Furia

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Las piernas de Nobara se movieron al ritmo en el que sus dedos teclearon la pantalla de su celular. A medida que transcurrían los segundos, el entrecejo de la chica se iba remarcando, como un indicador de la poca paciencia que le quedaba y amenazaba con acabar. Megumi, reprimiendo el impulso de tomarla y llevársela lejos, se acercó a ella con una pregunta en la mirada.

—Dice que hay tráfico —Nobara, antes de que él la verbalizara, se adelantó en contestar—. ¡Más le vale que sea cierto! ¡No comprendo cómo es que algunos no aprecian mi belleza y dedicación!

La chica inclinó la cabeza, apretando una mejilla contra la superficie de la mesa. Megumi la observó percibiendo sus ojos, grandes y acuosos.

—Kugisaki —la llamó logrando llamar su atención—, no permitas que tus inseguridades sean más poderosas que tu carácter inquebrantable.

Nobara se cubrió torpemente la cara con el celular, simulando estar distraída con él.

—Entonces —Lo miró a través de la camára, lo más disimuladamente posible—. ¿Estás diciendo que no soy bonita?

Megumi suspiró y apretó los labios, dejando una marca en medio de su barbilla.

—No negué que lo fueras —le respondió—, solo que tu carácter es lo que más valoro de ti.

Con las mejillas ardiéndole, Nobara advirtió en el reflejo de la pantalla que su propia cara lucía del color de un camarón.

—¡Ay, qué tonto eres, Fushiguro! —exclamó estirándose para pegarle en el hombro—. ¡Deja de jugar conmigo de esa manera! ¿Te digo una cosa? ¡Estoy harta de ese bobo, que de seguro ni siquiera sería un buen partido para mí! ¿Te imaginas a un tipo que siempre llegue tarde a nuestras citas? ¡Ni hablar! ¡Soy Nobara Kugisaki y mis estándares son muy altos! ¡Necesito un novio guapo, siempre dispuesto! —Guardó su celular y lo cogió del brazo—. ¿Nos vamos? Me gustaría ir al cine. Fui con Itadori ayer, pero ese tonto me llevó a ver La lombriz humana 4. Perdí tres horas valiosas de mi vida. Esa película fue tan larga que ahora tengo los poros amplios por no haber dormido lo suficiente.

La hechicera se levantó para irse de la cafetería y, mientras caminaba, le resumió la película que Yuuji le había convencido de ver. Megumi, aunque mentalmente no pudo concebir la existencia de una película tan incómoda, y absurda, como La lombriz humana 4, disfrutó escuchando a Nobara. Una parte de él se alivió de que ella renunciara al encuentro pactado en línea y escogiera su compañía antes que la de cualquier otro muchacho por conocer.

—¿Sabes? Pensé que quería un novio antes de que Itadori tuviese novia, como si fuera una competencia entre los dos —Nobara dijo volviéndose hacia él, con una sonrisa traviesa, pero dulce a la vez—. Ahora precisamente siento que nada me falta. Es como si de pronto hubiese encontrado eso que tanto he estado buscando.

—Me alegro por ti.

Ante la respuesta  de Megumi, Nobara arqueó una ceja.

—¿Te alegras por mí? ¿Solo me dirás eso? —le preguntó—. ¡Ni siquiera parece que estés realmente contento, Fushiguro! ¡Te ves como siempre!

—Así demuestro mi alegría —Megumi replicó con su usual expresión neutra.

Nobara gruñó, llevándose las manos a las caderas.

—¿En serio? ¡Pues no lo parece!

De repente, los planes quedaron cancelados y el enojo de Nobara persistió hasta el día siguiente. Megumi guardó distancia, para no empeorar la situación entre los dos, pero la mirada de la chica lo persiguió a lo lejos. Incluso, en los entrenamientos con los de segundo año, donde parecía quemar más que el sol.

—¿Sigues enojada con él? —Maki se percató de lo que ocurría—. Seguramente,  ni siquiera entiende el porqué. No eres clara con lo que sientes, solo muy caprichosa. Pareces una niña. La próxima trata de ser más directa.

Nobara, con el pie sobre el bordillo del campo, continuó atándose una zapatilla.

—¿Para qué?

Maki pasó un trapo sobre Nube Itinerante hasta que la punta de su cuchilla quedó brillante.

—Para que Megumi pueda entender que le gustas y que te comportas así porque te frustra que sea tan indiferente con tus sentimientos —respondió sin tanto interés en la conversación, en contraste con la limpieza de su arma predilecta.

Nobara interrumpió su tarea y se incorporó, dejando un cordón suelto.

—¡Eso no es cierto! —Alzó la nariz—. ¿Gustarme el amargado de Fushiguro...?

—Tu orgullo no te permitirá admitirlo, pero debes ser sincera contigo misma.

—¡¡Que no, Maki!! ¡¡Nada que ver!!

Al oír el grito de Nobara a Maki; Yuuji, Megumi, Toge y Panda voltearon a verlas sin saber lo que discutían por la distancia que silenciaba sus voces. Lo único evidente para todos era la notoria expresión de furia en el rostro enrojecido de la menor de las chicas.

—¿Pasó algo con Kugisaki? —Yuuji le susurró a Megumi aprovechando que los dos de segundo regresaban a sus labores.

—Lo dudo.

Yuuji se cruzó de brazos y en sus labios se dibujó una mueca.

—¿Estás seguro? La he visto un poco distanciada contigo —opinó—. Eres mi amigo, pero Kugisaki también y no me gustaría que fueses tú la razón por la que está así.

Megumi bufó, cansado por la insistencia del muchacho.

—¡Que no le hice nada, Itadori!

—Bien, sí, te creo —el mencionado respondió alzando las manos y moviéndolas como abanicos de papel—. En ese caso, deja de preocuparte que tu buen amigo Yuuji se encargará de que te reconcilies con tu chica. 

Las palabras de Yuuji hicieron estremecer a Megumi, a pesar de que su lenguaje corporal no lo expresó. Pensó en preguntar el cómo lo resolvería, pero la caída imprevista de Nobara, a unos metros, desvió su atención.

Desde aquel entonces Nobara recordaría amarrarse los cordones siempre.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora