Novios

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Megumi agradeció que Gojo no estuviera rondando por ahí para molestarlo, como solía hacer. Durante todo el desayuno, Yuuji no apartó la mirada de ambos y les comentó sobre lo contento que estaba por su reciente "relación". Nobara fingió sonreírle, agradeciéndole por sus buenos deseos, y luego realizó un movimiento un tanto extraño: acercó la mano lentamente sobre la de "su novio",  sobre la mesa, y entrelazó los dedos con los de él. Megumi, aunque fue tomado por sorpresa, solo se centró en beber su café negro matutino, mientras ella lo acariciaba con una forzada suavidad, hasta que llegó el momento del entrenamiento diario y se tuvieron que separar.

Más tarde, Nobara lo buscó al término de su práctica de caídas con Panda, amoratada y con el buzo nuevo hecho jirones, en la zona de máquinas expendedoras.

—Siento haberte metido en esta tontería —ella se sinceró, jadeando por la pérdida de energía, inclinada y con los brazos colgando sobre sus rodillas—. Déjame compensarte. ¡Ya sé! ¡Vamos de compras! Me ayudará a recuperar fuerzas también.

Megumi bebió un sorbo de su refresco y se apartó la lata de los labios.

—Paso.

—¡Oh, vamos, acompáñame! —Nobara echó un vistazo a la ropa holgada y sencilla que llevaba Megumi—. ¡Te compraré algo lindo para que veas que lo siento!

Los ojos de Nobara se agradaron y abrillantaron como uno de sus perros divinos cuando se ponía caprichoso. De pronto, Megumi se sintió débil y muy tonto.

—Como quieras.

Nobara sonrió, triunfante, y lo tomó del brazo para arrastrarlo fuera de la escuela. Recorrieron tiendas, sin descanso, hasta las últimas consecuencias y Nobara, con la energía recuperada, salió con múltiples bolsas, pesadas al llevar. Se lamentó de la ausencia de Yuuji, su habitual cargador, pero para su suerte, ya cuando estaba por caérsele un paquete, Megumi cogió sus compras.

—Qué amable, Fushiguro, no te conocía esa faceta —Nobara sonrió gustosa y le guiñó—. Me gustaría conocerte mejor. ¿Sabes? Somos amigos, se supone, pero apenas sé de ti.

Megumi gruñó, mirándola por el rabillo del ojo.

—¿Qué llevas acá? ¿Piedras? —le preguntó.

Ella rio y avanzó para llevarle la delantera. Sin embargo, al ver a Yuuji acercándose entre la multitud, regresó al lado de Megumi y lo pellizcó de la ropa haciéndole sacudir los paquetes.

—¡No me agarres así! —él se quejó, abochornado por el peso y el tirón.

—¡Itadori! ¡Que no nos vea! —Nobara exclamó tapándose con las bolsas, pero, al pasar cerca, Yuuji alcanzó a reconocerla.

—Chicos, ¿por qué no me avisaron que estarían por acá? ¿Qué acaso ahora soy el mal tercio? —Su amigo, recipiente de Sukuna, se detuvo haciendo una mueca—. Es broma. Me acostumbraré a que no me inviten como antes. De seguro saldrán solos más a menudo ahora que son novios. No me olviden, ¿sí?

Yuuji rió y le propinó a Megumi un codazo en las costillas. Nobara, igual de sonrojada que su supuesta pareja, tiró de la mejilla del de cabello rosado.

—Son... ¿Novios? —Yuko, que había estado detrás de Yuuji, preguntó confundida.

—Sí, no sé cómo sucedió, pero Kugisaki te lo podría explicar mejor. La última vez las vi juntas con Fushiguro. ¿Son muy amigos los tres? Deberíamos ir a comer algo, una pizza o sushi en bandas transportadoras —Yuuji sugirió, a lo que Yuko asintió con la cabeza—. ¿Qué les parece?

Nobara fingió una carcajada; Megumi simplemente frunció las cejas en silencio.

—Suena bien, Itadori, pero todavía tenemos tiendas que recorrer juntos. Quizá otro día. Gusto en verte, Yuko —La hechicera agarró a Megumi y lo arrastró para sacarlo del lugar.

Yuuji los miró irse, con una sonrisa.

—Están muy enamorados.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora