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Max Emilian Wolff Horner o mejor conocido solo como Max, era uno de los futruos herederos de Mercedes, hijo del tan reconocido Alfa Torger Wolff y del Omega Christian Horner.

Max desde pequeño quería poder ser igual que su padre un temible Alfa el cual cambiaba su semblante cada vez que veía a su mamá, Max lo tenía claro quería un matrimonio como el de sus padres.

Max tan sólo con veinticinco años era todo un hombre -palabras de su mamá- duro pero a la vez suave, como debía de ser un Alfa según sus padres.

A Emilian le gustaba todo lo que tenía que ver con los negocios, el amigo de sus padres -Fernando- desde que Max era un cachorro de dos años le había empezado a hablar sobre números y sobre estrategias para hacer que la compañía creciera.

-Tal vez el niño no comprende pero en un futuro no lejano lo hará -palabras que Fernando siempre decía.

Y Fernando tenía razón, un Max pequeño pasaba más tiempo en la empresa de sus padres que en su casa, después que su madre tuviera a su hermano Lando, pasaba más tiempo en la empresa ya que el iba a hacer el trabajo de su mamá para que así pudiera descansar.

Pasarón los años y Max era todo un Alfa en toda la palabra, alto, musculoso, un aroma magnifico y una inteligencia digna de un Wolff Horner.

Aunque Max tenía el sueño de tener pareja nunca a podido tener, su Alfa siempre rechazaba a las posibles parejas no importaba su género o subgénero su Alfa le decía que tenían que esperar a su destinado.

En cambio Lando era todo lo contrario a el, el menor era coqueto -mucho a su parecer- no importaba quien era si le llamaba la atención iba y le conversaba con esa personas como si se conocieran de toda la vida.

Max era bueno en muchas cosas una de esas era poder descifrar las oraciones de doble sentido de Lando, para alguien normal cualquier oracion del menor era como cualquier otra pero Max sabia diferenciar cuando una tenía un mensaje oculto solo para el Alfa.

-Claro, no se preocupen, iré a la casa del lago con los chicos, me encanta poder despertar con el aroma a tierra húmeda y a madera, Chau.

fue lo último que escucho Max después de la llamada que tenía su hermano con sus padres, sabía que mentía pero no dira nada. Conocía a los amigos de Lando y sabía que ninguno de los amigos del menor.

Max dejaría que Lando se divirtiera "en el lago" aunque sabia que su preciado hermanito había cambiado unas letras en la palabra, pero ¿quien era el para juzgar?

Se preocuparía por el mismo, el menor ya era grande para saber que hacer y que no hacer ya luego cuando Lando llegará lo atacaría con sientes de regaños y preguntas, mientras dormiría durante toda la tarde para olvidar sus problemas.

-tal vez y con dormir se me van los problemas -fue lo último que dijo su mente antes de caer rendido.

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Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora