Gojo sabe

2.4K 271 29
                                    

Megumi invocó a su shikigami de lobo y lo abrazó hasta que se quedó dormido. La lombriz humana 4 era de larga duración y Nobara y Yuuji no llegaron hasta pasada la medianoche, por lo que no volvió a verlos hasta el entrenamiento del día siguiente. Yuuji lo saludó con la alegría de costumbre. Nobara, por el contrario, se mostró un poco distante al evitarlo con la vista, cuando él la observaba trotar.

—¿Problemas en el paraíso? —Satoru le preguntó, atrapándolo en el acto, una de esas tantas veces—. Vamos, no te hagas el sorprendido que he notado que últimamente pasas mucho tiempo con Nobara. Incluso, el otro día los vi pasando el rato en un parque de diversiones y parecían ser muy cercanos. Fue el día que los mandé a esa misión. Los he estado espiando para asegurarme de que no hagan nada inadecuado. Dime, ¿qué te traes con ella? ¿Acaso te tiene enamorado?

Megumi no le respondió, solo apartó la mirada de la chica y la depositó en el suelo, sin atreverse a dirigírsela al hombre que, sin ser su padre, había hecho tanto por él.

—Megumi, por favor, no lo decía en serio, solo bromeaba. Me conoces. Yo sé que entendiste perfectamente lo que te dije esa ocasión del partido de béisbol en la que, te recuerdo, también ayudaste a Nobara a avanzar a las bases cuando podías dar más. Me agrada que seas colaborativo, y trabajes en equipo, pero a diferencia del béisbol o cualquier deporte similar, el jujutsu se juega de manera individual —Su profesor le dijo rodeándolo con un brazo para conducirlo alrededor del campo—. No importa cuántos aliados tengas, cuando mueras, lo harás solo. Lamentablente, es el quid de ser chamán. ¿Lo comprendes? ¿Verdad?

Megumi asintió con la cabeza, todavía sin mirarlo.

—Así me gusta, Megumin, ahora ve a darlo todo. No desperdicies tu potencial —Satoru agregó empujándolo hacia donde estaban sus demás compañeros, corriendo en círculos.

Ese día su rendimiento desmejeró considerablemente. La palabras de Gojo, si bien le parecían sensatas y coincidían con lo que él también creía correcto, circulaban en su mente difiriendo de lo que deseaba y sentía. La posterior aparición de Nobara, al finalizar el entrenamiento, solo terminó por entrever más sus pensamientos.

—Fushiguro —ella lo llamó acercándose a él por propia voluntad—, ¿estarás ocupado esta tarde?

—No.

—Bueno, me gustaría que me acompañes a ver a una cita. Quedé a las seis, pero me gustaría que vinieras una hora antes a mi habitación y me aconsejes —Nobara pidió, con las manos dentro de los bolsillos de su casaca de deporte—. No lo sé, a lo mejor tengo suerte esta vez.

Megumi encubrió una mueca, que se trazó trazó sus labios, retomando su usual expresión neutral.

—Puede ser.

Le pareció percibir distinta la mirada de Nobara, pero ella no se pronunció al respecto, solo se despidió de él sin ningún tipo de contacto más allá del visual. A la hora acordada, Megumi fue a buscarla a su habitación y la chica le abrió, deslizando el cepillo en su cabello.

—¿Dos minutos antes?

—Lo pensé prudente.

Nobara le sonrió enseñándole los dientes.

—Eso me gusta de ti. Dime, ¿qué tal me veo? —Interumpió su cepillado para dar una vuelta delante de él que elevó su falda nueva, acentuando los pliegues.

—Uhm, bonita —Megumi dudó, mas no porque la chica no lo fuera.

—¿Bonita? —Nobara rió y lo golpeó en el hombro—. Eres lindo cuando quieres y eso que creí que eras un engreído.

Ella terminó de peinarse en la cama, mientras él la contemplaba como si, en el momento de cruzar la puerta, le hubiese arrojado un sutil encantamiento (¿o maldición?) para devolverlo al juego.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora