Tradición

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Sin haber podido dormir lo suficiente, logre despertar temprano como lo hago comúnmente, sabia que mi tía Elroy deseaba festejar de manera formal la colocación del retrato de mi madre en la sala de conmemoraciones.

Sería sin duda un momento especial y emotivo, usaría mi traje tradicional escocés, este se encontraba ya listo y reluciente en mi vestidor. En realidad se trataría de un pequeño homenaje muy íntimo, por lo tanto mi tía se limitó a invitar únicamente a mis tres sobrinos directos.

Enseguida tendríamos un ligero refrigerio en la terraza sur del jardín central, en donde se unirían la familia Lagan. Mis sobrinos Antony, Stear y Archie, no les agradaba para nada la idea de que los Lagan se agregaran a la reunión, pero desde mi posición sólo lo veía como acceder a un pequeño capricho de mi tía, que yo aceptaba sólo por mero agradecimiento.

Mientras conversaba con Archie acerca de la nueva edificación del banco central de Nueva York, detrás de mi, se posicionó la mustia vocecita de Sofía McLeod, era extraño volverla escuchar justo hoy.

Esta audaz y hermosa señorita ha sido siempre la favorita de mi tía Elroy, la conocí en su debut como la empresaria más joven de Chicago. Mi tía siempre me alentó a cortejar a esta intrépida chica que posee mi misma edad y que por azares del destino se nos coloca en la misma posición de grandes herederos de nuestros correspondientes clanes.

Debo admitir que siempre había sentido una gran admiración por su increíble poder en las negociaciones, y que su perseverancia para seducirme no ha cambiado ni desistido en lo absoluto.

—¡William! Es un placer que hayas aceptado mi propuesta comercial. Y por consecuencia, eso, me lleva a creer más en mi intuición, ¿verdad? nunca me equivoco, estoy segura que cada vez estoy más cerca de tener al hombre más exitoso y sexy qué hay en el medio internacional de las finanzas.

—Sofía, para mí también es un placer que aceptaras la invitación al convenio internacional. Pero me sorprendes cada vez más, ahora posees una magnífica destreza para hacer adulaciones con mucho humor.

—Vamos William, tampoco estoy exagerando ni diciendo algo que nadie sepa, eres encantador lo reconozcas o no, eres el deseado príncipe azul con el que toda mujer sueña.

¡Carajo! ¿Porqué tengo problema con escuchar este título refiriéndose a mi persona, sólo sé que escuchándolo así, no puedo evitar pensar en Candy, que estos días me nombra príncipe.

Al final del pequeño refrigerio me retire para encerrarme en la biblioteca, tenía demasiadas emociones jalando de mí al mismo tiempo. Sabía que Georges me encontraría y estaría nuevamente preocupado.

Con la mirada lejana y un trago de whisky sobre la mesa de lectura, pensaba en que consejo me daría mi madre sobre el mal de amores. En el retrato se percibe realmente como la gran mujer que fue.

¿Acaso habríamos coincidido en el mismo sentir con respecto a una chica? Si ella aún estuviera conmigo, ¿aceptaría mi decisión, gustaría también de Candy? ¿O se alinearía a la vieja tradición? No, no lo creo.

Mientras tanto la puerta secreta se abrió con un clic. Tal como lo esperaba era un cansado y alarmado George. Esta vez deseaba estar sólo organizando este nudo de pensamientos, pero también sabía que le debía una buena explicación.

Sabía que venía hablarme, incluso a reprenderme por el último cambio de planes en el contrato, se trataba de una decisión importante que podría haberse hecho a la ligera.

Mi dolor del cabeza no era nada con el que sentía en mi corazón, ese que ya no me pertenece más desde que se lo entregue a ella desde hace mucho tiempo y que es necesario establecerlo de inmediato.

Continuará

"Una chica cuando sonríe" Edición OctoBert 2023, FanFic de Candy y Albert Donde viven las historias. Descúbrelo ahora