La ansiada noche de bodas

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POV. Heeseung

- ¿Nueva York? – me preguntó K alzando las cejas cuando llegamos a la entrada del aeropuerto de YangYan.

- Es sólo una parada en el camino – le aseguré con una sonrisa de oreja a oreja. No quería que se me notase igual de ansioso que él.

Se quedó dormido durante el vuelo, lo que me sorprendía por lo ansioso que estaba, y se espabiló por completo cuando arribamos y nos detuvimos en el mostrador de los vuelos internacionales para revisar los billetes.

- ¿Río de Janeiro? – cuestionó con algo de miedo.

- Otra parada.

Hicimos manitas en el viaje a Sudamérica, dado que estábamos prácticamente solos en primera clase. Lo justo para hacernos arrumacos sin miradas curiosas. K se volvió a dormir y cuando aterrizamos ya estaba anocheciendo. Cogimos un taxi para atravesar las atestadas calles de Río y sonreí cuando tuve que hablar en portugués al conductor y K me miró alucinado. Él creía erróneamente que íbamos a algún hotel a hospedarnos.

Pero nos detuvimos en los muelles.

Le di la mano y encabecé nuestra marcha hacia la larga línea de blancos yates amarrados sobre el agua. Me detuve ante la embarcación más pequeña de todas, no así la menos esbelta. Estaba hecha pensando en la velocidad y no en el espacio. Salté adentro con las maletas y K me siguió.

Cuando pusimos rumbo hacia oriente por el océano abierto, escuchaba a K devanándose los sesos revisando sus conocimientos de geografía para averiguar dónde estábamos. Eso me hacía sonreír interiormente, ni en un millón de años lo adivinaría.

- ¿Vamos mucho más lejos? – preguntó llevado por la curiosidad y mi falta de comunicación.

- Pues nos queda como una media hora más de camino... – dije. Oh, vaya, pensó algo decepcionado. Se moría por llegar a donde quiera que fuéramos. Pero veinte minutos después, llamé su atención – ¡K, mira hacia allí!





POV. K

Sentía un revoltijo de nervios en el estómago a cada minuto que pasaba. ¿Cuánto tiempo más íbamos a seguir viajando? ¿Cuánto tiempo seguiría sintiendo aquel vacío en mi pecho que cada vez se parecía más a un pozo sin fondo? ¿Cuándo podría por fin hacer mío a Heeseung?

- ¡K, mira hacia allí! – su voz me sacó de mis pensamientos y seguí su dedo que me señalaba una forma baja y oscura que se interponía en el reluciente trazo de la luna sobre el oleaje.

La forma terminó transformándose en un triángulo chato e irregular, con uno de sus lados más alargado que el otro, antes de hundirse en las olas. Nos acercamos más y pude comprobar que el contorno era tenue, oscilante ante la brisa ligera. Delante de nuestra posición se erguía, por encima del mar, una islita donde se balanceaban las hojas de las palmeras y refulgía la media luna de una playa bajo la pálida luz de la noche.

- ¿Dónde estamos? – murmuré maravillado, mientras él cambiaba de dirección , dirigiéndose hacia el extremo norte de la isla.

-Es la isla V – dijo sin más. ¿Perdona?

El barco se deslizó hasta colocarse con exactitud en la posición adecuada, pegado a un corto muelle de planchas de madera deslustradas que adquirían un tono blanquecino a la luz de la luna. Reinó un silencio absoluto cuando se detuvo el motor, pues no había más sonido que el chapaleteo de las olas contra el casco de la nave y el susurrar de la brisa entre las palmeras. El aire era cálido, húmedo y fragante, como el vapor que permanece después de una ducha de agua caliente.

Novilunio || K/HeeseungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora