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—Entonces — dijo el monegasco, rompiendo el  silencio que había invadido su oficina desde hacía unos minutos — me gustaría saber de qué se trata su visita. La curiosidad me consume, y tengo la impresión de que hay algo importante que desean decirme.

Se acomodó en su silla, observando atentamente a sus visitantes, mientras un leve destello de interés iluminaba su mirada.

—Bueno, hemos venido a que nos hagas un pequeño favor — dijo el alfa rubio, con una sonrisa que trataba de disimular la tensión en el aire — o mejor dicho, que me hagas a mí el favor. Lando no tiene nada que ver en esto.

—¡Oye! — exclamó el omega menor, visiblemente enojado — es algo importante, Char.

—¿Qué sucede, chicos? — preguntó Charles, con una ceja levantada y una sonrisa traviesa — ¿Sus padres se enteraron de que Max se andaba ligando a un hombre casado? — bromeó, tratando de aliviar la tensión en el ambiente.

Charles notó que, en lugar de risas, había un silencio incómodo. Era evidente que la situación era más grave de lo que había imaginado, y su broma no había tenido el efecto deseado.

—¿Tiene que ver con la noticia que hubo hace unos días, verdad? — preguntó Charles, observando el asentimiento de Max con preocupación. Al ver que su amigo confirmaba, suspiró y se pasó una mano por el cabello — yo te lo dije, no te metas con hombres casados.

—Lo sé, pero por eso necesito tu ayuda —dijo Max, con un tono serio que contrastaba con su habitual despreocupación — necesito que me hagas un gran favor.

Sus ojos reflejaban la urgencia de la situación, y Charles pudo ver que no era un simple capricho. La preocupación se instaló en su pecho al darse cuenta de que su amigo estaba en problemas reales. Se recargó en la silla, preparado para escuchar lo que Max tenía que decir, sabiendo que lo que viniera a continuación sería crucial.

—Tenemos un plan — intervino el menor de los tres, su voz firme pero con un hilo de nerviosismo— pero no será posible sin tu ayuda.

Sus ojos brillaban con determinación, y aunque la situación era tensa, había un aire de camaradería entre ellos. Charles se sintió intrigado por la propuesta, preguntándose qué tipo de plan podrían haber ideado. La idea de involucrarse en algo tan serio lo llenaba de curiosidad y preocupación a la vez.

—¿De qué se trata? — preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante, listo para escuchar todos los detalles.

—Al ver que Checo no ha tenido contacto conmigo — comenzó Max, con un tono que denotaba dolor— hemos ideado un plan para que lo pueda volver a ver, aunque sea por unos simples minutos. Necesito escuchar de su propia boca que me aleje de él.

Sus palabras resonaron en el aire, cargadas de una mezcla de desesperación y anhelo. Charles sintió un nudo en el estómago al imaginar la angustia de su amigo. Sabía que lo que Max estaba pidiendo era complicado y arriesgado, pero la necesidad de cerrar ese capítulo parecía consumirlo.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — preguntó Charles, preocupado por las posibles repercusiones.

—Lo estoy, Charles. Necesito escucharlo; si él me lo pide, me voy del país — respondió Max, con una determinación que contrastaba con la tristeza en su mirada.

Su voz era firme, pero la vulnerabilidad tras sus palabras era evidente. Charles sintió una mezcla de admiración y preocupación por el sacrificio que estaba dispuesto a hacer. Sabía que Max había estado lidiando con emociones intensas, y esa decisión era un reflejo de lo mucho que le estaba afectando la situación.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora