Capítulo 16

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Dylan

— Dylan, por el amor de Dios, ¿cómo es posible que todavía estés aquí? Perdiste la hora del entrenamiento y ahora también has perdido los ensayos.

— Me quedé dormido — murmuró malhumorado.

— ¿En un día como hoy tan ajetreado te quedas dormido, hoy precisamente cuando tenemos el viaje de imprevisto a Londres? — Preguntó su asistente con incredulidad.

— ¿Qué? Ese viaje estaba programado para dentro de un mes — dijo sentándose en la cama.

— Sí, pero las cosas cambiaron y te quieren mañana a primera hora.

Dylan se le quedó mirando con el ceño fruncido y le ordenó sin miramientos:

— Cancélalo, no voy a ningún lado.

Erica miró a Dylan asombrada.

— Debo asumir que estás bromeando, porque no puedo hacer algo semejante... y tú no puedes incumplir las pautas que te dicta la marca.

— Lo menos que deseo en este instante es irme de viaje... ¿Cuánto tiempo tengo que estar allá? — preguntó mientras se levantaba de la cama.

— Quince días... Ya tu equipaje está listo y Frank nos acompañará y aunque no tengas ganas, lo tienes que hacer.

— ¡Maldita sea!... — murmuró y se pasó una mano por el cabello.

<<No puedo dejarla ahora con ese hijo de puta rondándola>> pensó en voz alta.

— ¿De qué estás hablando? — Preguntó Erica mirándolo extrañada.

— Nada, cosas mías... ¿A qué hora sale el vuelo?

— A las 4 pm. — respondió la mujer mirando su Tablet — Así que solo nos quedan tres horas para ir a la agencia, hacerte la prueba del vestuario, y la sesión de fotos con OAKLEY, que por suerte no tuvo que posponerse.

— Cancela la prueba de vestuario, tengo que hacer algo muy importante. — Le ordenó él mientras iba hacia su armario.

— Dylan, la prueba de vestuario es de vital importancia... ¿Qué te está pasando? Tú no eres así. Siempre has sido muy responsable con tu trabajo... Frank pondrá el grito al cielo cuando se entere de que perdiste el entrenamiento y los ensayos. No quiero imaginarme si también le digo que faltaste a la prueba.

— Erica, limítate a obedecerme — le dijo enojado — yo soy quien paga tu astronómico sueldo al igual que el de Frank. He dicho que no iré, tú solo acata mi orden.

— No estoy de acuerdo, pero lo haré.

— Gracias — dijo él haciendo una reverencia exagerada.

Su asistente lo fulminó con la mirada.

Dylan estacionó su moto en las afueras de la Universidad de Columbia, esperando allí todavía se sentía desconcertado, haciéndose una serie de preguntas. ¿Qué coño me pasa? ¿Cuándo coño me he preocupado por despedirme de alguien cuando me voy de viaje? Se preguntaba una y otra vez. Jamás había conectado con una mujer más allá del sexo. Jamás se había obsesionado con ninguna. No obstante, allí estaba esperándola a ella. Cuando la vio, inmediatamente se sintió cautivado por su presencia, como pasaba siempre que la tenía cerca. Iba vestida con unos vaqueros rasgados, una camiseta blanca, tenis negros y su precioso cabello que tanto le gustaba, lo llevaba recogido en una coleta. Iba hablando con su amiga Janet, de la que se despidió cuando esta tomó el metro, mientras que ella continuó hasta la siguiente estación. Fue entonces cuando él la alcanzó.

— Alana — era un deleite para Dylan pronunciar su nombre.

Ella se giró y sus hermosos ojos azules se posaron en él.

APUESTA PROHIBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora