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Maxime.

Recuerdo a detalle lo que paso en la fiesta, recuerdo el maldito beso y la necesidad de que nunca terminara.

Ya había visto a Giada principalmente por su grupo de amigas que son muy conocidas en la universidad, pero en la fiesta cuando pude convivir con ella me di cuenta que tenía algo que hacía que los hombres la voltearan a ver dos veces.

Ese maldito beso no lo puedo olvidar, ni que decir de la maldita cogida.

La manera en que follamos fue tan...

— ¿Me estas escuchando? —La voz de Marco me sobresalta.

— ¿Qué? —Frunzo el ceño e intento tapar el sol para que no me lastime la luz.

—Otra vez estás soñando despierto —dice—, llevas una semana comportándote extraño.

—Estoy bien, solo un poco preocupado por unas cosas.

— ¿Te puedo ayudar?

Niego y él se me queda mirando.

—Debo de ir a estudiar —digo mientras me pongo de pie—, si vas a traer a alguien...se silencioso.

Asiente y sigue comiendo su ensalada.

Al llegar a mi habitación miro la cama y recuerdo la manera en que ella se aferró a mí y como es que a pesar de nunca haber estado juntos, el nivel de intimidad y conexión se sintió demasiado abrumador y real.

Mierda, no lo voy a negar. Tengo sexo con diferentes chicas cada vez que puedo y eso hace que mi reputación no sea nada buena porque si hay cosas ciertas, pero también a la gente le encanta hablar demás e inventar rumores, pero yo siempre les he dicho a las chicas que no quiero nada serio, no es mi culpa que ellas se hagan ideas y aprendí a las malas cuando en mi primer año un montón de chicas empezaron a decir mierda de mí, así que ahora intento que sea lo más rápido y nada intimo para evitar problemas, pero a pesar de que todos dicen esto y el otro, soy buen hombre. Nunca le falto el respeto a las chicas, no me sobrepaso y soy buen estudiante aunque no lo parezca.

Sacudo la cabeza y me arrojo a la cama.

Una siesta no le hace mal a nadie, así que cierro los ojos y espero a que el sueño venga por mí, solo que antes de que pueda dormir, mi celular empieza a vibrar y gruño antes de sacarlo del bolsillo trasero de mi pantalón.

Una llamada de alguna chica, pero no quiero nada de folladas. Al menos no ahora.

Así que desvió la llamada y cierro mis ojos una vez más.

⟡⟡⟡

No sé quién pensó que las clases a las siete de la mañana son divertidas.

Me adentro al salón y observo a Giada en su lugar tiene el ceño fruncido y mira las hojas que tiene en su mano.

Hay más lugares, pero me gusta ver su cara gruñona cuando estoy cerca de ella. Me gusta fastidiar a la gente y efectivamente cuando ve que me dejo caer a su lado su ceño se frunce y sonrío.

—Hay más lugares allá.

—Lo sé, pero me gusta estar aquí.

Rueda sus ojos y se acomoda en su lugar.

Observo su cabello que tiene unas suaves ondas y mis ojos siguen escaneándola, aquella noche no note esa perforación en su nariz, ni la pequeña cicatriz que tiene en su barbilla, sigo viendo cada pequeña cosa hasta que ella me observa de reojo y aparta la mirada, vuelve a lo suyo, pero no aparto la mirada y vuelve a mirarme como si estuviera comprobando que ya no la observo, su ceño se frunce y le sonrío en respuesta.

Irresistible AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora