Restaurante

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Inesperadamente aprendí, que un día maravilloso se puede quedar perfectamente suspendido de algún rinconcito y de un momento a otro continuar con toda su magia.

No estoy muy seguro, si le hacen bien o mal a mi corazón, pero lo que si sé, es que cada vez que la veo se vuelve más luminoso el espacio, mi corazón se inflama de felicidad y siento que no podré apartarme de ella nunca más.

Cada vez se vuelve difícil contener los sentimientos.

En cualquier momento quiero estrecharla entre mis brazos mientras me lleno de su dulce aroma y de su cálido cuerpo, siento que el tiempo se evapora, que no tendré un límite para saciarme de sus tiernos labios.

Sin embargo, hoy, ella llegó hasta aquí, se ve adorable, luce un lindo vestido circular que se ajusta a su cintura, coordinado con un pequeño jersey en el tono predominante de su falda, sombrero y zapatillas cómodas para caminar.

Me sonríe y no puedo resistirme, le abro mis brazos para que se acune dentro de ellos, ella corre hacia a mi, y se refugia, recarga su hermoso rostro contra mi pecho, es una de las sensaciones más maravillosas que puedo tener.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Bueno, pues un caballero de armadura blanca me concedió llevarme donde mi príncipe y eme aquí.

—Me hace muy feliz (sonrojado)

—A mí más, sobretodo porque vengo haciendo este hechizo desde hace tiempo, para estar cerca de ti.

**********

No era un restaurante elegante de estrellas Michelin, tampoco sería un espléndido banquete.

Como guarde la canastilla para el pícnic dentro de la cajuela de mi auto, le ofrecí a mis sobrinos algunos aperitivos. Ellos tomaron varios de los bocadillos, el resto lo llevé con Candy a nuestra cita.

Nos encontrábamos en medio de un parque cerca del hospital, sobre el césped, bajo la sombra de un precioso arce. En el fondo de la canastilla sólo quedó un sándwich y lo compartimos partiéndolo por la mitad.

—Albert, es bueno compartir algunas cosas entre dos.

—¿Cómo?

—Te pido que hagamos esto en lo sucesivo, quiero que dividas tus penas y alegrías y que me las compartas.

—Candy (sorprendido)

—¿Me lo prometes Albert?

—Claro que si, gracias Candy, muchas gracias.

No podía creer que lo acababa de escuchar de sus dulces labios, era una bella invitación a compartir nuestros sentimientos. Estaba tan conmovido que cada espacio de mi ser, se inundó con tanta ternura, que no pude lograr esta vez detenerme.

Continuará

"Una chica cuando sonríe" Edición OctoBert 2023, FanFic de Candy y Albert Donde viven las historias. Descúbrelo ahora