Capítulo 8

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"El único deber es el deber de divertirse terriblemente"

Oscar Wilde.

La primavera se marchó para darle paso a los días cálidos del verano. Alana continuó con su rutina de la universidad que compaginaba con su trabajo de voluntaria en el hospital; rutina que varias veces se veía afectada por los excesos que últimamente Sindy se encontraba cometiendo. Llegaba a altas horas de la madrugada casi a diario.

Gracias a la nueva fama que había ganado, le llovían las amistades. A Alana le preocupaba la vida desenfrenada que estaba llevando, pero no podía hacer nada, ya que sus advertencias y consejos les resbalaban. Y es que desde su viaje a Los Angeles, Sindy había cambiado, ya no era la misma. Su relación con Dylan al parecer no brillaba como antes, aunque continuaban saliendo. Él, por su parte, comenzó a escribirle a Alana casi a diario y se habían visto un par de veces desde su paseo por Brigde Brooklyn Park.

✨✨✨✨✨✨

— ¿Por qué estás tan furiosa, Darling?

— Mi relación con Dylan no va como yo quiero — Dijo Sindy en tono bajo porque no quería que las demás chicas que estaban alrededor escucharan. La hora de descanso del ensayo no era el mejor lugar para hablar, pero necesitaba desahogarse con alguien que sí la entendiera.

— ¿Por qué dices eso? — Preguntó Sasha con su voz estridente capaz de romper cristales. Ella y Sindy se conocieron en la agencia de modelaje y estaban trabajando juntas para el desfile de H&M.

— Yo quiero avanzar en nuestra relación, quiero ser su novia oficial y luego convertirme en la señora Gallagher... Pero él no quiere ni una ni otra cosa, solo me quiere para divertirse y ya. — Se quejó la rubia frustrada.

— Darling, los hombres son así, si fuera por ellos no existieran los matrimonios en este mundo. — La tranquilizó la mujer.

— Dylan es de los más difíciles — dijo Sindy con melancolía.

— Lo primero que tienes que hacer es tomar las cosas con calma... no todo está perdido, ya que aún sigues con él... eres muy afortunada, porque a ese playboy las mujeres cuando mucho suelen durarle un mes — Sasha se acercó para decirle en voz baja — Tu hombre lo que necesita es un empujoncito.

— ¿Qué tipo de empujón? — Preguntó la rubia con interés.

— ¡Celos Darling! — Exclamó Sasha sonriendo — tienes que darles celos y verás cómo lo pones a tus pies, así lo hice con Tony y mira — le mostró su mano para que observara su caro y enorme anillo de compromiso.

— Eso no va a funcionar — habló Sindy con un suspiro de decepción — ese cretino me ha dicho en reiteradas ocasiones que, si yo quiero, puedo salir con quien quiera que a él eso no le importa.

— Eso lo dicen ellos de la boca para fuera, pero los hombres son primitivos, básicos y elementales, si te ve con otro, estoy segura de que no le va a gustar en lo absoluto.

Sindy se quedó pensativa.

— Dylan no parece ser un hombre celoso.

— Darling, yo sé de lo que hablo, tengo un máster en hombres — dijo la modelo en un tono presuntuoso — ahora en este mismo momento se me ha ocurrido una excelente idea.

— ¿Qué idea? — Preguntó Sindy ansiosa.

— Todo el mundo sabe que Dylan tiene una espectacular casa en Los Hamptons — le comentó — se me ocurre que debemos aprovechar ese detallazo e irnos para allá una semana; es la última que tendremos libre... Cuando salgamos hoy del ensayo, nos vamos de shopping para comprar los bikinis más hot de la bolita del mundo — revisó el celular y lo revisó mientras seguía hablando — luego hago una llamada a mis sexys superamigos que están de muerte lenta y la mesa quedará servida para que cuando ese hombre vea que tú estás mirando en otra dirección que no es la de él.

APUESTA PROHIBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora