CAPÍTULO 15

27 2 2
                                    

Su húmeda lengua seguía recorriendo todo mi cuello. Estaba atrapada entre su cuerpo y la cama. La sensación era tan deliciosa qué sentía que moriría del placer.

Pasó su mano sobre la tela del babydoll. Las aberturas de la tela sobre mis senos hacían qué estos se vieran deseables. Mis senos eran algo grandes e incluso yo misma sabía que me vería demasiado sexy para ella en ese estado. Asustada, exitada y con prendas provocativas.

Tomó mis pezones, cada uno en cada una de sus manos y empezó a estirarlos un poco, a frotarlos con sus dedos mientras ella seguía lamiendo mi cuello y subía a mi oreja. Una sensación así me exitaba demasiado, hacían que yo me sintiera vulnerable. Yo me aferraba a arrugar las sábanas de la cama, pues no queria lastimar la piel de Helena debido a mis tantos rasguños.

-Ah... Helena-gemía mientras sentía su presencia sobre todo mi ser. Ella sabía cómo meterse debajo de mi piel y hacerme ver el cielo y el infierno al mismo tiempo. Estando en esa posición de chuchara, hacía que el calor se hiciera más intenso, pues por un lado, sus manos suaves atacaban mis pechos y por otro lado su boca se debatía entre mi cuello y mi oreja.

Seguía gimiendo una y otra vez, hasta que ella decidió subirse encima de mi, ahorcandome con fuerza mientras su mano descendía despacio sobre mi cuerpo para dirigirse a mi intimidad. La mirada de Helena era demasiado intensa y ardiente. Era una mirada qué nunca había visto en sus ojos y que hacía qué me faltara la respiración.

Cuando su mano llegó a ese lugar, Helena gimió un poco antes de que sus dedos empezarán a recorrer de arriba hacia abajo mi piel.

-Te ves cómo una puta muy sexy, Ale-yo desvíe la mirada. No sabía cómo responder a su comentario, pues me ponía muy nerviosa y nunca me había hecho comentarios así.

El rostro de Helena empezó a dirigirse a mi cuello, donde continuó hablando.

-Estás jodidamente sexy, Ale. Haré qué veas el cielo con todo lo que te haré-y hundió su boca en mi cuello.

Me aferraba de nuevo a las sábanas. Todo era tan intenso que no sabía qué hacer o cómo reaccionar. En un punto cerré un poco las piernas, pues sentía que me orinaría pero ella se molestó un poco, tomando mi cuello y diciéndome:

-Deja estas malditas piernas abiertas. Así debes de estar para mi siempre-.

-He... Helena-maldición, ahora empezaba a tartamudear-para por favor... -.

Nunca me había hablado de esa forma. Y ahora que empezaba a hacerlo me asustaba un poco. No me sentía muy cómoda aún recibiendo órdenes de ella combinadas con esas palabras de desprecio...bueno, no desprecio, pero eran vulgares.

Helena me propinó una cachetada algo fuerte y el dolor se hizo más intenso. No sabía por qué me había golpeado.

-Helena. Me duele-dije gimiendo mientras su mano seguía de arriba a abajo con mi intimidad-no me golpees, Helena-dije suplicante y hasta cierto punto, mi voz sonaba asustada.

-Está bien, no te golpearé Ale. Sólo quería probar si te gustaba-dijo mientras metía sus dedos en mi vagina, haciendo que la sensación me hiciera gemir su nombre.

-Helena... -el placer me recorría completamente, sentía ese calor recorrerme hasta las puntas de mis dedos, quedándome extasiada.

Ella me tomó del cuello y me levantó un poco cómo si fuese una muñeca de trapo, sus dedos empezaban a entrar y salir con más fuerza y yo sólo me dejaba llevar por ella.

-Eres mía, Alejandra-su mirada me recorría completamente-te haré entender que sólo me perteneces a mi-.

A este punto, estaba entre exitada y asustada, dado que Helena nunca se había portado así de esta forma, no podía entender nada de lo que sucedía, pero todo lo que me hacía era tan rico que yo me dejaba hacer de todo lo que deseara.

Helena me soltó y me dejó en la cama y entonces fue al armario a sacar algo. Tenía la noción de que tal vez eran esposas o alguna otra cosa, pero lo que vi fueron sogas y un vibrador que parecía micrófono. Muy discreto.
Yo me arrinconé a la cama. No estaba segura si podría aguantar esto. Era demasiado placer para mi y yo no era muy experta, pues con ella yo perdí mi virginidad y no había experimentado cosas con vibradores. Toda mi experiencia sexual se basaban en las técnicas, caricias, dedos y boca de Helena.

-Creo que deberiamos descanzar, Helena-dije cuando ella se empezaba a acercar a mi. Tragué saliva fuerte al ver que no se detenía-Helena, por favor. No voy a aguantar est...-Helena me jaló de los pies y empezó a amarrar mi tobillo con mi contrapierna, cómo si estuviese abriéndolas a conciencia-Helena, por favor. Detente-Insistí pero ella no me hacía caso.

-Esta noche sólo serás mi esclava. Mi puta-me dijo mientras terminaba de amarrar mi otro tobillo con la contrapierna-Te va a encantar todo lo que te haré-se recostó sobre mi, quedando mis piernas separadas por su cuerpo. Mi respiración agitada sólo confirmaba lo nerviosa que me sentía.

-Helena. Por favor, no me lastimes-dije asustada-tengo miedo. No sé qué me harás-.

Helena me sonrió. Y se acercó a mi cuello y me susurró al oído.

-No te haré daño. Sólo quiero saciar mi sed de ti-.

Me quedé paralizada. Miraba a Helena asustada y ella me miraba a mi. Escuché cómo presionó ese botón y se encendió el vibrador, colocándolo en mi intimidad sin despegar la vista de mi.

Sensaciones que iban desde mi intimidad hasta todo mi cuerpo me inundaron. Era algo inexplicable. Un placer muy grande, más de lo que sentía con sus dedos. Quería quitar eso de mi, por lo que, Helena se dio cuenta y me tomó de ambas manos y las puso sobre mi cabeza. Me detuvo con una sola mano.

Gemía una y otra vez sin parar. Mis gemidos se hacían cada vez más fuertes debido a que no soportaba tanto aguantar. Sentía cómo algo palpitaba en mi intimidad, sentía cómo si fuese a explotar.

-Helena... -grité su nombre cuando vi que una gran oleada de fluidos salía de mi intimidad y esta estaba palpitando más rápido mientras que mis piernas no dejaban de temblar.

La respiración estaba fuera de control. El placer fue tan fuerte que no podía calmarme rápidamente. Helena me había hechado al borde de la locura. Ahora con esto, yo sólo deseaba poder llegar a este clímax muchas veces. Helena habia conseguido su cometido. Llevarme a la locura, a la lujuria, a la ninfomanía.

-Te ves preciosa cuando gimes por mi-dijo Helena mientras dejaba en el piso el vibrador-eres demasiado hermosa y nunca quiero dejarte ir-se recostó sobre mi y liberó mis manos para que pudiera abrazarla.

Mi corazón empezaba a calmarse un poco. Tenerla cerca de mi me daba tranquilidad. Una paz infinita. Y eso me ayudó mucho a calmarme. Acaricié su cabello y le di un beso en la coronilla.

-Finalmente eres mía, Helena. Mía para siempre-tomé su mentón y le di un beso en sus labios.

-Y tu eres mía. Para siempre-.


GalácticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora