𝐏. 𝐃. 𝐀𝐮𝐧 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 | 𝐋𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐖𝐞𝐞𝐦𝐬

36

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 36

Febrero de 2011

Me sudan las manos.
Trato de no prestarle atención al bombeo de mi propio corazón, pero es demasiado alto.
Es demasiado acelerado.

Es normal, ¿no? Es decir, hoy es mi boda. Es el día más importante de mi vida. No hay forma de no estar nerviosa. Pero Dios Santo, siento que voy a tener un paro cardíaco. Nadie me dijo que casarse se sentía como si una enorme bola de concreto te estuviera aplastando el pecho.

—Por Dios, me estoy ahogando aquí adentro.

Me soplo con la mano, yendo de un lado a otro por toda esta habitación de hotel que más bien parece un horno.

El vestido es perfecto, y yo me siento muy satisfecha con todo el trabajo de la estilista, sin embargo, quisiera arrancarme todo. El peinado, el vestido. Todo. No exagero; de verdad me estoy ahogando.

Busco el control del aire, pero cuando estoy a punto de tomarlo Diane me lo arrebata. 

—¿Quieres que me congele? —cuestiona con molestia—. Por el amor de Dios, Larissa, el aire está para mantener a un cadáver.

Diane tiene el ceño fruncido y la punta de la nariz roja. Hace cinco minutos se ha puesto una bata de baño encima del vestido.
Está hermosa, no lo voy a negar. Me gusta que se haya dejado el cabello suelto y que luzca sus mechones platinados con orgullo. A fin de cuentas es lo único que heredó de papá. Diane es idéntica a nuestra madre.

—Mira, nos tienes a quince grados —señala el aire con mal humor. Yo intento hacerme del control otra vez pero nuevamente Diane lo aleja.

—Lo voy a esconder.

Le doy la espalda después de mostrarle una mueca de desagrado. Entonces sigo caminando. De la cama al baño y del baño a la puerta. Y mientras lo hago pienso que quiero vomitar. De verdad. Ni siquiera he querido comer nada pero de cualquier forma siento ga as de vomitar.

—¿Qué se supone que estamos esperando? —pregunto después de un rato. 

Ahora Diane está tumbada en la cama y tiene las piernas sobre el colchón, con todo y los tacones puestos.

No me ha escuchado porque como la adolescente gruñona que es está escuchando música a todo volumen a través de los auriculares.

Me inclino y le quito uno.

—Qué insoportable estás —refunfuña. La ignoro y repito la pregunta.

—¿Qué se supone que estamos esperando? Ya quiero ver a Loi.

—Hubo un problema con el catering —respo de con desdén—. Pero ya está resuelto —me muestra la pantalla del móvil, donde aparece la conversación que ha tenido con Loise.

La mejor cuñada ♡
Última vez hoy a las 4:15 p. m.

—¿De verdad? ¿La mejor cuñada?

Diane voltea a verme y se encoge de hombros.

—En la noche del compromiso Loise tomó mi teléfono y se cambió el nombre por eso. Olvidé editarlo y ya me da igual. Además no es mentira. Loi es mejor que Elizabeth.

—Por supuesto que lo es—contesto con orgullo. Vuelvo a concentrarme en los textos.

Loise: Muéstrale esto a tu hermana, por favor.
Loise: Mi amor, es hora de casarnos.

Sonriendo, alzo la vista a Diane, y mientras la miro voy sintiendo cómo mi corazón se acelera todavía más.

—¿Es hora?