Capítulo 20

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Habían pasado tres días desde lo ocurrido.

Anoche las chicas me hicieron una hermosa despedida, entendían que me tenía que ir lo antes posible.

Tenía miedo, miedo de que por alguna razón las lastimara, decían que mis poderes se volverían fuertes y que no podría distinguir entre la realidad y mis visiones.

Estaba entre sus brazos, ambos recostados sobre un árbol. Su colonia inundaba mis sentidos y su respiración en mi oído me hacía sentir segura.

-Te extrañaré.-Dije tomándolo fuerte de la mano.

-Y yo a ti hermosa.-Dijo dándome un beso en la cabeza.

Matías era el último que pasaría tiempo conmigo.

Me di vuelta, sus ojos se encontraron con los míos.

-Te amo.-Pronuncie cerca de sus labios.

Nos besamos. Al separarnos, me sonrió.

-Yo te amo mucho más.

Ese sería el último recuerdo que tendría de él, no sabía si algún día lo volvería a ver.

Las horas habían pasado rápido.

Me encontraba en el auto de Isabela.

Veía como las puertas del instituto se cerraban.

Ni siquiera vi a mi familia.

-Deja de preocuparte. Los volverás a ver.-Dijo sabela.

-¿Cómo lo sabes?-Pregunté.

-Porque te conozco como para saber que eres fuerte, quizá la bruja más fuerte que conocí en mi vida. Y mira que llevo mucho tiempo viva.-Dijo y rió.

Amaba como se tomaba todo con tanta calma mientras yo moría.

Quizá solo estaba tan preocupada que me concentraba en las peores posibilidades. Faltaba mucho camino, eso me ayudaría a relajarme antes de empezar con todo lo que se vendría arriba, entre las montañas, en una aldea, donde nadie podría escuchar nada porque todos estaban sumidos en su mundo, un mundo en el cual todo giraba alrededor de ellos, mientras yo... Yo vivía en un mundo preocupado por los mortales y por mantener el equilibrio solo para que la humanidad estuviera bien, solo para que nuestra raza no se esfumara. Quizá era hora de aceptar lo que vendría.

Quizá todo se trataba sobre la humanidad.

Los humanos pensaban que controlaban el mundo, pero ellos no sabían ni una pizca de lo que es la Tierra o el universo.

Me recosté mirado al paisaje.

Lentamente me quedé dormida.

Estaba en una cama acostada. ¿Cómo era posible? Hace cinco segundos estaba en el auto con Isabela.

Vi la puerta abrirse, Matías ingresaba.

-Matías.-Dije con una sonrisa en mi rostro.

Pero él ni siquiera se volteo a mirarme.

-Matías.-Repetí.

El castaño seguía haciendo sus cosas sin siquiera darse la vuelta y mirarme.

Me acerqué a él y puse mi mano sobre su hombro. O al menos eso trate.

No lo podía tocar.

Mis ojos divisaron una ruta.

Era de noche.

-¿Pesadillas?-Preguntó Isa.

-Soñé con Matías, no me escuchaba y no lo podía tocar.-Dije sintiendo mi corazón explotar en cada latido.

-Eso fue una visión.-Dijo Isabela-. No preguntes, hablarás con las originales al respecto. Solo te diré que es normal.

Me observo por un segundo.

-Todo irá bien, lo verás pronto.-Dijo tomándome una mano.

-Eso espero.-Dije dándole un apretón.


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