𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 9
18 de febrero de 2011—¿No es emocionante? —me pregunta Loise desde su camastro.
—¿Qué?
—Volver a estar aquí —precisa. Apoya el vaso con limonada en la mesita que nos separa. La veo ponerse de pie y un segundo después se sienta en mis muslos—. Hoy volveremos a estar en el carnaval pero ahora como esposas.
—Sí —asiento—. Es emocionante.
Loise sonríe y me besa. Los pechos grandes de Loise apenas si son cubiertos por el traje de baño. Ha pasado toda la mañana en el camastro, tomando el sol. Por eso ahora su piel morena tiene un aspecto tostado y opaco.
Cuando se aparta mis ojos viajan al tatuaje en tinta negra que lleva en el área de las costillas, a la derecha. Es un 2006; el año en que nos besamos por primera vez, cuando las dos admitimos que estábamos enamoradas la una de la otra.
Todo sucedió en una de las calles de Rio, mientras las carrosas pasaban. Loise tenía cincuenta cervezas encima, al igual que yo. Me sujetó el rostro en medio de la multitud y me dio un beso intenso. Me dijo que ya no podía ocultarlo, que estaba irracionalmente enamorada de mí y que quería todo conmigo.
Yo sonreí, viendo su rostro distorsionado por el efecto del alcohol. La envolví con mis brazos por la cintura y la alcé en el aire para continuar besándola. Y así nos mantuvimos por el resto de la noche. Dedicándonos risitas y robándonos besos.
Yo estaba más que feliz. Apenas hacía un par de semanas había descubierto lo mucho que Loise me gustaba. Y tomé su invitación al Carnaval como una señal para confesarlo. Nunca esperé que ella lo hiciera primero.
Entonces Loise, en medio de la noche decidió tatuarse. Ebria, enamorada de mí, y conmigo besándole el cuello, mientras los tambores del Carnaval se escuchaban en cada rincón de Rio. Fue una experiencia inolvidable para las dos, lo sé.
Y ahora somos esposas recién casadas, pasando nuestra luna de miel en la villa que su madre nos obsequió. Es increíble. La vista es espectacular. Desde la terraza en donde estamos puede apreciarse el Cristo que se cierne sobre toda la ciudad. Y la playa, por supuesto.
—¿Alguna vez te has arrepentido? —le pregunto, con mis manos en su cintura desnuda.
—¿Del tatuaje o de haberte dicho lo que sentía por ti?
—Ambos.
—¿Cómo puedes creer que me arrepentiría? Por supuesto que no. Ni un segundo. Me parece que si así fuera no estaríamos casadas ahora mismo.
—Supongo que no —sonrío. La atraigo hacia mí para darle un beso.
—No me arrepiento de nada que haya hecho contigo, mi amor. No cambiaría nada de nuestra historia. Ni siquiera la forma en que nos conocimos.
—Yo tampoco —digo casi en un susurro, rozando mis labios con los suyos. Los capturo.
Loise me rodea el cuello con los brazos y corresponde lentamente. Siempre me ha gustado la forma en que me besa. Lo hace sin prisa pero sin pausa, alargando cada segundo con delicadeza. Es como si tuviera miedo de lastimarme o de que yo fuera a desaparecer.
Cuando se aparta me quita el vaso.—Dame eso —lo apoya en la mesita y me empuja hacia el respaldo del camastro—. Quiero besar a mi esposa con libertad.
—¿Solo besar? —cuestiono con un mohín fingido. Loise se ríe; niega con la cabeza. Sus rizos se agitan con el movimiento y por el aire que nos golpea.
—Quiero hacerte mía una y otra, y otra vez, hasta aprenderme de memoria cada centímetro de tu cuerpo —me da un beso en la parte superior del pecho, casi cerca de las clavículas—. De este cuerpo hermoso que me enloquece y que tanto amo.
Acomodo un dedo en la barbilla de Loise y hago que alce la vista de mis pechos para que me mire a la cara. Le sonrío.
—Te amo, Loi.
—E eu amo você, minha querida.
Después de darme un beso más en los labios, Loise baja a mi cuello. Me desliza los tirantes del sujetador hasta que mis pechos quedan descubiertos. Los toca muy suavemente, como si fueran un tesoro que teme dañar. Después se toma su tiempo para besarlos.
—Eres la mujer más hermosa, ¿lo sabías?
Mientras su mano se acomoda entre mis piernas, Loise me mira a los ojos con amor y las pupilas dilatadas; con todo ese deseo contenido en ellos. Yo estoy desesperada, no lo voy a negar. Con urgencia siento la necesidad de tener a Loise dentro de mí.
El cabello se me pega en el rostro por el viento pero Loise se encarga de apartarlo. Se inclina a mis labios al mismo tiempo que su mano se abre paso por debajo de mi traje de baño. Introduce los dos dedos y los deja ahí un momento, sin hacer nada más.
Eso significa que primero quiere ver cómo me divierto, así que empiezo a mover las caderas por mi cuenta. Loise me observa en silencio, acariciando mis pechos. En un momento me toca los labios con el pulgar. Entonces yo le dejo un pequeño besito en él.
—Qué tierna —sonríe.
—Loi... —dirijo la vista a mi entrepierna. Después la devuelvo a ella.
—De acuerdo, quédate quieta.
Yo obedezco. Busco la mano que Loise tiene libre y la entrelazo a la mía. De pronto siento un nudo en la garganta; la necesidad de gemir. Me contengo al principio, hasta que las embestidas se vuelven repetitivas y rápidas.
La mayor parte del tiempo permanezco con los ojos cerrados, pero en los pequeños momentos que los abro puedo ver la satisfacción que refleja el rostro de Loise, esa sonrisita que siempre me dedica cada vez que me toca. Yo la amo. Amo ver lo que despierto en ella.
Un rato más tarde, cuando me ha hecho acabar, Loise deja de estar sentada para ponerse de pie. Me incorporo un poco cuando la miro de rodillas en el camastro. Se quita las dos prendas del traje de baño y yo la admiro un momento. Su cuerpo es un espectáculo para mí.
—¿Crees que cabemos? —le pregunto. Ella solo asiente con una sonrisa coqueta. Se inclina para darme un beso corto y vuelve a estar de rodillas.
—Abre las piernas.
Lo hago. Abro las piernas, en espera de ella. Loise se acomoda una en el hombro, le da un beso y se pega contra mí. Después apoya una mano en mi rodilla, la que permanece extendida, y empieza a moverse. Lo hace lento al principio, de arriba hacia abajo. Luego de adelante hacia atrás.
Su cabello rizado se agita con cada salto y sus pechos redondos rebotan. Llevo las dos manos a ellos para apretarlos. Me incorporo hasta quedar sentada y rodeo la espalda de Loise con mi brazo. Nos pegamos más; nos movemos más. Nuestros cuerpos se mecen como un bote en el agua.
Sus gemidos graves me llenan los oídos, su aliento tibio me golpea la nuca y sus uñas me arañan la espalda. Loise está completamente fuera de sí. Tanto que deja de moverse para simplemente aferrarse a mí. Siento sus dedos enredándose en mi cabello. Ahora soy yo quien marca el ritmo.
—Más —pide después de que empujo la cadera con fuerza. Lo repito, haciendo que Loise suelte un gemido fuerte.
Arrodillada en el camastro, con Loise a horcajadas sobre mí y mi brazo alrededor de su cintura, empiezo a usar los dedos también. Los muevo, yendo de afuera hacia adentro con rapidez y profundidad. Loise me abraza con fuerza; jadeando, gimiendo y temblando.
—Eres maravillosa —susurra en mi oído, con la respiración agitada— . Y solo quiero estar contigo por el resto de mi vida. Tú. Solo tú. Siempre serás tú.
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𝐏. 𝐃. 𝐀𝐮𝐧 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬
FanfictionPara Larissa solo ha existido un gran amor. Y en sus planes no está dejarla ir. ─ ⊱✦⊰ ─ Larissa cree que la fiesta de cumpleaños de Loise, su ex esposa, es la oportunidad perfecta para que su relación con ella resurja. Pero en medio de la reunión...