CAPÍTULO 16

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Alejandra:

Cuando desperté eran aproximadamente las 5 de la mañana. Helena dormía plácidamente a mi lado pues su boca estaba entre abierta.

Tenía demasiado calor y también tenía muchísimas ganas. Mi respiración acelerada me decía que tenía que hacer algo al respecto. Había sido una noche muy especial y sobre todo, llena de mucho placer.

Decidí quitarme completamente el babydoll, por lo que con sumo cuidado me levanté de la cama; cuando lo hice, sentí un pequeño dolor en las piernas, debido a tantas veces que Helena sació su sed de mi.

Amaba a Helena. Me había enamorado cómo una tonta de ella por qué me trataba cómo una reina y me hacía el amor cómo una pervertida. Ella disfrutaba de cada rose, de cada caricia mía, de mi piel, todo de mi. Helena me fue ganando poco a poco y yo simplemente me dejé llevar por su amor.

Me volví hacia ella y quité la sábana de su cuerpo. Tenía puesta su ropa interior así que empecé a quitársela poco a poco. Acaricié su piel suave y blanca. Me encantaba mucho tocarla pero ella prefería tocarme a mi, por lo que no me permitía tocarla. Ahora, estando dormida, podría hacerlo.

Me senté sobre ella y tomé sus muñecas cómo ella solía hacer conmigo, besé sus labios de forma intensa, desatando en mi el vivo deseo, luego me fui a su cuello, mordiendolo y pasando mi lengua sobre él. Helena empezaba a despertar, se movía un poco y yo seguía mordiendola.

Helena empezaba a gemir, manteniendo sus hermosos ojos cerrados, solté una de sus muñecas y tapé su boca.

-Shh... Callate Helena-lamí su oreja-Ya tuviste tu oportunidad, ahora va la mía-.

Helena abrió los ojos, asustada, mientras veía que ahora yo tomaba el control de la situación. Su mirada interrogante no terminaba de procesar todo lo que estaba sucediendo.

-Helena-movía mis caderas para frotarme con su piel-Helena me encantas-sentía una hermosa sensación. Algo inundó mi ser completamente cuando pronuncié esas palabras.

Bajé a sus pechos, metiendome uno en la boca mientras que masajeaba el otro. Ella gemía cómo una diosa por mi, ahora yo estaba saciando mi sed de ella.

-Ale... -gemía mi nombre una y otra vez.

-Cállate-le ordené -solamente puedes gemir por mi nadamas-.

Me levanté e hice que se pusiera de espaldas y en cuatro para mi. Su hermoso trasero solo era para mi, nada más.
Jalé su cabello con fuerza mientras introducía mis dedos en su vagina.

-Alejandra-gimió más fuerte-Esto es delicioso-mis dedos entraban y salían tan fuerte cómo podía de su vagina. Mis dedos se llenaban de su líquido y al ver semejante majestuosidad, saqué mis dedos bruscamente y hundí mi rostro en su vagina.

-¡Ah!, ¡Alejandra!-.

Saboreaba su rica vagina mientras con mis dedos masajeaba su cavidad anal. Me encantaba sentir cómo sus glúteos me tocaban la cara.

Separaba sus gluteos para poder hundirme más en su trasero. Movía mi lengua de un lado a otro de forma rápida hasta que decidí meter mi lengua en donde metí mis dedos. Una vez que mi lengua entró, empecé a penetrarla con mi lengua.

-Más, Ale, más, por favor-Helena me pedía más y yo daba lo mejor de mi. Movía mi lengua lo más rápido que podía y la penetraba lo más fuerte y rico que podía. Una vez que sentí que se mojó más, me separé y empecé a penetrarla con ambas manos en sus dos cavidades.

-Ale... Qué rico lo haces-ella se veía deliciosa en esa posición, en cuatro, abierta para mi. Sus glúteos sólo para mi.

Empecé a penetrarla con más fuerza, haciendo ruido en esas partes. Helena cada vez desprendía más esencia y yo estaba tan entrada con darle más y más placer. Quité mis manos de su intimidad y le dí una fuerte nalgada.

–Alejandra–era la primera vez que decía mi nombre completo en pleno acto, y no sabía si eso me molestaba o no. Su respiración agitada hacía que sus pechos subieran y bajaran al igual que los hilillos de sudor.

Me acerqué a ella tomando su nuca y le di un beso apasionado, la deseaba. Nunca había deseado a nadie cómo deseaba a Helena. Ella llenaba mi cuerpo y mi corazón de una forma especial, una forma que ni yo misma sabía explicar bien. ¿En qué momento me había enamorado de ella?

El peso de mi cuerpo hizo que de nuevo estuviéramos en la cama, yo encima de ella, pero rodé por la cama y le dije.

–Siéntate en mi cara, mi amor–.

Helena:

Nunca imaginé despertar así. Ni siquiera recuerdo que era lo que estaba soñando antes de comenzar a sentir que alguien manoseaba mi cuerpo. Creí que estaba atrapada en medio de otro sueño, pero cuando comencé a gemir y alguien habló, supe que no lo era. Era ella.
Mi Alejandra.

Tenerla encima de mi, devorándome cómo si no hubiese un mañana, era algo extraño, pero no dejaba de ser encantador. Ahora quería que yo me sentará en su cara.

Acepté, y ella se recostó en la cama y yo tomé mi lugar. Sentí que su aliento chocó con mi zona húmeda y sentí un cosquilleo seguido de su lengua y sus dedos juguetones. Helena había aprendido de mi. Había aprendido a tocarme, sabía exactamente que hacerme para que yo gimiera su nombre.

Ella me propinaba fuertes nalgadas mientras que yo cabalgaba en su rostro y sus dedos me tocaban. Alejandra comenzó a meter sus dedos en mis dos cavidades mientras que chupaba mi clítoris y la sensación fué tan maravillosa que me vine en su cara, no pude controlarme.

–Para, para por favor, Ale–trataba de despegarme de su rostro, pero mi amada no me dejaba hacerlo, pues se había pegado a mi intimidad. Su boca estaba ocupada succionando mi clítoris y sus dedos deliciosos tocándome. Era inevitable no moverme, pero yo no quería volver a venirme en su cara, me daba vergüenza hacerlo de nuevo.

Alejandra se aferró más a mi intimidad. Ahora me penetraba con su lengua y sus dedos jugueteaban con mi clítoris. Mis manos se aferraban a la pared, la sensación me causaba una electricidad en todo mi cuerpo, no podía pensar con claridad. Alejandra era impresionante.

Gemía su nombre una y otra vez. No podía hacer otra cosa más, mi amada no se saciaba de mi. Yo ya había tenido oportunidad de hacerlo y ahora era su turno.

Sentí ese cosquilleo de nuevo, ese que te avisa que pronto llegará el clímax de nuevo. Necesitaba detenerme. No quería que ocurriera de nuevo en la cara de mi amada, no quería eso.

–Por... Por favor, detente–mi voz había perdido esa firmeza y autoridad con la que siempre había estado acostumbraba a hablar en la intimidad, ahora me sentía una completa sumisa.

Ale no hacía ningún caso. Al contrario, yo dejé de moverme y me puse rígida dado que sabría que me vendría de nuevo y ella no dejó de mover su lengua y su rostro. Yo arañaba la pared y suplicaba qué se detuviera pero no lo hizo y volvió a ocurrir. Me vine de nuevo en su cara, mojando su rostro por completo.

No pude controlarlo y me avergonzada en demasía verla así. Me quité y ella me tomó de la muñeca, jalandome de nuevo a la cama, su rostro mojado por mi, me miraba ardiente de deseo. Un deseo que nunca había visto en sus ojos hasta ahora.

Con su lengua recorría mi intimidad lentamente y sus manos apretaban mis senos, yo me dejaba llevar por sus más ardientes deseos. Mi cuerpo era suyo, mi vida y mi alma estaban dedicados a ella. Si ella quería matarme en ese momento, yo estaba dispuesta a morir por ella.

–Ahora si eres completamente mía, esposa–me dio un beso en la mejilla y me abrazó.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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