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Noviembre de 2015


—¿Crees que quepa en el vestido?

Loi está de pie frente al espejo. Con el mentón pegado al pecho se sostiene la parte inferior de la blusa. Yo me acerco por detrás y la abrazo. Pongo mis manos en su vientre plano.

—Solo tienes un mes, mi amor.

—Pero me siento hinchada.

Loise ladea la cabeza y le echa un vistazo a su reflejo. Sus manos ahora están sobre las mías. Apenas hace una semana que nos enteramos del embarazo y aún nadie lo sabe. Quise decírselo a Diane justo después de que salimos de la clínica, pero Loi me convenció de que era una noticia demasiado importante como para darla a través de una llamada. 

Así que planeamos anunciarlo hoy en la cena de Acción de Gracias. Aunque sé muy bien que mamá no estará del todo contenta, y a August le dará igual. Pero es importante. Para mí y para Loise lo es. Se trata de nuestro primer bebé. Voy a tener un bebé con el amor de mi vida y aún no puedo creerlo. Este es el segundo suceso más importante de mi vida. Lo primero sin duda es Loise.

—Estás perfecta —le doy un beso en la mejilla. Mis ojos viajan a su vientre—. Tú y nuestra niña se verán hermosas en ese vestido.

—¿Nuestra niña? —cuestiona con una sonrisa soñadora. Yo asiento.

—Sí, será una niña. 

—Una niña —repite. Sus ojos brillan de ilusión al mirarse el vientre. Pronto se le llenan de lágrimas—. Estoy embarazada, por Dios.

Yo la envuelvo en mis brazos y le doy incontables besos en la mejilla. Desde que Loise tuvo los primeros síntomas yo me he deshecho en muestras de cariño, obsequios, cenas y toda clase de cosas que la hagan sentir bien. Lleva a nuestro bebé dentro de ella, por Dios. Se merece todo lo bueno de este mundo. Y yo me voy a encargar de dárselo.

—Y eres la embarazada más sexi de todas —apoyo las manos en sus caderas y la hago voltear. Ahora estamos cara a cara, así que le doy un beso en los labios—. Te verás preciosa en ese o en cualquier vestido. Y te verás aún más preciosa cuando nuestra niña empiece a crecer. ¿Te has visualizado? Tu vientre grande, usando ropa de maternidad. Ya no puedo esperar para ello.

—Será maravilloso, sí, pero... —me toma las manos y me hace apoyarlas en su cintura—. Mírame, mi silueta es espectacular. 

—Solo serán nueve meses, ¿de acuerdo? Con suerte pasarán volando. Y entonces podrás volver a tus entrenamientos y recuperarás tu silueta.

Loise mira por encima de mi hombro a un punto incierto de la habitación. Parece sopesar mis palabras. Mientras tanto yo me dedico a acariciarle el vientre y a robarle besos. En un momento me sujeta el rostro para detenerme y me mira a los ojos.

—Nueve meses.

—Nueve meses —asiento.

—Puedo hacerlo.

—Puedes hacer cualquier cosa.

Loi me muestra una sonrisa y me acaricia la mejilla con el pulgar. Yo me preparo para recibir un beso pero lo que ella hace es abrazarme. Entonces la estrujo, hundiendo mi cara en su cuello. Cuánto amo a esta mujer. Amo sus rizos rebeldes, su mirada intrépida, su cuerpo, y su personalidad dominante. Amo que sea dulce conmigo pero que se muestre feroz ante el mundo.

—Para el próximo Acción de Gracias Sam estará acompañándonos en la mesa.

Loise busca mi rostro. Noto su ceño fruncido. Aún de pie frente al espejo hago que mire su reflejo otra vez. Me rio por lo confundida que se ve. Además está celosa, lo sé.

𝐏. 𝐃. 𝐀𝐮𝐧 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora