Si es contigo

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Mientras la cafetera llenaba la última taza con café, Maki entró a la cocina y tomó una de las que ya estaban servidas en la bandeja.

—Pero qué amable, Megumi —comentó mirándolo con diversión—. El amor te ha ablandado.

Megumi reacomodó las tazas, solo para evitar el contacto visual con la estudiante de segundo año. De pronto, lo que le había dicho, generó en él una sensación cálida, pero pegajosa en su pecho, como si tuviese un intruso viviendo dentro. ¿Acaso así se sentía convivir con una maldición?

—Zenin —la llamó, sacando una mueca en ella—. ¿Cómo descubriste tus sentimientos por el superior Okkotsu?

Maki tosió, atragantándose con un bocado de café.

—¿Yuuta y yo? Si que estás loco. Te falla desde que Todou te golpeó —Su rostro enrojeció—. ¿A qué viene esa pregunta sin sentido?

Megumi suspiró, intimidado por una ceja arqueada de la que genealógicamente era su tía. ¿Cómo ocultárselo si existía la posibilidad de que, por compartir lazos de sangre, ella pudiese entenderle?

—Zenin —le volvió a decir—. Creo que me gusta alguien.

—¿Alguien? —Maki colocó su taza en la mesa y lo apuntó con un índice, acusador—. ¿Por qué me hablas de amor tan de repente? Tu novia es Nobara. ¿Me estás diciendo que te gusta una persona que no es ella?

—No —Megumi se anticipó—. Quiero decir, creo que me gusta ella.

Maki parpadeó, observándolo fijamente, y volvió a levantar su café.

—Porque es tu novia, no seas tonto —Tomó un sorbo—. Megumi, déjalo así, harás que me dé jaqueca. Si quieres preguntarle a alguien de esos asuntos, que sea a Panda. Ya sabes que a él le gusta emparejar personas de la nada. Yo no soy la más adecuada para hablarte de cuestiones de amor, estoy demasiado enfocada en convertirme en la cabeza del clan Zenin, como para pensar en tonterías. Deseo ser más fuerte y solo lo conseguiré entrenando duro. Deberías pensar en eso también.

"Ser más fuerte". La frase llegó a su mente junto a la imagen de su mentor.

—¿Ya está el café? —Aoi pateó la puerta, con su cartón de Takada bajo el brazo—. Velocidad de caracol. Necesitas más entrenamiento, Fushiguro, o no podrás seguir siendo amigo de mi bro.

Megumi cogió la bandeja y salió a repartir las tazas, que despedían humo y un aroma profundo a granos de café. Nobara recibió la suya con una sonrisa y se la llevó a los labios.

—Gracias.

Ese sentimiento de debilidad se alojó en el interior de Megumi, otra vez.

—¿Quieres salir?

Nobara subió la cabeza.

—Salir de compras, para que te sientas mejor —Megumi completó y le tendió un delgado y pequeño rectángulo laminado que acababa de sacar de su bolsillo—. Encontré la tarjeta del profesor Gojo.

Los ojos de Nobara brillaron y ella se abalanzó a abrazarlo, sin importarle que estuvieran presentes Yuuji, Maki, Panda, Toge y Aoi.

Roppongi Hills era uno de los sitios favoritos de Nobara porque, siempre que iba allí, regresaba a la escuela con nuevas compras, después de recorridos intensos. Por supuesto, esa vez, no fue la excepción. Luego de entrar a más de treinta locales, en la cabeza de Megumi no dejaba de reproducirse el coro de la canción Girls just want to have fun entremezclándose con partes de Material girl. Sus manos no podían cargar más paquetes y Nobara parecía tener intenciones de llevarse consigo todo el centro comercial.

—Una tienda más y terminamos por hoy —ella le informó y tomó la delantera, a pesar del peso de sus bolsas.

Megumi aceleró el paso para seguirla hasta el interior de una tienda de ropa exclusivamente masculina. Una escalofrío repentino lo hizo estremecer, sobre todo cuando Nobara cogió un extravagante suéter colorido de un estante y lo cogió en brazos para acercarlo a su pecho.

—¿No es lindo? Me di cuenta de que sueles vestirte de una manera muy cómoda y quizá te vendría bien un cambio aprovechando que tenemos la tarjeta de crédito del profesor Gojo —La hechicera subió los dedos en un gesto que dejó expuesto dicho objeto—. Hace poco, compré un suéter similar y pensé que podríamos hacer match. Ya sabes, como novios. Anda, póntelo, modela para mí.

A veces, Nobara abusaba de las reglas del juego volviéndolas a su favor. Sin embargo, Megumi había llegado a un punto en el cuál no podía negarse a sus caprichos por más tontos que le parecieran, así que asintió, se probó la prenda y modeló para ella tratando de imitar sus poses y vueltas, aunque se sintiera abochornado y ridículo rodeado por una multitud de espectadores curiosos, pero desconocidos.

—¿Con ribetes azul noche o azul rey? —ella preguntó alzando otro suéter muy similar al que él tenía puesto, para compararlos.

—Azul noche —Megumi replicó—. Sé la diferencia entre colores.

Nobara sonrió, lo tomó de la mano, y corrió a la caja a pasar la tarjeta de su profesor una vez más.

—Podría hacer esto todo el día —le comentó mirándolo de reojo—. Sobre todo si es contigo.

El celular de Megumi sonó en su bolsillo y él se apresuró en contestar, con otro intercambio monosilábico.

—¿Qué pasó? —Nobara sospechó de su prolongado silencio, tras haber cortado la llamada.

—Debo irme.

—¿No piensas dejarme aquí o sí?

—Es urgente. En serio —Megumi volteó—. Necesito ir al hospital.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora