Capítulo 10

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Tomé una larga ducha.

El agua parecía ser lo uno real en este momento.

Dentro de unas horas debía ir a buscar a Isabela e irnos a buscar a las demás Nusbas.

Al salir de la ducha, me vestí con un suéter crema, unos jeans negros y botas negras. Mi cabello castaño estaba mojado y no me importo secarlo, hacía frío pero eso tampoco me importaba. Mis ojos verdes estaban destacados por el color rojo alrededor. Mi piel pálida se veía aún más pálida, y mis labios estaban rojos.

Cuando abrí la puerta para buscar a Isabela, me encontré con unos ojos azules mirándome. Su cuerpo caminando hacia mí, me hizo entrar a la habitación.

-Antes de que te vayas necesito decirte esto. Porque no sé qué va a pasar. Y voy a ser sincero... Tengo miedo.-su voz gruesa pronuncio cada una de esas palabras.

-¿Qué pasa Matías?-dije mirando sus ojos mar.

Me tomo acaricio la mejilla derecha y siguió con sus dedos hasta mi boca.

-Matías...

-Me gustas mucho.-dijo finalmente.

-No me conoces...-dije tomándolo de la mano.

-Lo poco que sé de ti ya es suficiente. Esa vez que te choque fue apropósito.-dijo sonriendo.

-Pero...

-No. Hace un montón que te veía en esa mesa comiendo con tus amigas y te veía sonreír. Nunca dejes de sonreír porque esa es la razón de mi existencia.

-Deja de decir esas cosas.-dije sin poder mirarlo.

-Yo sé que no sentís esas cosas pero no me importa. Solo quería que lo sepas.-dijo y me dio un beso en la mejilla-. Me tengo que ir.

Así fue, se retiro de la habitación dejándome con su confesión de mis manos.

Tres horas más tarde.

Mire a Isabela, sus ojos negros me miraron.

-Sé que es difícil entender.-dijo.

-¿Por qué esperaste tanto para decírnoslo?-pregunté.

-Porque así me lo pidieron...-contestó.

-Isabela, quiero saber la historia.-dije cruzándome de brazos debido al frío.

-Deberías abrigarte.-dijo colocando su bolso dentro del coche.

-Isabela...

-Isabela nada.-dijo mirándome a los ojos-. La historia te la contarán las demás.

-¿Cómo lo mantuviste en secreto tanto tiempo?-pregunté sin mirarla.

-Yo también me pregunto lo mismo.-contesto.

La noche estaba nublada, el frío azotaba contra nuestros rostros. Todo había cambiado, ya nada iba a ser igual después de esto, me preguntaba si sería mejor o peor.

Nereida apareció con un tapado negro que dejaba ver sus botas azules petróleo. Me sonrió.

-Esto es para ti.-dijo entregándome una caja.

La abrí.

Una capa negra.

Observe a Nereida.

-Isabela te dirá cuando usarla.-dijo sonriendo-. Etna, esto es complicado lo sé. Y sé que nada es igual para ti y la realidad es que para ninguno de nosotros lo es. Yo solo quería decirte que tu padre está al tanto de todo, él está a salvo y tus hermanos también. Nadie podrá hacerles daño.

-Esta bien.-dije mirando el cemento.

-Necesito llevarla ya.-comento Isabela.

-Sí...-dijo Nereida-. Mucha suerte.

Me dio un abrazo.

-Vas a estar bien.-susurro en mi oído.

Me estaba subiendo al auto cuando escuche mi nombre. Me di vuelta y las chicas venían corriendo hacia mí.

-No te ibas a ir sin despedirte.-dijo Ranji.

Nos dimos un abrazo.

-Queremos ir contigo.-dijeron Luz y Ana.

-No se puede.-dije haciendo una mueca-. Cuando se den cuenta ya voy a estar de vuelta.

-Sí.-respondió Valeria con lágrimas en sus ojos.

-No llores que voy a llorar.-le dije.

Reímos. Nos despedimos y me subí en el auto con Isabela.

Todo era peligroso en este momento. Y nuestro viaje recién empezaba.

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