Cosas de bros

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A punto de regresar con Nobara, Yuuji se percató de la presencia de Megumi y, al  ver a sus dos amigos juntos, conversando como antes, prefirió dar media vuelta y cambiar de dirección.

—¡Yuuji Itadori! —Megumi le gritó, obligándolo a suspender su escape—. ¿Qué hiciste?

El chico suspiró de resignación y, con las manos dentro de los bolsillos de su sudadera, retomó la caminata hacia los dos.

—Me atraparon, chicos —confesó, alzando los brazos—. Los noté alejados estos días y no quería quedarme sin hacer nada. No me gusta que estén enfadados el uno con el otro, sobre todo ahora que son novios.

Nobara miró a Megumi, con un brillo anhelante, pero sin atreverse a ser la primera en hablar con la verdad. Aún no entendía si lo que temía era quedar expuesta o terminar de una vez con todo lo que implicaba aquel juego de dos.

—A mí tampoco —Para su suerte, Megumi se le adelantó—. Me gustaría... recuperar a mi novia.

Los ojos de Yuuji se iluminaron.

—¡Oh, Fushiguro, sabía que en el fondo tenías corazón! —él exclamó y le estrujó la cara con las manos—. ¡No te preocupes que Todou y yo nos encargamos de lo necesario para que puedan reconciliarse!

—¿Todou y tú? —Nobara denotó duda—. ¿Qué han planeado?

Yuuji brincó.

—¡Una cita muy romántica para ustedes dos! —respondió—. Irán a cenar cerca al mar, mientras contemplan un bello atardecer.

Nobara y Megumi intercambiaron miradas y luego, las posaron sobre Yuuji compartiendo un par de muecas.

—¿Cuánto te costó?

—El dinero es lo de menos —Yuuji replicó batiendo la mano—. Usé la tarjeta de crédito del profe Gojo.

Megumi redirigió la vista hacia Nobara.

—Tengo hambre —ella expresó mirando su estómago—. Una cena cerca al mar suena bien. Todavía no conozco el mar.

Megumi se frotó el mentón, pensativo. No supo cuando ni cómo, pero al volver en sí se encontró sentado frente al mar, comiendo langosta Thermidor en compañía de Nobara y una pequeña orquesta tocando Amante Bandido al lado de su mesa. Apenas acabó la canción, un trompetista sopló su instrumento lanzándoles una lluvia de rosas a la cara.

—Hablaba en serio al decir que lo tenía planeado —él dijo viendo a Nobara quitarse los pétalos que se habían metido a su boca.

—Si que Itadori trata de ser romántico —ella respondió soltando una risa—. No me sorprendería que fuese su idea de cita ideal con Jennifer Lawrence. Mira, no tenías que hacerlo, Fushiguro.

—¿De qué hablas?

—De decirle a Yuuji que eres mi novio.

Por la transparecia del cristal de la copa, se apreció el momento en que un surco invertido se trazó en la boca de Nobara.

—Yo acepté esta farsa —Megumi replicó con firmeza—. Seguiré fingiendo ser tu novio hasta que consigas uno de verdad, tal y como querías.

Nobara recuperó la sonrisa y se llevó una mano al rostro.

—Siendo así, brindemos por nuestra falsa relación —comentó sosteniendo en alto su copa—. Vamos, toma un poco que no se enterará el profesor Gojo, aunque dudo que le importe. Si te hace sentir mejor, vi a Itadori cambiar el champagne por Seven Up, así que nada de alcohol para los dos por ahora.

—No es eso.

Megumi se inclinó hacia ella que, estando tan cerca, Nobara obtuvo un primer plano de sus largas pestañas, y sus propias mejillas, tomaron color. Escondido en una mesa, con lentes oscuros y simulando leer un menú, Yuuji sacudió a Aoi de su musculoso brazo.

—¡La va a besar! —dijo al ver la escena—. ¡La va a besar!

—Ojalá Takada me besara.

Nobara se tensó al sentir la respiración ajena, pero se preparó mentalmente para lo que pensaba que sucedería y despejó su rostro retirándose un mechón. Se sorprendió al ver a Megumi levantar un dedo y dirigirlo hacia la mesa detrás, en lugar de concretar ese contacto físico, tan esperado, con ella.

—Yuuji y Todou nos están espiando.

Nobara reventó la copa con su puño.

—¡Itadori! —bramó.

Al identificar al susodicho, Nobara cogió un pan de la cesta de cortesía y se lo arrojó. Cerca de impactar contra la cabeza de Yuuji, Aoi aplaudió y cambió de lugar con él recibiendo el impacto.

—¡Todou! —Yuuji se levantó para recoger a su amigo que había sido empujado, silla y todo.

—Mi hora ha llegado, bro, no me arrepiento de haber sido tu mejor amigo —éste otro se lamentó desde el suelo y, luego de cerrar los ojos, dejó caer su cabeza.

Mientras, Yuuji lloraba y gritaba su nombre, llamando la atención de los demás comensales, Megumi y Nobara aprovecharon la distracción para escapar.

Juego absurdo┊FushiKugiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora