Capítulo 17: Las invitadas

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🎶Like it is-Kygo, Zara Larsson, Tyga

Isabella

Lo primero que hice al despertar fue pensar en el beso ardiente que Hansel me había plantado la noche anterior, con mi mano me rocé el labio tratando de volver a sentir el fuego abrazador que me recorrió el cuerpo cuando él con la yema de sus dedos subió de forma lenta hasta mi muslo. Gracias a dios no había tocado más arriba, no llevaba la ropa interior adecuada para la ocasión, sino que llevaba una maldita faja sin costuras que me llegaba hasta el borde de los pechos. Cómo se supone que tenía que dejar que me tocara con eso puesto, era demasiado mata pasiones por dios. Sin contar que luego de que nos soltáramos la vergüenza me explotó en la cara y no pude evitar huir cuando tuve la oportunidad.

Con molestia abrí la cómoda buscando ropa, había huido como una cobarde y luego le había enviado un mensaje mintiéndole, le dije que lo olvidaría cuando desde hace semanas que sueño con él devorándome por todos los rincones de su casa.

Estaba huyendo de lo que odiaba y deseaba con todas mis fuerzas. Odiaba la forma en que se portaba conmigo, como si yo fuera suya, y supiera que en el fondo de mi ser lo anhelaba dentro de mí.

¿Por qué resistirme tanto? Era soltera, guapa e inteligente, por seguir sus juegos no tenía que formalizar con él, Hansel no era para eso y solo me quería para echar un polvo nada más. Un encaje negro con tiritas brillantes se enredó en mis dedos buscando ropa interior, la saqué con dos dedos y la miré con detenimiento, era un regalo que me había hecho Toña el año pasado y desde que me lo dio no lo he usado ni una sola vez, estaba esperando el momento adecuado para estrenarlo. Esto hubiera sido buena elección para la noche anterior.

Aquella tanga negra me estaba dando ideas, y no eran del todo inocentes. Hansel me deseaba más o igual que yo, y el sexo sin compromiso era su especialidad, un hombre experimentado era un buen candidato para debutar, sabría lo que está haciendo y me instruiría en el arte del sexo. No era una monja, había hecho algunas cosas en la universidad con algunos chicos, pero jamás llegué al final por miedo a sentir dolor en el acto.

Vacilando un momento tomé la decisión más disparatada que había tomado en toda mi vida, era una locura. La noche anterior había sido lo suficientemente buena para dejarme con sed de más. Con decisión caminé hasta el baño y di el agua de la regadera hasta que alcanzó una temperatura agradable, depilé todo mi cuerpo con sumo cuidado de no dejar ni un solo pelo al tacto y exfolié mi cuerpo para quedar tan suave como un jamón. Al ver la hora me di cuenta de que estaba atrasada en más de treinta minutos, me apresuré en humectarme la piel y hacer toda mi rutina de skincare, nerviosa pasé la tanga por mis piernas y me miré en el espejo. Me formaba un culo fenomenal, estoy segura de que durara un parpadeo puesto, pero al menos causaría una buena impresión.

Maldito seas Hansel, las cosas que me haces hacer por estar bueno.

Al llegar a la mansión bajé con mi batido de avena con fresas irradiando felicidad al igual que el sol de esa mañana, saludé a todo los obreros que ya se encontraban cada uno en sus puestos comenzando a construir el mirador, toda el área verde estaba lo suficientemente avanzada, para comenzar a dividirse y concentrarse en los detalles que le darían un toque más acogedor a este lugar. La horrible pileta con la figura de Hansel había sido remplazada por un inocente cupido que sostenía un arco con una fecha de amor que apuntaba directo a la mansión, me pareció perfecta para un hombre como Hansel, que hacía bajar tangas por donde quiera que pasara, incluyendo prontamente las mías.

Con los lentes de sol aún puestos miré hacia la mansión de reojo para ver si había señales de cierto rubio al que quería hacerle una propuesta indecente. Mi curiosidad se hizo más intensa al ver a Jaime con todo su ejército de empleadas entrando maletas enormes de color palo rosa, seguí mirando hasta que una jovencita salió del Mercedes blanco estacionado frente a la mansión. Era alta, rubia y con las curvas de una sirena, se subió los lentes y miró asombrada a su alrededor, sonriendo como si la vista frente a ella no fuera real. A los pocos segundos Hansel salió con un pantalón deportivo negro y una musculosa del mismo color, sonriendo abrió los brazos a la mujer, la levantó del suelo y dio vueltas con ella en sus brazos.

Intenta no enamorarte de mí, florecitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora