Internet. Nobara, al beber su enésimo vaso, los comenzó a animar para que siguieran con el espectáculo. Maki se había retirado en la primera oportunidad que se le presentó, por lo que solo quedaba Megumi, sobrio, en la habitación.

—Por eso no los respeto —repitió mirando la escena con disgusto y se acercó a la chica que, con la mirada perdida y el aroma a alcohol, trataba de trepar a la mesa donde se estaba desarrollando un nuevo baile.

—Ayúdame a subir, Fushiguro —ella le ordenó, casi resbalándose, demostrándole que ni ebria dejaba de ser tan demandante.

Megumi la cogió de la cintura, evitando que cayera, y le sostuvo la muñeca para guiarla despacio a su habitación. Una vez allí, intentó abrir la puerta, pero al confirmarla cerrada, terminó llevándola a la suya que había dejado a libre disposición.

—Esta no es mi habitación.

Nobara se resistió a entrar. Entonces, Megumi la levantó del suelo, cargándola en brazos, y la lanzó hacia el colchón como si fuera un costal.

—Duérmete —le dijo.

Nobara lo miró, con sus grandes ojos de caramelo, e infló las mejillas.

—¿No me vas a cantar una canción?

—No.

—¡Pero mi abuelita siempre me cantaba una canción y me daba un besito de buenas noches!

—Duérmete ya.

—¡Pero mi canción, Fushiguro!

Megumi suspiró, le acarició la cabeza como haría con uno de sus perros divinos, y se forzó a recordar parte de una canción de cuna con la que Tsumiki solía hacerlo dormir cuando era más pequeño. Nobara sonrió y se acurrucó entre las sábanas, hasta que Megumi se calló.

—Besito de buenas noches —Nobara cerró los ojos, inclinando la cabeza para que Megumi besara su frente—. ¿Por qué no te metes en la cama? ¿Acaso irás a bailar con Itadori y Todou? ¡Quédate conmigo! ¡No hagas el ridículo!

—Ya me voy, Kugisaki.

Los ojos de Nobara gotearon, como dos huevos fritos.

—¿Porque estoy borracha ya no me quieres? ¿Por qué, Megumin? ¿Acaso no te significó nada lo que pasamos tú y yo? ¡Nos besamos! ¡Por presión de Itadori, pero lo hicimos y creí que era especial! ¿No lo fue para ti? —Ella estalló—. ¡Pensé que te gustaba, como tú me gustas a mí, pero solo finges ser mi novio por lástima! ¿Crees que no podré conseguir novio por mi cuenta? ¡¡Soy Nobara Kugisaki y puedo tener a cualquier chico, incluso tenerte a ti!!

—Estás ebria —Megumi se apartó—. No sabes lo que dices.

Nobara sorbió su nariz y sus labios temblaron frente a los de Megumi. Él se rindió.

—Dormiré abajo.

—Aquí hay mucho espacio.

—Dormiré abajo, dije.

Megumi colocó una frazada en el piso y se recostó para descansar. Nobara rodó hacia el borde del colchón y colgó su brazo, extendiéndolo hacia él.

—Quédate conmigo, Fushiguro —le dijo y, cuando Megumi la tomó de la mano, Nobara se quedó dormida, con una sonrisa.

Él también sonrió, aunque ella nunca lo supo, y se propuso dormir. En algún momento de la noche o la mañana, las manos de ambos se separaron, por lo que Nobara, aún dormida, empezó a buscarla estirándose por toda la cama. De repente, llegó a sentir un peso a su derecha y rodó hacia este, pensando encontrarse a Megumi, pero, al abrir los ojos, descubrió, en lugar de aquel hechicero, un cartón al que pudo reconocer como la figura de Takada, tamaño real.

—¿Takada? —Se sobó la vista.

Del lado izquierdo, alguien tiró su parte de la sábana.

—¿Qué haces abrazando a mi amada Takada? —Aoi habló con estridencia, agudizando su dolor de cabeza a causa de la resaca que ya le estaba cobrando el exceso de la noche anterior.

Nobara esquivó el puño masculino, logrando brincar fuera de la cama. El grito que pegó Yuuji, cuando le pisó la mano, despertó no sólo a Megumi, sino también a Toge y a Panda que también dormían en alguna parte del suelo.

Entonces, la cabeza le dolió más fuerte.

—¿Qué hacen en mi habitación? —les gritó, sintiendo una vena hincharse en su sien.

Panda botezó, terminando de desperezarse.

—La pregunta correcta sería: ¿qué haces tú en la habitación de Megumi?

Un repentino mareo provocó que la visión de Nobara se tornara borrosa, pero, a pesar de la distorsión, ella descubrió que efectivamente, aquella no era su habitación. 

La sanción de malestar se incrementó jalándola hacia atrás, como si estuviera a punto de perder el control de su cuerpo.

—¡Todos, largo de acá! —Megumi se levantó para sostenerla y los otros cuatro corrieron fuera, olvidándose de Takada—. ¿Estás bien? Te haré un café cargado.

Nobara asintió, dejándose caer en sus brazos, mientras Aoi Todou volvía a entrar a la habitación para llevarse su figura de cartón.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora