Capítulo 28

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La Revancha...

Esa tarde, Alana se dejó llevar por la rubia. Fueron a la peluquería, donde le hicieron un degradado en las puntas del cabello que le dio un toque sofisticado y elegante, realzando su bello rostro.

Luego, pasearon por las exclusivas calles de la Quinta Avenida, visitando las tiendas más prestigiosas. Alana eligió un vestido negro corto con escote en forma de corazón y estilo lencero de Dolce & Gabbana, que le quedaba a la perfección. Completó su atuendo con unas sandalias de tacón de aguja rojas de Jimmy Choo y un bolso tipo Clutch en rojo de Gucci. Esperaba que el dinero que había pedido prestado a su madre fuera suficiente para todos los cambios que necesitaba, aunque en realidad su maravillosa amiga Sindy, emocionada por la transformación de Alana, se hizo cargo de todos los gastos.

Esa noche, Alana puso mucho esmero en su vestimenta y maquillaje. Estaba nerviosa, pero cada vez que recordaba el engaño y la apuesta, la rabia desplazaba cualquier inseguridad. Alana miró su móvil y lo dejó sobre el tocador, ignorando las innumerables llamadas y mensajes de Dylan, que solo servían para aumentar su desgano.

Una vez lista, buscó a Sindy, quien estaba terminando de arreglarse.

— Quedaste perfecta — la elogió la rubia al verla.

— Gracias. Cuando Bryan y yo estemos juntos, le diré que nuestra unión se debe a ti y a tu perseverancia. Si no fuera por ti, jamás me habría fijado en él.

Sindy dio un saltito de alegría.

— Debo apurarme, el taxi debe de haber llegado.

— ¿Dylan no viene por ti? — preguntó Alana.

— No he podido hablar con él desde esta mañana.

— ¿Estás segura de que irá al cóctel? — volvió a preguntar.

— Sí, he hablado con Frank, su manager, y Erika, su asistente, y los dos me confirmaron su asistencia. No puede cancelarla.
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El coctel se llevaba a cabo en un suntuoso salón de un lujoso hotel en el corazón de Manhattan. El evento estaba perfectamente organizado y el ambiente estaba impregnado de la música de Hailee Steinfeld y Florida Georgia Line, que envolvía a los asistentes con su melodía.

Sindy, como de costumbre, comenzó a saludar a sus amistades en cuanto llegaron. Sin embargo, en esta ocasión, estaba más enfocada en su objetivo y no se distrajo. Alana conocía muy bien a su amiga y la llevó directamente hacia donde quería; Sindy era bastante predecible en ese aspecto.

Bryan Duboin estaba conversando con algunas personas cuando las vio acercarse. Primero posó su mirada en Sindy y la saludó con un beso en la mejilla. Luego, observó a Alana, tardando un instante en reconocerla. Cuando finalmente lo hizo, su mirada se clavó en ella de inmediato, literalmente la devoró con los ojos. Alana sabía que había acertado de lleno con su elección de atuendo.

— Madre mía, debo decir que estás preciosa, aunque creo que me quedo corto — elogió Bryan.

— Hola, Bryan — respondió Alana, contando hasta diez antes de sonreír y comenzar a coquetear. — Gracias por el halago. Lo mismo digo de ti, estás guapísimo.

Alana se apartó sutilmente el cabello del rostro y tocó su brazo, utilizando un lenguaje corporal provocativo. Sabía que él, como hombre, asumiría de forma natural que ella estaba interesada en él.

Sindy le guiñó un ojo a Bryan.

— Me encanta que estés aquí — le dijo Duboin, acortando la distancia. — Mi sueño se ha hecho realidad.

— ¿Has soñado conmigo? — preguntó Alana, manteniendo su coquetería.

— Todo el tiempo — le susurró él.

APUESTA PROHIBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora