Capítulo 29

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No se pueden contar los pollos antes de nacer.
Refrán popular

Bryan mientras esperaba a que Alana regresara. Se acercó a Sindy, que estaba sola en ese momento, y compartió su incredulidad y emoción.

- Estoy alucinando, todavía no puedo creer que ella esté aquí y tan dispuesta a estar conmigo - comentó Bryan, con los ojos brillantes de emoción.

Sindy sonrió de manera satisfecha, como quien sabe que su plan está funcionando a la perfección.

- Yo también estoy fascinada con su cambio, y tú eres el más beneficiado en todo esto, porque al fin se ha fijado en ti y lo quiere todo contigo - le susurró en voz baja.

La incredulidad se reflejó en el rostro de Bryan.

- ¿De verdad te lo ha dicho? - preguntó, como si aún no pudiera creer su suerte.

Sindy asintió con firmeza.

- Sí, lo ha dejado claro - afirmó la rubia con determinación -. Está cansada de estar sola y quiere disfrutar de la vida.

Bryan soltó una carcajada llena de autosuficiencia.

- Ya puedo sentir el Bugatti en mis manos - declaró con orgullo.

Sindy le dedicó una sonrisa maliciosa.

- Que así sea, porque estoy ansiosa de que termine esta maldita apuesta. Deseo que Dylan sea solo para mí, sin ninguna distracción.

Bryan deslizó su brazo alrededor de la cintura de Sindy y le susurró al oído, con una actitud arrogante.

- Si es cierto lo que me has dicho, esta misma noche tendré a tu amiguita en mi cama, entregada y gimiendo desesperada.

Sindy lo empujó juguetonamente.

- ¡Eres un cerdo!

✨✨✨✨✨✨
La tensión en la atmósfera era palpable cuando Alana y Dylan se encontraron en aquel rincón apartado. Ella intentó mantener la voz baja, consciente de que su encuentro debía pasar inadvertido.
- Dylan, suéltame - le espetó Alana en un susurro cargado de nerviosismo - ¿Te has vuelto loco? Alguien podría vernos.

Dylan, visiblemente furioso, respondió sin preocuparse por el posible público.

- Me importa una mierda si alguien nos ve - su tono dejaba clara su ira -. Contéstame de una maldita vez, ¿Por qué estás con él?

- Porque me da la gana, eso no es asunto tuyo - replicó ella, mostrando una actitud desafiante.

Dylan, incapaz de controlar su enfado, golpeó la pared con fuerza, haciendo que Alana diera un respingo.

- ¿No te parece que te queda muy mal exigirme nada? Es a Sindy a quien debes reclamarle algo, no a mí.

Alana intentó liberarse de su agarre, pero Dylan no estaba dispuesto a soltarla. La proximidad de sus cuerpos era eléctrica, y ella podía sentir cómo sus senos se aplastaban sensibles contra el pecho firme de Dylan, sus pezones endureciéndose con el escalofrío que recorría su piel. El deseo la invadió, como una corriente eléctrica, y se dio cuenta de que él seguía siendo su debilidad.

- No me importa Sindy - susurró Dylan con una voz grave y profunda que hizo que Alana se estremeciera -. No me importa nadie más, solo tú... Tenemos que hablar. Te he buscado por todos lados, nena, me estaba volviendo loco sin saber de ti... Temía lo peor.

El corazón de Alana comenzó a ablandarse, y estuvo a punto de creerle. Respiró profundamente unas cuantas veces, inhalando el oxígeno que necesitaba para mantener la compostura. Recordó su propia advertencia interna.

- "Sé fuerte y valiente, no te dejes engañar" - le susurró la razón. Eso la hizo reaccionar.

- Como ves, estoy perfectamente. Agradezco tu preocupación - respondió sarcástica, recuperando su distancia emocional.

Dylan no se dio por vencido y continuó su interrogatorio.

- ¿Dónde estabas? ¿Por qué sacaste tus cosas del apartamento? - preguntó, mostrando su frustración.

- Sindy regresó, y nuestra pequeña aventura llegó a su fin... A dónde fui no te incumbe.

Dylan no podía creer lo que estaba escuchando.

- ¿Cómo que nuestra aventura llegó a su fin? - preguntó sorprendido -. Lo nuestro no es una aventura y nada ha terminado.

Alana, manteniendo su mirada fría y decidida, respondió con determinación.

- Dylan, déjame aclararte algo - habló sin emociones en su voz, sin titubear -. Para mí, esto fue una aventura. Agradezco que me hayas ayudado a descubrir cosas sobre mí misma, que me hayas mostrado cómo satisfacer a un hombre, pero ahora estoy lista para explorar nuevas experiencias.

Dylan, confundido y herido, no podía creer lo que estaba escuchando.

- ¿Nuevas experiencias? ¿Qué tipo de experiencias? - preguntó con voz firme.

- Ya no quiero estar contigo - soltó Alana, con un rostro imperturbable -. Al principio, me sentí atraída por ti, me deslumbraste, y disfruté de la emoción de lo prohibido. Pero esa novedad ha pasado, y tú ya no me interesas.

Alana sentía una lucha interna feroz con cada palabra que pronunciaba. Odiaba tener que mentir de esta manera, y en esos momentos, ignoraba los latidos frenéticos de su corazón que le gritaban que se retractara, que la verdad era que lo amaba profundamente, que no podía soportar la idea de que alguien más lo tocara, que era suyo. Pero su corazón olvidaba la traición y no conocía el concepto de orgullo herido.

Estuvo al borde de flaquear, pero logró mantenerse firme.

- ¿Estás celosa porque crees que estoy con Sindy? ¿Es por eso que estás diciendo algo tan absurdo que carece de sentido? - le espetó Dylan.

Alana resopló indignada.

- ¿Celosa? Por favor, estoy encantada de que estés con ella. Así me ahorro el mal trago de terminar nuestro "affaire".

Las palabras de Alana lastimaban a Dylan y lo enfurecían. No entendía por qué ella lo trataba tan indiferentemente.

- No sé qué diablos te pasa, pero no te creo nada. Lo que tú y yo compartimos no se puede fingir. Tú me perteneces y si Bryan te toca, lo mato. - Advirtió Dylan, su rostro se tornó sombrío.

- Lo que tú y yo tuvimos, y escucha bien, tuvimos, fue simplemente eso, un pasatiempo insignificante.

Dylan esbozó una sonrisa de incredulidad, y durante un instante, una chispa de desafío brilló en sus ojos. Sin embargo, no se detuvo. Dylan volvió a sujetarla por la cintura, levantó su cabeza y la obligó a mirarlo directamente a los ojos.

- Insignificante, ¿dices? Repite eso de nuevo. - La retó.

Alana no se acobardó ante el desafío, aunque sabía que estaba en clara desventaja.

- Lo que tú y yo tuvimos fue insig...

No tuvo oportunidad de terminar la frase porque Dylan tomó su boca con pasión. La besó con un deseo evidente y calculado.

Un éxtasis punzante recorrió a Alana desde los pezones hasta el vientre, y luego descendió entre sus muslos. Pero su enojo superó el placer. Se separó abruptamente y le propinó una bofetada que marcó su mejilla.

Dylan la miró con los ojos oscuros y le sonrió con malicia. Luego, la volvió a atrapar por la cintura y la besó. Este nuevo asalto de su boca sensual y experta dejó a Alana sin aliento, y cualquier pensamiento racional desapareció por completo. Su cerebro dejó de funcionar, pero su cuerpo estaba más despierto que nunca. Había extrañado el aliento de Dylan, su sabor, su aroma, su cuerpo. A pesar de su enojo, este beso la desarmó. Fue profundo, abrasador, intenso y exigente. El beso era apasionado, urgente y exquisito. Sus lenguas se encontraron en un mágico contacto que encendió chispas dentro de ellos, y un gemido profundo emergió de la garganta de Dylan.
Ese sonido era lo más sexy que Alana había escuchado jamás.

APUESTA PROHIBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora