Entramos en la habitación después de cenar. Apollo mi espalda en la puerta mientras Cristopher deja su reloj en la mesita de noche.
-Necesito un baño...-suspiro agotada.
-Mmm suena bien, vamos juntos.-propone Cristopher mordiendo su labio inferior acercándose poco a poco.
-Olvidalo Cristopher, estoy agotada.-respondo con una mueca de pereza.
-No me digas...-se quita la camisa.-...que no me tienes ganas.-trata de seducirme mirándome por encima de las cejas.
Tapo mis ojos mientras rio.
-¡Cristopher, porfavor no! ¡Déjame descansar!-respondo corriendo hacia el baño y cerrando la puerta tras de mí, ya que, ya estaba demasiado cerca, y si no me alejaba no iva a poder resistir.
-¡Maldición! Dulce María, ¡Abre!-grita golpeando la puerta.
-Ni lo sueñes.
-¿De verás crees que te vas a librar tan fácilmente? Esperaré a que salgas.-rio al otro lado de la puerta mientras me recojo el pelo. Me deshago de la ropa y me doy una ducha de agua templada que me reconforta tardando algo más de lo habitual. Salgo de la ducha y me cubro con una toalla.
Al salir del baño lo veo durmiendo con solo la luz de su lamparita encendida. En silencio, muy sigilosamente voy hasta el armario y cojo una camiseta de Cristopher, me la pongo y me tumbo con cuidado en la cama para no despertarlo. Cuando consigo dejar todo el peso en la cama sin despertarlo suspiro aliviada.-¡No te me escapas!-dice de repente rodeandome con sus fuertes brazos haciendo que casi me muera del susto.-¡Me asustaste!-grito golpeando su brazo.
-¿Pensabas que estaba dormido?
-¡Obvio!
-¿Acaso no sabes que los depredadores nunca duermen?.-responde haciéndome reír.
-Cristopher, estoy cansada de verás...
-Deja que te quite el cansancio.-comienza a besarme mientras yo me agito tratando de que me suelte, hasta que finalmente me doy por vencida.
-Criiss...-consigo decir en un susurro casi inaudible cuando se separa de mí.
-Buenas noches princesa.-besa mi nariz mientras con su dedo pulgar traza la línea de mi mandíbula.Lo agarro por la nuca y ahora soy yo la que lo besa ferozmente, profundizando el beso con el jugueteo de nuestras lenguas. -Te amo.-susurra en mi oido antes de descender lamiendo mi cuello.
-Te amo más.-respondo en un gemido al sentir como introduce uno de sus dedos en mí.
-¿Quieres que pare?-pregunta metiendo otro dedo sin dejar de besar mi cuello.
-Por Dios Cristopher...-gimo.
Se posiciona entre mis piernas colocando su pene erecto en mi entrada rozandome haciendo que me humedezca todavía más.
-¿Estas cansada?-su voz ronca es tan sexy... Muerdo mi labio mientras lo miro a los ojos cuando vuelve a preguntar.-Dulce María, ¿Quieres que pare?
-¡No pares!-gimo cuando se entierra en mi interior volviéndome loca.
Sus movimientos son perfectos, nuestros cuerpos están echos como un puzzle que encaja a la perfección. Muerdo su oreja y él gruñe para continuar con sus besos apasionados que tanto me gustan. Continúa moviéndose en mi interior cuando siento que las paredes de mi vagina se contraen explotando en un profundo orgasmo. Cambiamos de posición, me coloco sobre él dando saltitos. Río al ver su cara de satisfacción. Sabiendo que el climax esta cerca, me levanto agarrando su longitud en mi mano haciendo movimientos de arriba a bajo.-Me vuelves loco muñeca.-gruñe justo antes de venirse.
Fue algo diferente. Le doy un pequeño beso y voy al baño a lavarme. Vuelvo a la cama y él va a ducharse. Cuando regresa noto su seriedad.
-¿Ocurre algo?-decido preguntar.
-No sé, ¿ocurre algo Dulce?
-No lo sé Cristopher, antes de que fueras a bañarte, todo estaba bien, ¿No?
-Lo que pasa, es que no entiendo porque te apartaste Dulce María.
Me incorporo al oírlo.
-Primero Cristopher, después de lo que dijiste, de que follamos cuando ¡TÚ! quieres, no te merecías que me acostará contigo, fuiste un grosero.
-Lo sé, perdón, lo dije para hacerme el macho, ya sabes como somos los hombres cuando estamos con otros hombres-baja la mirada.-Pero cuando te fuiste les dije la verdad, que sin ti no vivo y que me tienes en tus manos.-da dos pasos hacía a mí y se sienta en la cama.-Ahora necesito saber, yo sé que no te apartaste por eso...
-Esta bien.-suspiro.-Pasa que no traje mis pastillas anticonceptivas y ya se nos fue una vez y no quiero que vuelva a ocurrir, por eso me aparté.-respondo avergonzada.
-Pero mi amor, ¿y eso que? Tu sabes que a mí me haría muy feliz que tengamos un bebé... Será como tu quieras, pero no me gustaría que ésto haga daño a nuestra relación.
-¿Porque tiene que hacerle daño? Sólo tienes que entender, tu estabas aquí mientras yo estaba en México sola. Mis papás que se supone que son los que deben cuidarme, mataron a mi hijo.-sin querer comienzo a llorar. -¿Y me dices que esto puede dañar nuestra relación?
-Perdon amor, quizá no me expliqué bien.- se acerca a mí y apoya mi cabeza en su pecho.-Quiero decir que algún día, cuando tú lo decidas, quisiera ser el papá de tus hijos y formar una gran familia juntos. También quiero decirte, que ese bebé que está en el cielo ya nos a dado el título de papás.-acaricia mi tatuaje. -No quiero verte mal, no quiero que llores.-trata de convencerme comenzando a llorar él. Se levanta de la cama y camina de un lado al otro de la habitación tirando de su pelo.-¡Joder!-grita pegandole una patada a una butaca. Me levanto y voy hasta a él para abrazarlo-Me hubiese gustado tanto conocerlo.-consigue decir entre sollozos.