Capítulo 19: ¿Poliamor?

6.5K 497 33
                                    

🎶Rehab-Rihanna

Isabella

Desperté con la habitación oscura y con la luz de la luna llena pegándome en la cara, estiré la mano por la cama con la extraña sensación de que algo faltaba, como si algo importante hiciera falta en el lado arrugado de la cama que estaba en soledad. Me arranqué unas compresas frías de las mejillas y de la frente, me senté sobre la cama observando una taza con rodajas de limón que estaban en mi mesita de noche, de seguro Toña me ha estado cuidando. Puse los pies sobre la fría cerámica y caminé hasta la puerta, por el pasillo escuché murmullos de Toña y de alguien más, una voz profunda que había escuchado en una ocasión. Nicolás estaba sentado en el sillón con la bata de doctor puesta, con lo que parecía una ficha médica en las manos, dándole instrucciones a Toña de cada cuanto debía tomar los medicamentos.

—¿qué haces aquí? —dije con un hilo de voz. Nicolás se volteó con el lápiz en la mano con sus ojos castaños fijos en mi desaliñado aspecto.

—supe que estabas enferma y vine a ver como seguías, tenías mucha fiebre y necesitabas algún medicamento más fuerte. Te dejo esta receta para que la sigas, y te recomiendo usar zapatos, no es bueno estar descalza en tus condiciones. —a unos pasos de mí me extendió el papel observando mis pies con las uñas pintadas de rojo.

—gracias.

Por alguna extraña razón me sentía incómoda con la presencia de Nicolás, no era un mal tipo y se veía bastante serio, el típico macho con el que una mujer querría empezar una relación para algo serio. No se parecía ni de cerca a cierto rubio mentiroso al que ignoraría de ahora en adelante.

—no quiero importunarlas más, me retiro y sigue la receta al pie de la letra. —como si supiera lo incomoda que estaba se fue sin que se lo pidiera esperando una invitación a quedarse, eso jamás pasaría.

Acompañé a Nicolás hasta la puerta por educación, lo vi montarse en su modesto auto e irse con lentitud de mi jardín, me mantuve parada en la entrada con la aún extraña sensación de algo faltante. Con lentitud cerré la puerta y me senté a un lado de Toña que parecía nerviosa con una taza de café en las manos.

—¿vino alguien más a casa? —mi pregunta casi hace que Toña deje este mundo al atragantarse con un trozo de galleta que tenía en la boca. Le golpeé la espalda para que pasara el mal trago de una vez y me respondiera, conocía a esta vieja tan bien como a la palma de mi mano, y sabía que algo me estaba escondiendo.

—No, ¿por qué lo preguntas? —bebió su taza una vez más mientras que la miraba con los ojos entrecerrados con desconfianza.

—por nada, solo que siento que algo falta en la casa. —puse los pies encima del sillón y la cabeza entre mis piernas agotada.

Estaba devastada física y mentalmente, que un resfriado me pegara justo en mi cumpleaños es de muy mala suerte, para empezar quién demonios se enferma de un resfriado en pleno verano y con la navidad en puerta. Esto sí es mala suerte.

—será tu salud lo que falta querida, porque a esta casa el único que ha entrado es el doctorcito bien parecido. —se cruzó de piernas volviendo a sorber su taza.

—¿tú lo llamaste? —Toña abrió los ojos tan grandes que juraría que esta vez sí me está mintiendo.

—ah... sí, llamó por teléfono y preguntó por ti, le dije que no te encontrabas bien y se ofreció a venir a revisarte. —le dio un sorbo a su café intentando ocultar su nerviosismo bajo la humeante taza.

Mentía descaradamente, que yo recuerde no le he dado el número de mi celular, mucho menos el del teléfono fijo. Inflé el pecho y dejé salir el aire resignada, no obtendría nada de esto.

Intenta no enamorarte de mí, florecitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora